La semana olímpica de natación siempre comienza con la misma premisa: todos contra la potencia hegemónica, Estados Unidos. Y de nuevo será Australia su rival más significativo. No será, sin embargo, un duelo privado. Rusia, que acude a los Juegos con el acrónimo ROC (Rusia Olympic Committee), dispone del mejor equipo masculino de su historia, con un aparatoso cartel de estrellas: Kliment Kolesnikov (libre), Eugeni Rylov (espalda), Andrei (mariposa) y Anton Chupkov (braza) y el mediofondista Martin Malyutin.
Italia, Hungría, Reino Unido, Japón y en menor medida China disponen de pólvora suficiente para alterar el mapa de la natación y volverlo más diverso. Fenómenos como el británico Adam Peaty (100 braza), el japonés Daiya Seto (200 y 400 metros estilos), el italiano Gregorio Paltrinieri (800 y 1.500 metros) y el húngaro Kristof Milak (200 mariposa) han dominado sus pruebas en el último ciclo olímpico.
Por raro que parezca, Estados Unidos y Australia son las grandes incógnitas en Tokio. La natación estadounidense no ha deslumbrado en los trials (clasificatorios) olímpicos. Su equipo no impresiona esta vez, con carencias profundas en las pruebas de fondo y una joven generación de nadadoras —Torri Huske, Phoebe Bacon, Claire Curzan— que no está probada en el escenario olímpico. Todo indica que el año de demora ha castigado al equipo estadounidense, que cuenta con una ventaja: un espíritu competitivo que se desborda en los Juegos Olímpicos.
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Decepcionante en las últimas ediciones olímpicas, Australia salió de sus trials con vigor y un optimismo desbordante, tanto en su equipo masculino como femenino. A estrellas acreditadas como Kyle Chalmers, campeón olímpico de 100 metros, o Ariarne Titmus, la nadadora que derrotó a Katie Ledecky en los Mundiales de 2019, se añade una colección de jóvenes representantes, a la altura de la mejor tradición australiana: la fenomenal espaldista Kaylee McKeown, Elijah Wennington (400 metros libre) o Zac Stubblety-Cook (200 metros braza).
Los nombres de la mayoría de las figuras están marcados desde hace tiempo, pero los últimos meses han producido novedades de primer orden.
Dressel-Milak. Sucesor de Michael Phelps al frente de la natación estadounidense, Caeleb Dressel ha maravillado en los dos últimos mundiales, pero le falta acreditar su autoridad en los JJ OO. El húngaro Milak, el portento que derribó el récord mundial de Michael Phelps en 200 mariposa, se aproxima cada vez más a las marcas de Dressel en 100 mariposa, donde el estadounidense parecía inabordable. En los 100 metros libre, Dressel se encontrará con la feroz oposición del australiano Chalmers, el ruso Kolesnikov, el italiano Miressi y quién sabe si del rumano Davide Popovici, el cohete que ha surgido de la nada para asombrar al mundillo de la natación. Con 16 años, Popovici ha mejorado en dos segundos su marca y se ha colocado a la cabeza de los registros mundiales (47,30s).
Ledecky-Titmus. Dos casos relevantes de precocidad —la estadounidense Katie Ledecky, oro en los Juegos de Londres 2012 cuando contaba 15 años, y la australiana Ariarne Titmus, un prodigio desde su etapa infantil— se encontrarán por vez primera en unos Juegos. Ledecky ya ha entrado en la categoría de leyendas del deporte. Se adelantó a su tiempo con unas marcas siderales en 400, 800 y 1.500 metros. A estas pruebas agregará los 200 metros libre. Se reencontrará con Titmus (20 años), que en los Mundiales de 2019 acabó con su hegemonía en los 400 metros. Tokio nos dirá si se produce el relevo entre las dos.
Adam Peaty. Los británicos han armado un excelente equipo olímpico. No desechan la posibilidad de ganar el relevo 4×100 estilos, con Luke Greenbank, Adam Peaty, James Gay y Duncan Scott. Sobre Peaty, el autor de unas marcas siderales en 100 braza, descansará la posibilidad de lograr la proeza. Su superioridad es tan notable que puede compensar las concesiones de Greenbank en la espalda y propulsar a Gay en la mariposa y Scott en el libre.
Kaylee McKeown. La factoría australiana no descansa. En un país en el que la natación es más una seña de identidad nacional que un deporte, McKeown y Titmus representan a una efervescente generación juvenil. McKeown (19 años) batió el récord del mundo de 200 espalda, arañó el de 100 espalda y logró la mejor marca del año en 200 metros estilos, prueba que ha descartado en Tokio. Frente a ella, las estadounidenses Regan Smith (100 espalda), Rhyan White y Phoebe Bacon (200 espalda) y la italiana Margherita Panziera (200 espalda)
Popovici-Hwang Sun Woo. El rumano Popovici encabeza una generación de desconocidos hasta hace un par de años. Es un nadador fascinante por su precocidad y naturalidad en su estilo. Sus marcas son impactantes. Trasladarlas a los Juegos no será fácil. Digerir la presión a los 16 años es todo un desafío. El coreano Hwang Sun Woo no es mucho mayor (18) y su marca en los 200 metros también impresiona (1m 44,96s, récord mundial júnior).
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