Aprobar mates y ganar un mundial

En la senda hacia los títulos y los cajones del podio, la mayor parte de los deportistas de élite cuentan que, durante la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) o el Bachillerato, se vieron en la tesitura de tener que elegir entre un examen o un partido, que compaginar la exigencia de los entrenamientos y los estudios fue a veces tortuoso. Es, según un informe auspiciado por Endesa y la Federación Española de Baloncesto (FEB), la principal causa de abandono de la práctica deportiva en la adolescencia. Cualquier padre o madre les diría: “hijo, hija, los estudios primero”. Sin embargo, hay lugares donde no necesitan elegir, que adaptan sus planes de estudios ―sin reducir la exigencia académica― o incluso algunos que priman la inscripción de estos bisoños deportistas. Visitamos varios de titularidad pública, concertada y privada para conocer sus modelos.

En España, no existe un itinerario educativo concebido para adolescentes que practican deporte de alto rendimiento. Cada Comunidad llega a arreglos particulares, que, sin embargo, en el caso de los centros públicos, nunca incluyen la adaptación de los horarios escolares a las necesidades del deportista. No pueden hacerlo. No obstante, dice Eugenio García de Paredes, director del I.E.S Prado de Santo Domingo de Alcorcón, que “un estudiante federado en cualquier disciplina que deba participar en una competición oficial tiene derecho a que se le modifique la fecha de examen sin perder la convocatoria”. Eso, cuenta García de Paredes, dicta la norma, aunque del dicho al hecho… Su centro es uno de los 12 de la Comunidad de Madrid que forman parte del proyecto autonómico de institutos de especialización deportiva. “En vez de 30 horas lectivas, añadimos otras dos clases de educación física; fomentamos el gusto por el deporte y los hábitos saludables desde la base, y la práctica de deportes alternativos: bádminton, hockey; pero también natación y derivados como salvamento o socorrismo. Una alumna contó a su entorno que en su insti nadaban, y tanto le repitieron amigos y parientes que debía tratarse de un centro privado que se acercó a consultármelo: ‘profe, ¿esto es un cole privado?”, cuenta sonriéndose Teresa Ruiz, jefa de estudios y una de las encargadas de la puesta en marcha de este modelo que, dice, se sostiene gracias a enormes dosis de buena voluntad y multitud de llamadas a los equipos o entrenadores de sus alumnos, para ayudarles a que sus agendas no se desborden.

Eugenio García de Paredes, director del centro (izquierda) y Carlos Méndez, jefe de estudios del I.E.S Prado de Santo Domingo (Alcorcón).
Eugenio García de Paredes, director del centro (izquierda) y Carlos Méndez, jefe de estudios del I.E.S Prado de Santo Domingo (Alcorcón).Micaela Llorens

Pudieron adoptar esta modalidad, cuentan Ruiz y su colega Carlos Méndez, con quien comparte responsabilidades, gracias a que el consistorio municipal les cede el uso de un pabellón y la piscina. “Las instalaciones son la primera gran barrera: la mayor parte de los centros educativos carecen de las mínimas necesarias; nosotros, por ejemplo, no podríamos techar la pista de fútbol: porque cuesta un dinero que no tenemos y porque, incluso si poseyéramos los fondos, no podríamos emplearlos para eso sin autorización de la Consejería”, especifica García de Paredes. Si el ayuntamiento cambiara de idea, adiós a años de trabajo…

En cualquier caso, al IES Prado de Santo Domingo, que acoge a 600 alumnos en el itinerario deportivo ―algunos de ellos estrellas incipientes de sus disciplinas― se accede como a cualquier otro instituto: por puntos de proximidad, etcétera. “No vienen alumnos de, pongamos, Valdemoro, para matricularse por querer cursar esta especialidad, sucede más bien al revés: se animan a escogerla al entrar aquí; somos los encargados de infundirles la cultura deportiva hasta 4º de ESO”, explica García de Paredes, que señala que, de todos modos, sí otorgan puntos extra a aquellos candidatos que demuestren que practican algún deporte. “A veces, nos basta con que estén suscritos a un gimnasio para darlos”, indica Méndez. “

—En muchos lugares de España ni tan siquiera existen centros de secundaria como el nuestro. Para atajar el problema de los jóvenes que practican deporte de alto rendimiento, lo que harían falta son más institutos ortegas y gassets —sentencia el director.

