El parecido de Nicolás Coronado a su padre es tan innegable como el apoyo que le ha brindado a largo de su vida, razón por la que probablemente sepa que hoy va a estar presente en Pasapalabra. Y es que Nicolás, en cierta manera un gran desconocido, se considera una persona espiritual, artista y enamorado de la vida y de su novia, la modelo Natalia Moreno.
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De hecho, y más allá de las mujeres, la pasión que nunca abandona a Nicolás es la pintura, una vena artística que ha heredado de su madre, Paola Dominguín, y gracias a la que ya ha logrado organizar varias exposiciones, dedicadas a la naturaleza animal.
Pese a ello, este madrileño de 35 años no ha podido huir del legado que le ha dejado su padre en sus rasgos más personales. Nacido en 1988, el actor y modelo nunca ha renegado, de hecho, de esta herencia que, no solo ha proyectado en su faceta profesional, sino en otra más mundana y personal, como la afición por la conquista de las féminas.
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Currículum sentimental que poco -o nada- tiene que envidiar al de su padre y que empezó labrar con nombres como el de Alba García, actriz y compañera de reparto en ‘Tierra de lobos’, o el de Cristina Duato, sobrina del famoso bailarín Nacho Duato e hija de Cristina de Salazar, promotora de grandes conciertos y espectáculos en España.
Pese a que su historia de amor con Cristina prometía un futuro sólido y duradero, la distancia entre ambos -él en Madrid y ella en Valencia- hizo que finalmente la pareja se rompiera a comienzos de 2014. Pocos meses después Nicolás conoció a Ainara Arístegui. La modelo donostiarra quedó entre las finalistas de ‘Elite Model Look 2010’ (certamen en el que también triunfaron iconos como Nieves Álvarez y Eugenia Silva) y comenzó a triunfar en el mundo de la moda. Su romance dura ya dos años y ambos viven en Madrid.
Sin embargo, el intérprete del recién estrenado filme ‘Pasaje al amanecer’ no considera que su lista de conquistas sea equiparable a la de su padre. Nicolás es más místico y prefiere definirse, ante todo, como «un ser que combate la oscuridad con la luz». Para él, existen dos tipos de personas: «seres que trabajan para la luz o para la oscuridad», una óptica de lo más espiritual que él mimo describe en su página web.
El joven confesó a LOOK que tenía «muy despierta» esta espiritualidad y que desde hace cuatro años, su mayor deseo es «aislarse» en un monasterio. «Tuve este dilema que si no he llevado a cabo todavía es porque supone un gran cambio de vida. Pero en algún momento me iré por un año a reconectar conmigo», añade.
Una decisión a la que no renunciará ni por nada ni por nadie; ni siquiera por su novia Natalia, de quien no suele hablar públicamente aunque quizá esta tarde sea la ocasión perfecta para romper moldes y sacar su lado más romántico.
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