Una inyección de aire, una técnica relativamente simple, ha resultado exitosa al liberar la lengua de un niño de 7 años que quedó atrapada en una botella de multivitamínico pediátrico provisto por sus padres, dice la descripción de un caso médico publicado en el European Journal of Anaesthesiology.
La técnica, inspirada en los recuerdos del autor del informe médico sobre cómo abrir una botella de vino con un método similar, significa que se pueden evitar otras técnicas más complejas que involucran anestesia general y sin cortar físicamente la botella alrededor de la lengua.
El niño de 7 años de Hannover, Alemania, había estado bebiendo del envase que le dio su madre y lamía dentro de la botella para tratar de obtener las últimas gotas del líquido.
De repente, la lengua del niño quedó atrapada, y su madre no pudo quitarla. En el hospital entonces intentaron varias formas y ninguna funcionó hasta que se conectó una cánula a una combinación de tubo de extensión intravenoso y una jeringa de 20 ml.
Luego se inyectó aire en la botella, y después de 60 ml de aire, la lengua hinchada y descolorida salió del cuello de la botella, lentamente al principio y luego rápidamente.
Luego le dieron medicamentos para ayudar a reducir la hinchazón y el niño fue ingresado en una sala de cirugía pediátrica por un período de observación de 24 horas. Al darle de alta, la hinchazón se había disipado en gran medida, pero durante unos tres días la parte frontal de la lengua permaneció muy descolorida. A los 14 días el niño se había recuperado por completo
Los encargados de dar el caso a conocer fueron los doctores Christoph Eich y Simone Arndt, del Auf der Bult Children’s Hospital, Hannover, Alemania.
El profesor Eich dice: “Encontramos solo un informe anterior de una técnica de presión positiva similar a la que usamos en nuestro paciente. Publicado hace más de 30 años, obviamente se había olvidado en gran medida”.
Añadió entonces que “en nuestro caso, la idea de intentar inyectar el aire en la botella para producir presión positiva se inspiró en mi recuerdo personal de descorchar con éxito una botella de vino mientras trabajaba como registrador anestésico, ¡con el uso de una técnica de jeringa y cánula en una ocasión en que no había sacacorchos disponible!”.