El ‘unicornio’ olímpico

Durante 15 meses, a finales de los años noventa, el mítico delantero del Real Madrid Emilio Butragueño ejerció como asesor del Consejo Superior de Deportes (CSD). Él se había licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales siendo futbolista, y había vivido en sus carnes lo que era tener que perderse exámenes sin alternativa. Fue con él en el cargo cuando brotó una idea que no tardó en hacerse realidad: ¿cómo posibilitar que quienes iban a representar a todos los españoles en los Juegos Olímpicos no lo hicieran a costa de renunciar a unos estudios que después echarían en falta, retirados del deporte? Poniendo un instituto en su mismo lugar de entrenamiento.

El IES Ortega y Gasset, público (adscrito al CSD), sitúa la mayor parte de sus aulas junto al Centro de Alto Rendimiento (CAR) y la residencia Joaquín Blume, hogar de los mejores atletas nacionales. En Madrid. De ahí han salido campeones de la talla de Carolina Marín, Javier Fernández o Lydia Valentín. Este centro ha sido fábrica de decenas de medallas y, lo que es más importante, el culpable de que quienes han peleado por esas preseas hayan podido aprender a la par trigonometría o historia del arte. “Para ingresar aquí, los alumnos deben venir recomendados por las federaciones”, explica la jefa de estudios, Leticia Mata. Entran solo los elegidos de cada deporte. Entre 150 y 200 por curso. Solo el CAR de Barcelona posee otro instituto de estas características, el lugar donde estudió, por ejemplo, Mireia Belmonte.

Leticia Mata (izq) y Lorena Valera, jefas de estudio de IES Ortega y Gasset. Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Madrid.
Leticia Mata (izq) y Lorena Valera, jefas de estudio de IES Ortega y Gasset. Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Madrid.Saul Ruiz

Inés Bergua y Patricia Pérez, de 17 años, comparten una de las habitaciones de la residencia Joaquín Blume. Mucho más, en realidad: son compañeras en el equipo de conjuntos de gimnasia rítmica, y también estudian juntas: “A veces le pido que me esconda el móvil para concentrarme, o nos explicamos la una a la otra lo que no entendemos”, cuenta Bergua, originaria de Huesca. Pérez viene de Valencia. Ambas coinciden en que, si no existiera un lugar como este, entrenarían menos, pero también sacarían notas más pobres.

—Yo quiero hacer Medicina… aunque aún no lo tengo claro —dice Pérez.

—¿Sí? Yo creo que Derecho y ADE —le responde Bergua.

Claudia Arribas es subcampeona del mundo júnior de esgrima. Ella, madrileña, no se hospeda en la residencia. Cada día se levanta a las seis para llegar a clase. “Tenemos instituto a primera hora; después, el primer entrenamiento del día, hasta la comida. Luego retomamos las clases y acabamos con otra práctica”, explica Arribas. Todos los estudiantes deben llevar a cabo mínimo dos sesiones de ejercicio diarias, más las clases y los deberes.

Lidia Romero y Beatriz Lérida, de 15 y 16 años respectivamente, llevan apenas tres semanas en el instituto. Las dos recién llegadas vienen de Ciudad Real y son nadadoras y, aunque envueltas en cierta timidez, se suman al sueño común, el que todas señalan durante la charla: los próximos Juegos Olímpicos (”Paralímpicos en nuestro caso”, señala Romero). Estar allí, en París. Competir. Y estudiar. “Aunque ojalá hubiera habido un instituto así en mi ciudad para estar cerca de los míos”, confiesa Lérida.

