La grave crisis diplomática motivada por el acuerdo de defensa entre Reino Unido y Estados Unidos con Australia para proveer a este país de submarinos nucleares, en detrimento de un pacto previo con Francia, no da señales de amainar. Dos días días después de que París decidiera llamar a consultas a sus embajadores en Washington y Canberra, el primer ministro australiano, Scott Morrison, se enrocó este domingo en defender el acuerdo bautizado como Aukus, mientras que varios miembros de su Gobierno desmienten las acusaciones de París de haber mentido para anular el compromiso comercial con el país galo.
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El sábado, el ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, compareció en el telediario de la cadena France 2 para acusar a Estados Unidos y Australia de haber roto su confianza al cerrar su acuerdo con “doblez, desprecio y mentira”. Paris sostiene que el acuerdo Aukus se negoció en secreto y que el presidente francés, Emmanuel Macron, lo desconocía totalmente hasta una hora antes de anunciarse, el 15 de septiembre. En una entrevista radiofónica al día siguiente de este anuncio, Le Drian había calificado ya este pacto de “puñalada por la espalda” a Francia.
El primer ministro australiano respondió este domingo a esta invectiva en una comparecencia ante los medios de comunicación en la que utilizó un tono más comedido pero sin hacer ninguna concesión. El Gobierno francés, aseguró Morrison, tenía “todos los elementos” para saber que su país albergaba “serias y graves preocupaciones” de que el acuerdo ahora anulado para comprar 12 submarinos convencionales franceses, concluido en 2016, “no iba a satisfacer” sus “intereses estratégicos” por lo que dejaron “muy claro” que tomarían una decisión basada en su “interés nacional estratégico”. El jefe del Gobierno australiano aseguró haber comunicado estas inquietudes al presidente Macron en junio.
“Por supuesto que es una cuestión de gran desilusión para el gobierno francés, así que entiendo su decepción”, aclaró Morrison. “Pero al mismo tiempo, Australia, como cualquier nación soberana, debe tomar decisiones que respondan a nuestros intereses soberanos de defensa nacional”, explicó.
Australia fue “franca, abierta y honesta” con Francia, abundó el ministro de Defensa australiano, Peter Dutton, también este domingo. “Las insinuaciones de que el gobierno australiano no había señalado [a Francia] sus preocupaciones, desafían, francamente, lo que es de dominio público y ciertamente lo que han dicho públicamente durante un largo período de tiempo”, puntualizó Dutton a SkyNews. Otro miembro del Ejecutivo australiano, el titular de Finanzas, Simon Birmingham, reiteró que su país había informado a París del acuerdo con EE UU y Reino Unido, si bien reconoció que las negociaciones habían sido secretas dadas las “enormes sensibilidades”.
El Reino Unido también justificó este domingo el acuerdo que no solo ha suscitado la cólera de Francia, sino también la de China, la potencia cuya creciente influencia en la región Indo-Pacífico pretende contrarrestar el pacto Aukus, según diversos analistas. La recién nombrada ministra de Exteriores británica, Liz Truss, utilizó el mismo argumento que el primer ministro australiano para defender un acuerdo de defensa que defiende los “intereses nacionales” de su país, afirmó en un artículo publicado este domingo en el periódico Sunday Telegraph. “Se trata de algo más que de política exterior en abstracto, sino de (…) asociarse con países de ideas afines para construir coaliciones basadas en valores e intereses compartidos”, escribió Truss.
El descontento de Francia no se explica solo por la anulación del contrato para comprar 12 submarinos convencionales propulsados por diésel al conglomerado francés Naval por valor de 37.000 millones de dólares (31.500 millones de euros) .
La exclusión de Francia de la alianza estratégica que supone el pacto Aukus en la región Indo-Pacífico supone también una afrenta para París. Francia tiene en esa vasta zona varios territorios de ultramar como Nueva Caledona y la Polinesia francesa. Pese a su menor protagonismo de los últimos años en la escena mundial, el país galo se considera a sí misma una potencia internacional. Francia ocupa uno de los cinco puestos permanentes con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
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