Cuando pensamos en Isabel Pantoja se nos viene a la mente la mujer de pelo recogido muy tirante, los ojos cubiertos por unas enormes gafas y una sonrisa de esas de “dientes, dientes, es lo que les jode”. La Isabel Pantoja de ahora no tiene nada que ver con aquella jovencita que soñaba con la gloria en los escenarios y seguía las tendencias que marcaba la moda de entonces, eso sí, siguiendo en cierto modo los cánones de las folklóricas.
En los comienzos de la tonadillera como artista no regía esa altivez y prepotencia de la que ahora hace gala, su mirada era directa, pero no clavaba los ojos en alguien como si le perdonara la vida, solo se veían unos grandes ojos oscuros, maquillados maravillosamente, en el rostro de una mujer que parecía ser el modelo de un cuadro de Julio Romero de Torres. Las sombras, los ‘eyeliner’ y el lápiz de labios los usaba solo para ensalzar aún más unos rasgos que ya de por si cautivaban a los hombres, como le sucedió a Francisco Rivera ‘Paquirri’, el padre de su hijo Kiko y por quien se convirtió en ‘viuda de España’ al fallecer el torero por una cogida en la plaza de toros de Pozoblanco, Córdoba.
Otro de los puntos fuertes del físico de Isabel Pantoja es su melena, un cabello que llevaba larguísimo, muy bien cuidado y en un tono oscuro rondando el azabache. Al agitar la cabeza el pelo se le movía como diciendo “¡aquí estoy yo!”, aunque ese gesto lo supo mejorar y con creces con el tiempo, cuando un puntito de soberbia se le añadió al carácter. En su vida normal y en las actuaciones solía llevar el pelo suelto, solo en escasas ocasiones se hacía un recogido, en la actualidad es cuando más opta porque sus looks sean con el pelo tenso como un alambre para hacerse una coleta o un moño.
En cuanto al vestir, solo hay que ver las imágenes de aquellos años para darse cuenta de que Isabel Pantoja no era una anticuada, sino una joven moderna que usaba vaqueros, blusas con sensuales escotes o pañuelos anudados al cuello, lo último en la moda de entonces. Así, con esos ‘outfits’ muy favorecedores, Isabel Pantoja llegó a convertirse en un icono de estilo para millones de fans que querían ser como esa tonadillera sevillana que caminaba como una diosa por el escenario y dejaba sin palabras con su voz.
Si en la primera etapa de su éxito los diseños y modelos eran más sencillos, poco a poco la sofisticación fue creciendo con sus triunfos y con la confianza que le daba ser la esposa de ‘Paquirri’, un torero de prestigio que gozaba con la aprobación y el cariño de todo el mundo. A su lado comenzaron a llegar preciosas joyas, relojes de marcas o abrigos de piel, vestidos y complementos de las mejores firmas.
Solo fue tras morir Francisco Rivera cuando el chándal entro en el guardarropa de Pantoja, una prenda que pasó a ser la comidilla de las bromas y los chistes al ponérselo con tacones, algo horrible para los entendidos, aunque hoy solo hay que ver a Rosalía y sus correligionarias para pensar en quien está equivocado… Donde sí ha acertado la cantante durante toda su carrera es en la elección de su vestuario artístico, saliendo siempre impecable y ‘ma-ra-vi-llo-sa’ a la palestra para interpretar ‘Marinero de luces’, ‘Mi pequeño del alma’ o ‘Se me enamora el alma’.