La portavoz de la Policía Nacional, María Buyo, explicó que la investigación inició a finales de 2020, cuando se detectó la llegada a Madrid de varios ciudadanos mexicanos, procedentes de Sinaloa, que rápidamente se instalaron en diferentes viviendas de lujo.
Al poco tiempo, los agentes observaron que los recién llegados comenzaron a trabajar en grandes plantaciones de marihuana situadas en la provincia de Guadalajara, donde recibían visitas reiteradas de personas vinculadas al tráfico de drogas.
La organización contaba con una estructura de sociedades en España, Colombia, Suiza y Portugal para lavar el dinero procedente de sus actividades criminales.
Más de 200 agentes participaron en los operativos, en las provincias de Madrid y Guadalajara, donde además de las detenciones se realizaron 13 registros.
La Policía identificó a un ‘clan familiar’ vinculado con cárteles mexicanos, que había introducido al país más de diez millones de euros en metálico y oro de inversión con la finalidad de asentarse en España.
Los investigados comenzaron a comprar decenas de vehículos de lujo y adquirir viviendas de alto valor económico, así como a adquirir varios negocios y a constituir sociedades para canalizar el dinero obtenido de la venta de las drogas.
También sobornaron a varios funcionarios para que les consiguieran la documentación que les permitiera asentarse legalmente en el país.
Tras haberles sido incautadas 60 toneladas de plantas por parte de la policía, la organización invirtió en nuevos sistemas de cultivo basados en la creación de contenedores con un software inteligente que les permitiría obtener cosechas en menos de tres meses.
Algunos de los miembros mexicanos del grupo criminal trataron de adquirir este negocio por una importante suma de dinero, si bien las actuaciones policiales lo frustraron.
Los investigadores españoles ubicaron varios almacenes donde la marihuana, que había sido cultivada en grandes invernaderos de más de 4 mil metros cuadrados, era envasada al vacío y distribuida por distintos medios a los compradores, ocultándola en dobles fondos de mesas y otros muebles que enviaban por paquetería.
Además, la organización utilizaba como “mulas” a personas procedentes de Sudamérica, que introducían cocaína base en paquetes de café.
Los detenidos cambiaban constantemente de viviendas, todas de lujo, y se dedicaban a la compraventa de joyas y vehículos deportivos cuyos precios superaban los 500 mil euros (más de 10 millones de pesos mexicanos).
A mediados de mayo, se desarticuló a la organización. En el domicilio del líder fue encontrado un laboratorio de cocaína en pleno proceso de elaboración de más de 37 kilos de sustancia. Además, se realizaron ocho inspecciones en las provincias de Madrid y Málaga.
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