El Instituto de Tecnología de Massachussets ha presentado esta semana una nueva mascarilla eléctrica que mata las partículas de coronavirus. Un concepto totalmente innovador que promete ser la mejor medida de prevención contra el Covid-19 en entornos con un alto riesgo de exposición viral, como los centros hospitalarios.
¿Cómo funciona la mascarilla eléctrica?
La mascarilla hace pasar el aire a través de una malla de cobra muy fina y calentada a 90 grados de temperatura. El metal caliente está completamente rodeado de neopreno aislante para que se pueda utilizar sin ningún peligro. Además, a diferencia de las mascarillas que hay en estos momentos en el mercado, no es necesario desinfectarla ni desecharla.
El ingeniero químico Samuel Faucher, uno de los investigadores de la mascarilla eléctrica, explica que el funcionamiento de todas las mascarillas que hay ahora mismo en el mercado es el mismo: filtran las partículas por carga eléctrica o tamaño. En cambio esta no bloquea el virus, sino que le da paso para ralentizarlo e inactivarlo.
Los investigadores ya han solicitado la patente del diseño de la mascarilla y están construyendo el primer prototipo para comenzar cuando antes con las pruebas.
Proceso de investigación
Durante la investigación, los expertos crearon una serie de modelos matemáticos para dar con la temperatura que debería alcanzar la malla para inactivar las partículas de coronavirus. Finalmente determinaron que 90 grados era la temperatura idónea para reducir la concentración de virus en el aire.
Pero, ¿cómo se puede lograr? La malla está fabricada con alambre de cobre de 0,1 milímetros de espesor y la mascarilla funciona a pilas, así que se hace correr una corriente eléctrica a través de la malla.
Para mejorar su eficiencia los expertos la crearon como un ‘reactor de flujo inverso’, de manera que al inhalar y exhalar el aire, el flujo a través de la malla se invierta. El aire entra y sale al exterior por un lado situado cerca de las orejas.
Los investigadores explican que la mascarilla eléctrica se ajusta de forma precisa a la forma de la cara y permite respirar aire limpio porque las partículas de coronavirus se mueren nada más entrar en contacto con la malla. Por supuesto, el aire que se exhala también es limpio, de forma que es una gran solución tecnológica para proteger nuestra salud, y la de las personas que nos rodean.
Ahora están centrados en el desarrollo del primer prototipo para llevar a cabo las pruebas físicas. Si finalmente sale a la venta, probablemente su precio será mucho más alto que el de las mascarillas que actualmente se comercializan, como las quirúrgicas o las FPP2.
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