Lo que se vive en las villas de Buenos Aires es un retrato de la lucha millones de latinoamericanos por cumplir con el aislamiento obligatorio y a la vez mantener a flote su economía.
En el Barrio 31, un distrito pobre y densamente poblado en el corazón de Buenos Aires, Lilian Andrade tiene que convivir con la tragedia desde que la zona, al igual que otras similares alrededor de la capital argentina, se viera afectada por un brote del coronavirus.
La propagación del virus en las llamadas “villas” de Buenos Aires refleja cómo millones de trabajadores informales de Latinoamérica, desde Lima hasta Sao Paulo, están luchando por cumplir con el aislamiento obligatorio y a la vez mantener a flote su economía.
“Es muy difícil cumplir con la cuarentena obligatoria si no tengo luz. Me veo en la obligación de salir porque o salgo o nos quedamos sin comer tres días, sin tomar agua, sin bañarnos y sin asearnos”, dijo Andrade, una referente de comunicación del Barrio 31, de 27 años de edad.
“Nos estamos enterando de vecinos que fallecen todos los días”.
El éxito temprano que tuvo Argentina en contener el virus pende de un hilo, ya que el número de casos ha aumentado significativamente en las últimas semanas y llegó a 37 mil 510, aunque las cifras siguen siendo bajas en comparación con países vecinos como Brasil, Chile y Perú.
Las estadísticas oficiales de muertes por coronavirus se aproximan a los mil casos y el presidente Alberto Fernández fue sometido esta semana a un aislamiento parcial en la residencia presidencial de Olivos por el riesgo a causa del aumento de casos.
El Gobierno, preocupado por el reciente aumento, se ha movilizado para contener la creciente propagación.
En algunos barrios precarios se establecieron períodos de aislamiento obligatorio reforzados con un circuito policial, mientras que las autoridades locales han realizado programas de testeos masivos, primero en el Barrio 31 y luego en otras áreas vulnerables.
“Gracias a estos testeos ahora nos estamos enterando de la cantidad de contagiados que tenemos”, dijo a Reuters Daniel David López, presidente del club de fútbol Santa Clara, del barrio precario Fuerte Apache.
Debido a la pobreza y el hambre constante en estos barrios, tanto en el Barrio 31 como en Fuerte Apache, se incrementaron las raciones de comidas en clubes y comedores para aquellos que hoy no pueden ir a trabajar.
“Si nosotros dejamos de hacer las ollas de comida, estas personas se van a quedar totalmente desamparadas”, dijo López.
Gabriela Ramos, de 29 años, quien se encarga de uno de los comedores más grandes del Barrio 31, dijo que el número de raciones de comida que entregan se triplicó desde que comenzó la cuarentena, y han llegado a entregar casi 450 porciones por día.
El Gobierno, que ha destinado fondos para intentar aliviar la situación de pobreza que atraviesa el país, impuso una cuarentena estricta desde mitades de marzo que ha sido extendida en la capital hasta, por ahora, finales de junio. Fernández dijo que priorizará las vidas antes que la economía.
Médicos locales dijeron a Reuters que el sistema de salud pública está luchando para poder lidiar con el rápido aumento en los casos.
“Desde el 18 de mayo explotó todo, no paraban de llegar pacientes de la villa 31 (por el Barrio 31) que tuvieron que derivar hacia otros hospitales, porque el nuestro no daba abasto”, dijo Luciana Franco, enfermera del hospital Fernández, el más cercano al barrio.
Franco dijo que el hospital está quedándose sin camas de terapia intensiva y que algunos de los pacientes infectados de COVID-19 terminan ocupando camas de otros sectores del hospital, poniendo a otros pacientes y al personal de salud en riesgo de contagio.
Franco describió la situación sanitaria como “al borde del colapso”. El hospital no respondió al pedido de comentario.
En el hospital Álvarez, relativamente cercano al barrio precario 1-11-14, los médicos se encuentran en una situación similar.
“Me preocupa la falta de camas: más de la mitad del hospital está ocupado por personas con coronavirus y no hay personal ni insumos suficientes para lidiar con esta situación”, dijo Osvaldo Saleh, médico cardiólogo de 63 años del hospital Álvarez.
“Han llegado al hospital micros desde la villa 1-11-14 llenos de personas contagiadas con Covid-19”, agregó.
Tisiana Lamónica, directora de acción social en un barrio pobre de la localidad de San Isidro, un suburbio de Buenos Aires, dijo que algunas personas no se testean por “miedo”. Los chequeos puerta a puerta se hicieron para los casos sospechosos, dijo.
La provincia de Buenos Aires -el distrito más poblado del país- y la capital argentina son las dos regiones con más casos de la nación. Existen grandes diferencias entre los vecindarios ricos y pobres, pero alrededor del 88% de todos los casos confirmados de Covid-19 se encuentran en la región.
Ana María Barrientos, una residente del Barrio 31, de 26 años, fue una de las personas testeadas por el Gobierno con resultado positivo. Barrientos responsabilizó de su contagio a la cantidad de personas que fueron trasladadas al hospital en el proceso.
“Acá en la villa todo el mundo se está contagiando, y hay mucha gente muriendo”, dijo Barrientos.
(Rts)