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Argentina se abre a Rusia y China en busca de financiamiento


El presidente de Argentina, Alberto Fernández, inicia este jueves una gira de cinco días por Rusia y China. Tiene como misión traer inversiones y fortalecer vínculos políticos con dos países que la Casa Rosada usa como contrapeso diplomático ante Estados Unidos. Fernández subió al avión en Buenos Aires el martes a última hora, con la satisfacción de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar una deuda de 44.000 millones de dólares, y aterrizó este miércoles en Moscú. Pero dejó en casa un incendio político. La renuncia como jefe del oficialismo en la Cámara de Diputados de Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, abrió el lunes la enésima crisis interna en el Frente de Todos, la alianza peronista que gobierna en Argentina desde diciembre de 2019.

Argentina ha estrechado vínculos con Rusia como nunca antes con la pandemia: cuando las vacunas escaseaban, fue de los primeros países en aprobar el uso de la Sputnik V, una decisión que Moscú todavía agradece. La visita de Fernández a su par ruso, Vladimir Putin, servirá para sellar la alianza con un apretón de manos.

Más ambiciosa es la escala en China. El presidente ruso, Xi Jinping, invitó a Fernández a la inauguración el viernes de los Juegos Olímpicos de Invierno, pero la agenda será sobre todo económica. China esperaba el acuerdo de Argentina con el FMI para activar inversiones millonarias en infraestructura, en una larga lista que incluye desde represas en la Patagonia a una central nuclear en la provincia de Buenos Aires. La comitiva argentina intentará además un posible refuerzo de los 20.000 millones de dólares que en yuanes sirven para reforzar las reservas del Banco Central. Antes de volar de regreso a Buenos Aires, Fernández hará una escala en Barbados, donde se reunirá con la primera ministra, Mia Mottley.

En Buenos Aires, el presidente volverá a la dura realidad nacional. Fernández deja en Argentina herida a la alianza de Gobierno, el Frente de Todos, luego de que el kirchnerismo duro decidiese patear el tablero en desacuerdo con el entendimiento firmado con el FMI. Máximo Kirchner dejó la jefatura del bloque oficialista en la Cámara de Diputados con una carta en la que acusaba al ministro de Economía, Martín Guzmán, de mentir cuando hablaba de una “durísima” negociación con el Fondo. Kirchner, como su madre y el resto de su espacio político, considera que el crédito que el FMI otorgó a Mauricio Macri en 2018 es ilegítimo, porque tuvo, según su lectura, como único objetivo garantizar el triunfo electoral del empresario. Y que el acuerdo alcanzado la semana pasada es una claudicación.

El acuerdo con el FMI obliga a Argentina a alcanzar el déficit fiscal cero en 2025, dos años antes de lo que pretendía el Gobierno argentino. El compromiso, que será seguido de cerca por el FMI con revisiones trimestrales, supone una importante reducción del gasto público. La vicepresidenta, Fernández de Kirchner, se opuso desde el principio a cualquier tipo de ajuste fiscal por considerar que pone en riesgo el crecimiento económico. Su hijo, Máximo, tenía hasta el lunes la responsabilidad de sumar voluntades en el Congreso para la aprobación parlamentaria del acuerdo, algo que no estaba dispuesto a hacer.

La renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque del Frente de Todos obligó al presidente a buscar rápidamente a un sucesor. El elegido fue el diputado Germán Martínez, quien se cuidó de aclarar que su predecesor es “irremplazable”. Sucede que hay al menos 24 diputados kirchneristas que ahora pueden poner en riesgo el acuerdo con el Fondo, y si votan por el “no” pondrán en peligro toda la negociación. Paradojas de la política argentina, Alberto Fernández espera que los votos de la oposición, agrupados bajo el paraguas de la alianza Juntos por el Cambio, cuyo líder es Mauricio Macri, lo salven del descalabro. El macrismo ha dicho que antes espera que Cristina Kirchner fije su posición sobre el acuerdo y sobre la renuncia de Máximo. La vicepresidenta, por ahora, se ha mantenido en silencio, pero desde su entorno aseguran que no estuvo de acuerdo con el portazo de su hijo.

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