Concertados y privados, la otra vía

La Escola Santa Clara, fundada en 1962 y de carácter concertado, es una pata más del Club de Natació Sabadell y se halla en sus instalaciones en Can Llong (Barcelona). Nadadores y waterpolistas prometedores suelen recalar en sus aulas, aunque también practicantes de algún otro deporte. Ramón Cladellas, directivo del club y profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), destaca que su programa formativo no solo va orientado a que puedan alcanzar la alta competición sin descuidar los libros: “Hacemos seguimientos individualizados para orientarlos; según su carácter, aptitudes y otros factores trazamos un itinerario académico personalizado para el futuro de cada alumno”.

A las afueras de Madrid, al norte, se halla uno de los diez colegios que posee la centenaria institución SEK (presente también en Cataluña, Galicia o Andalucía). Tras la garita, asoma con sus casi dos metros de altura y sus manos de larguísimos dedos José Javier Hombrados (Madrid, 1972), 260 veces portero de la selección española de balonmano y, desde hace un par de cursos, director del programa SEK International Sports Academy. Esta institución educativa de carácter privado, matriz también de la Universidad Camilo José Cela (UCJC), diseñó hace años una modalidad de estudios de ESO y Bachillerato con horarios flexibles para que los jóvenes canteranos de algunos clubes punteros de fútbol pudieran rendir también en el aula, un proyecto que luego perfeccionaron e hicieron extensible a cualquier deportista. Ahora, entre los casi 150 alumnos que se acogen al programa, hay pilotos, esquiadores, tenistas… Quienquiera que desee tomarse en serio su deporte puede matricularse aquí. Hombrados, que cuenta que ni un partido de Champions le sirvió de excusa ante un profesor suyo, explica lo que ofrecen: “los estudiantes tienen a disposición un equipo de entrenadores, tutores, preparador físico y psicóloga además de, en lo académico, un montón de recursos en línea o las facilidades horarias…”.

José Javier Hombrados, exportero de balonmano y director del programa deportivo de los colegios SEK, y Eloísa López, directora del centro SEK El Castillo (en Madrid).
José Javier Hombrados, exportero de balonmano y director del programa deportivo de los colegios SEK, y Eloísa López, directora del centro SEK El Castillo (en Madrid).Micaela Llorens

Emili Rodríguez empezó a nadar en su Panamá natal, de donde llegó con ocho años. Ahora que tiene 14, cuenta que eligió este colegio precisamente porque pasa de media más de tres horas al día en una piscina ―más otra de entrenamiento físico fuera de ella―. “Aquí me siento a gusto, me ayudan, y puedo llegar temprano a casa por la tarde a estudiar”. Dos compañeros de club de esta admiradora de Mireia Belmonte (que, como ella, nada en 200, 400 y 800 metros crol), siguieron su ejemplo y se inscribieron en el SEK. Como su propio hermano, también nadador. “El 27% del alumnado del International Sports Academy es internacional”, afirma la directora del colegio, Eloísa López, que señala que una de las razones definitivas por las que tantos se inclinan por el SEK es por la alta exigencia académica y por su proyección: preparan también a quienes quieren optar a ingresar en universidades inglesas o estadounidenses.

Como en su día debió hacer la exjugadora Elisa Aguilar. La vía que, por ejemplo, también escogen instituciones privadas más recientes, como la Rafa Nadal Academy. Dice su portavoz Antonio Arenas que en 2019 lograron enviar a estudiar becados a EE UU a 15 tenistas formados allí, en Mallorca, y a 12, en 2020.

Nadie duda, pues, que a esos padres que pregonan “los estudios primero” les asiste la razón, más en el caso de las deportistas, a las que a veces ni la profesionalidad les garantiza un salario digno. Sin embargo, la escasez de caminos viables en el horizonte para hincar codos y entrenar parece colocar a estas jóvenes en la situación de seguir observando lugares donde su suerte sería distinta, como EE UU, como auténticos paraísos.


Source link