Durante más de una década, un parque de Santiago de Compostela se ha convertido en lugar de visita para vecinos y también todo aquel que busque lo mejor de los productos agrícolas. De este modo, se ha logrado tener un parque ecológico que se llena de gente todos los martes y que comienza a ser conocido más allá de Galicia.
El parque ecológico de Santiago que se peta todos los martes
El parque de Belvís en Santiago de Compostela es uno de los parques más conocidos. A lo largo de la vaguada de Belvís, se extiende con sus 30.604 m2 y aunque se trata de un paraje verde ideal para pasear, lo cierto es que desde hace 13 años se convierte cada martes en un parque ecológico en que se dan cita productores y clientes.
Verduras, quesos, huevos, panes con sello ecológico o mieles, entre otros productos, se pueden encontrar en los puestos de este pequeño mercado que suele montarse todas las semanas en el mencionado parque. Y aunque la clientela es fija y desde el primer año siempre han comprado en estos puestos, en los últimos años ha adquirido cada vez más popularidad. Así, cada martes se hace necesario acudir con tiempo para no encontrarse el gentío que suele formarse durante la tarde que es cuando se lleva a cabo de 18:00 a 21:00 en invierno y de 19:00 a 22:00 en verano.
El parque ecológico, que se monta con 33 puestos, nos permite encontrar productos locales, ecológicos y de comercio justo, siguiendo la tradición de los mercados populares. En un principio, cuando se celebró por primera vez en 2008, la intención era que su presencia fuera puntual para celebrar la llegada del verano y permanecer durante los meses de buen tiempo. Sin embargo, se acabó afianzando y se ha establecido con una presencia semanal que es todo un éxito.
Los clientes además pueden informarse también sobre cuál es el mejor modo de cuidar una planta o cómo realizar un cultivo en concreto ya que los productores, al margen de vender también ofrecen su experiencia a quién la necesita.
Comercio justo y productos variados
Un éxito que recrea los mercados de antaño y cuyo secreto es la proximidad, tanto entre el cliente y el vendedor como entre el vendedor y la tierra. De este modo la cadena de distribución se acorta y el producto que se vende es de mejor calidad, siempre de temporada, y a un precio más justo.
De hecho es normal ver como la gente llega al parque con recipientes o cajas vacías para poder llevárselas llenas de producto, algunos de los cuáles, especialmente las frutas y verduras se agotan casi al momento.
Además se pueden encontrar también una oferta variopinta incluso con productos que vienen de otros lugares. Es el caso del colinabo, una especia de nabo y repollo que proviene del norte de Europa; el pak choi, una especie de col que viene de china y que se parece a las acelgas o el nabo daikon, que es una especie de rábano de origen japonés cuya tierna raíz es del todo comestible.
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