Un elemento de la Marina resguarda las vías expropiadas de Ferrosur en Coatzacoalcos, el pasado 20 de mayo.Ángel Hernández (CUARTOSCURO)
La expropiación por parte del Gobierno de un tramo ferroviario concesionado a Ferrosur en Veracruz ha supuesto un batacazo en la fortuna del millonario mexicano Germán Larrea y una pérdida de valor en sus empresas. Después de que fue publicado el decreto de expropiación y la Secretaría de Marina ocupó los 120 kilómetros de vías férreas en pugna, el pasado viernes, la riqueza del dueño de grupo México ha venido a menos: si un día antes de la orden del Ejecutivo acumulaba 30.100 millones de dólares, al cierre de este lunes su fortuna contabilizaba 28.300 millones de dólares, de acuerdo al índice de multimillonarios de Bloomberg. En menos de una semana, el segundo hombre más rico de México perdió 1.830 millones de dólares de su fortuna.
El decreto de expropiación por parte del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, también ha supuesto una caída en las acciones del conglomerado industrial Grupo México y de su subsidiaria Grupo México Transportes, esta última es la firma que gestiona directamente a Ferrosur. Desde que se anunció el decreto de expropiación, las empresas de Larrea han perdido en valor de capitalización más de 59.287 millones de pesos, unos 3.200 millones de dólares.
Las acciones de Grupo México acumularon una pérdida de 7,6%, al pasar de 83,77 pesos del jueves a 77,35 pesos al cierre de la jornada bursátil de este martes. La caída en el valor de los títulos representa una pérdida para los inversionistas de 49.979 millones de pesos, ya que su capitalización de mercado descendió de 652.149 millones de pesos a poco más de 602.000 millones de pesos. En esta misma dirección, su subsidiaria Grupo México Transportes reporta una caída en el valor de sus títulos de 5% al pasar de 41,29 pesos a 39,16 pesos. Esto supone una pérdida en valor de mercado de poco más de 9.300 millones de pesos, al cierre de la Bolsa Mexicana de Valores.
Tras el decreto de expropiación y en la víspera de que se defina al nuevo dueño de Banamex —donde figura Larrea como principal postor— el entuerto entre Grupo México y el Gobierno federal se encuentra en un punto sin retorno. El conglomerado industrial ya analiza las acciones jurídicas que tomarán tras lo que calificaron como un acto “sorpresivo”, mientas que el presidente, desde Palacio Nacional, defendió la toma del trecho férreo matizando que la concesión en pugna se recuperó a favor de la nación e incluso reprochó que si no logró llegar a un acuerdo previo con el magnate minero fue por la exigencia de Larrea por recibir una indemnización de 9.500 millones de pesos, unos 531 millones de dólares.
López Obrador ha defendido la expropiación y transferencia a manos de las Fuerzas Armadas del tramo ferroviario bajo el argumento de “utilidad pública”. Este trecho es un enclave estratégico para que el Gobierno pueda desarrollar uno de sus proyectos emblema: el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec que une los puntos más estrechos del país entre los Estados de Veracruz y Oaxaca. En los planes del Ejecutivo, la concesión ferroviaria que desde 1998 detenta Ferrosur supone un obstáculo para avanzar en la construcción de este plan. Por otra parte, la empresa ha señalado que antes de la ocupación por parte de la Marina, ellos ofrecieron al Gobierno la construcción de una vía paralela para no entorpecer la estrategia federal. Según Grupo México, la Administración federal aceptó esta propuesta a principios de 2022, sin embargo, meses más tarde recularon y desecharon esta alternativa.
A diferencia de otros hombres de negocios que han hecho de su identidad una extensión de sus marcas, Larrea, de 69 años, ha optado siempre por la discreción. Un bajo perfil que ha salido a la luz cada vez más tras darse a conocer su intención de comprar Banamex. El segundo hombre más rico de México, solo detrás del magnate Carlos Slim, ha consolidado su riqueza en un vasto portafolio de proyectos que incluyen minas de cobre, plataformas petroleras, ferrocarriles y hasta salas de cine.
Heredero del negocio minero, Larrea asumió la batuta del emporio familiar de manos de su padre, Jorge Larrea, a finales de la década de los noventa. Aunque la empresa había operaba desde mediados del siglo XX, su despunte ocurrió justo en esta época, en sintonía con la ola de privatizaciones que apuntaló el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). En esos años, el grupo compró la histórica mina Compañía Minera de Cananea (hoy Buenavista del Cobre) en el Estado de Sonora y se listaron en la Bolsa Mexicana de Valores. Hoy en día, además de un puñado de yacimientos en México, tienen proyectos en EE UU, Perú y España.
El auge en la extracción de metales permitió al grupo consolidarse en otros frentes. Así creció el negocio de transportes ferroviarios y las plataformas petroleras, donde la paraestatal, Petróleos Mexicanos (Pemex), se convirtió en uno de sus clientes predilectos. Finalmente, en 2008 la cereza del pastel se alcanzó con la adquisición de Cinemex. En una década, la fortuna del empresario minero se multiplicó, si en 2008, la revista Forbes estimaba su fortuna en 7.300 millones de dólares, en 2018 su riqueza ya rebasaba los 17.300 millones.
Su ascenso en el mundo de los negocios no ha estado exento de escándalos: la tragedia en la mina Pasta de Conchos, en Coahuila, en 2016, cuando una explosión enterró bajo tierra a 65 mineros de la compañía; el desastre ecológico con el derrame de desechos tóxicos en el río Bacanuchi (Sonora), en 2014, son algunos de los puntos más polémicos que han empañado su carrera empresarial, más no así la acumulación de riqueza, que hasta el pasado jueves sobrepasaba ya los 30.000 millones de dólares. Horas después, el Gobierno de López Obrador decidió dar un golpe sobre la mesa y asestar un golpe directo a sus negocios.
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