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Artesana zapoteca enseña el arte de la cadenilla para que jóvenes hereden este oficio

Por Diana Manzo

Margarita Barrera López es artesana zapoteca de San Blas Atempa, Oaxaca, y desde hace 14 años enseña el arte de la cadenilla para que las jóvenes hereden este oficio como una forma de preservar la vestimenta tradicional – enagua y huipil- de la cultura zapoteca del Istmo de Tehuantepec.

En su hogar, la artesana de 47 años habilitó una escuela para este oficio, que no tiene un reconocimiento oficial, pero tiene un alto valor de pertenencia, porque se trata de preservar la historia de una cultura.

La cadenilla es una técnica de arte textil que, junto con el bordado de gancho y aguja pequeña, forma parte de la vestimenta tradicional de la mujer zapoteca del Istmo de Tehuantepec. En San Blas Atempa y localidades como Juchitán, Tehuantepec, San Juan Guichicovi, y artesanas del pueblo de Chicapa de Castro, aún lo elaboran.

En San Blas Atempa, por tradición, las jóvenes qué por algún motivo -especialmente económico- no puedan estudiar una carrera profesional se dedican a aprender un oficio, y en el caso de la cadenilla, el aprendizaje es teórico y práctico en una escuela como la que fundó Margarita.

Este taller o escuela de cadenilla inició porque su prima Yaneth Barrera le pidió que le enseñara esta técnica, después llegó otra y así otras alumnas más. Actualmente son seis jovencitas que acuden a clases todos los días.

Cuatro jóvenes, de entre 12 y 24 años, mueven sus pies al ritmo del vaivén del pedal que forma parte de la máquina de cadenilla, mientras que con sus manos colocan la tela que se hilvana de acuerdo con la textura. En la cadenilla hay más de 20 diseños que son los favoritos de las mujeres istmeñas.

Mientras costuran con la máquina los hilos de seda sobre la tela, ya sea de terciopelo u otra textura, la maestra artesana da las indicaciones de acuerdo con el diseño y observa detalladamente que sea fino y pulcro, pues es la clave para que la venta sea exitosa.

Las clases se imparten durante dos años, pero en el primer año, la alumna ya es capaz de elaborar técnicas detalladas y en el segundo las perfecciona.

Se le enseña desde cómo colocar la tela en la maquina de costura y usarla, también cómo trazar cada uno de los diseños, que primero se hace con un lápiz y posteriormente ya se diseña con los hilos de seda, los cuales se adquieren por tonalidades conforme al gusto de los clientes.

 

Amor y paciencia para conservar un arte tradicional

Tenía 12 años cuando decidió aprender este oficio. Margarita lleva 35 años elaborando prendas de cadenilla con amor y paciencia, que son los requisitos para poder hacer de este oficio un arte tradicional.

En San Blas Atempa existen cinco escuelas de este tipo donde las jóvenes aprenden esta técnica; después de dos años de perfeccionarla, egresan y cada una sigue reproduciendo sus saberes, a fin de que nunca muera.

Esta joven mujer que lleva más de 3 décadas elaborando estas prendas sabe lo complicado que es mantener un oficio, porque a veces, como ahora en pandemia, el trabajo es escaso; sin embargo, lo hay y así ha podido sacar adelante a su familia.

Algo con lo que no está de acuerdo es que muchos clientes no pagan lo justo por las prendas, que para elaborarlas se requiere de semanas, en caso de un traje tradicional y aproximadamente diez días para un huipil, pero el tiempo que se emplea es de 6 a 8 horas diarias.

El sueño de Margarita es que más jóvenes de su comunidad se conviertan en artesanas para que este oficio siga haciendo historia, pues las prendas traspasan los límites geográficos y han llegado a diversas ciudades del mundo.

El próximo mes, dos de sus alumnas egresan, ya han cumplido los dos años y están listas para emprender su propio camino. Maquina de costura ya tienen, técnica también y lo mejor, ya saben que el amor y la paciencia son los mejores ingredientes para seguir preservando su cultura zapoteca.


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