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Anne Hidalgo emerge como posible rival de Macron en la pugna por el Elíseo

Anne Hidalgo y el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, durante una visita de este a París, el pasado día 18.MOHAMMED BADRA / EFE

El nombre de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, suena cada vez con mayor insistencia como una posible rival del presidente francés, Emmanuel Macron, en las elecciones de 2022. Si ella ganase, se convertiría en la primera mujer en ocupar la jefatura de Estado y en la primera nacida en el extranjero. Un buen resultado significaría que la izquierda moderada y socialdemócrata sigue viva en Francia. Hidalgo no se ha declarado candidata ni es previsible que lo haga hasta el fin del verano. Pero hoy es la política socialista mejor situada para resucitar a su partido y optar al Palacio del Elíseo.

“No es el momento, ni el tema”, dijo Hidalgo (San Fernando, Cádiz, 1959) el pasado noviembre en una entrevista en la cadena BFM-TV. Pero añadió: “Si puede ser útil para mi familia política y para el país, para que haya alternativas… No quiero que entremos en la elección de 2022 sin alternativas y diciéndonos que los tres candidatos ya los conocemos. Hay un riesgo de colisión democrática”.

Hidalgo se refería a los dos candidatos que ya han declarado su voluntad de presentarse a las próximas presidenciales —la jefa de la extrema derecha, Marine Le Pen, y el líder de la izquierda populista, Jean-Luc Mélenchon— y al presidente Macron. Macron no ha hecho oficial su candidatura. Dice que no hay que dar nada por seguro. Pero sería una sorpresa que no buscase la reelección.

Con los citados candidatos Francia se abocaría de nuevo, como en 2017, a una segunda vuelta entre Macron y Le Pen, o incluso entre Le Pen y Mélenchon. El riesgo, para la alcaldesa de París, sería que la izquierda europeísta y moderada —la franja que engloba a los socialdemócratas y a los ecologistas— careciese de un aspirante con opciones.

Existe, según este argumento, un espacio ideológico amplio que la desintegración del Partido Socialista (PS) y la división en grupos y grupúsculos ha dejado vacío, sin líder ni alternativa de gobierno. Se trata de los votantes que no se identifican ni con el populista Mélenchon, ni con Macron, a quien muchos de ellos votaron en 2017 al ver en él un socialista liberal, pero de quien se han alejado por sus políticas de centroderecha.

“El presidente Macron ha liberado un nuevo espacio político en la izquierda al orientar a su Gobierno hacia la derecha, especialmente después de la remodelación ministerial [del pasado julio]. Así que la izquierda debe dotarse de la organización necesaria para ocupar este espacio”, dijo en octubre el socialista François Hollande, presidente de la República entre 2012 y 2017, durante una conversación con varios medios, entre ellos EL PAÍS.

Hollande sostenía que la crisis de la covid-19 demostraba la validez de “las recetas de la socialdemocracia”, una corriente en crisis. Y citó, entre estas recetas que hoy aplican gobernantes de todo color, “el papel del Estado protector, el reconocimiento de los servicios públicos, el recurso a la actividad parcial para evitar los despidos, el llamamiento a una solidaridad más amplia”.

“La izquierda debe reivindicar más este viraje”, dijo el expresidente. Y añadió: “El Partido Socialista debe evolucionar. Debe convertirse en un movimiento político más amplio (…). Debe ser audaz con sus propuestas y su encarnación para crear una dinámica en torno a él”. Hablar de candidatura —algunos mencionan la del propio Hollande, y él se deja querer— es “prematuro e inoportuno”. “La prioridad”, aclaró, “son las ideas y el proyecto. La figura se desvelará al final”.

Más poder y proyección pública

Hidalgo, que salió reelegida alcaldesa en las municipales del pasado junio, es la figura con más poder del PS y con mayor proyección pública. En coalición con ecologistas y comunistas, ha hecho de París un escaparate verde ante la urgencia climática y el mundo posterior a la covid-19: una síntesis municipalista de la socialdemocracia con el medioambientalismo. En debates como la gestión de la pandemia, ha marcado distancias con el Gobierno, y también se ha distinguido de una parte de la izquierda en su defensa de la laicidad frente a la amenaza islamista.

“La maquinaria Hidalgo se pone en marcha”, titulaba hace unos días el diario Le Monde una crónica que explicaba cómo la alcaldesa prepara el terreno para, en el momento adecuado, entrar en la carrera si se ve en condiciones de quedar entre los dos más votados en la primera vuelta y pasar así a la segunda y optar por la victoria. Le Monde resume su estrategia en cuatro puntos. Uno, salir de París para deshacer su imagen de candidata de la capital. Dos, hacerse escuchar en los asuntos de política nacional subrayando lo que le diferencia tanto de Macron como de Mélenchon, y poner de relieve su perfil biográfico como hija de la inmigración y de la clase trabajadora. Tres, crear redes de apoyo con dirigentes en la Francia real. Y cuatro, forjar acuerdos con otras fuerzas de la izquierda no populista, y del ecologismo.

“El PS no tiene ningún otro candidato y ella es la única candidata que puede congregar a todo el partido. Además, le apetece. Quizá no mucho, pero sí un poco. Y su marido [el exdiputado socialista Jean-Marc Germain] la empuja a hacerlo. Los sondeos no son muy buenos, pero tampoco malos”, dice el politólogo Gérard Grunberg, especialista en la historia del socialismo francés. La condición para mantener estas perspectivas sería una candidatura que englobase otras fuerzas y sensibilidades más allá del PS. “Lo que podría frenarla”, añade, “es que dentro de seis meses haya sondeos que muestren que no puede pasar a la segunda vuelta”.

Hidalgo no decidirá, previsiblemente, hasta septiembre. En un libro sobre la última campaña municipal en París, la periodista Saverie Rojek reveló que, antes de que Hidalgo revalidase su mandato de alcaldesa, Macron se la tomaba muy en serio. “Si gana París”, dijo, “puede ser una candidata temible en las presidenciales”.


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