El próximo lunes, 4 de octubre, Madrid ya no tendrá limitaciones de aforo. En ningún bar ni restaurante ni discoteca, ni en cines ni teatros, ni en espacios multiusos ni actividades deportivas, que eran los únicos lugares en los que quedaban restricciones, ya bastante laxas. El fin de esta medida ha sido anunciado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en una entrevista concedida a Telecinco la noche de este miércoles desde Nueva York, donde se encuentra de viaje institucional.
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Desde el 20 de septiembre, Madrid ya no tenía restricciones horarias y los únicos aforos que mantiene son del 75% en las actividades deportivas que se den en interiores; en espacios multiusos; en teatros, cines y auditorios cuando se puede consumir en la sala; y en el interior de locales de ocio nocturno, bares y restaurantes, con un máximo de seis personas por mesa; y en el exterior, en el que ya se permite el 100%, sí hay un máximo de diez personas por mesa. Esto seguirá vigente hasta el lunes. A partir de entonces, todo volverá al 100%, se retirarán las limitaciones de ocupación por mesa y se permitirá el consumo en barra, siempre que se esté sentado.
En cuanto a las mascarillas, Ayuso ha anunciado que se eliminarán para los mayores de seis años, en exteriores, cuando se pueda mantener la distancia de seguridad. Un portavoz de la Consejería de Sanidad confirma que “siguen en interiores”, y que el resto de detalles “se ampliarán mañana o pasado”, por este jueves y viernes: “Se está cerrando la orden”.
En la entrevista, Ayuso ha sostenido, sin citar datos, que las políticas de su Ejecutivo han colocado a Madrid en una “posición privilegiada”, al ser un “ejemplo a seguir fuera de España” por cómo se ha gestionado la pandemia: “Madrid es seguro, abierto y una forma de vida”, ha proclamado la presidenta regional. Con estas nuevas medidas, ha añadido, la comunidad está “prácticamente a un paso de seguir como antes de la pandemia en una región que ha conjugado la vida y la salud con la economía”.
Madrid, desde la desescalada en la primavera de 2020, ha sido la autonomía con las restricciones más laxas de todo el territorio español, incluso cuando encabezaba la estadística nacional en incidencia acumulada (casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días). En el global, es, desde la quinta ola, la segunda comunidad que más contagios registra; siempre ocupó el primer puesto en ese ranking hasta que la superó Cataluña. Sin embargo, nunca ha dejado ese lugar en cuanto a la presión asistencial acumulada —este 29 de septiembre registra 125.507 pacientes atendidos desde que comenzó la pandemia—, y tampoco en el número de fallecidos. Según los datos del Ministerio de Sanidad, son 16.094 los muertos por covid en la región; según el boletín diario del propio Ejecutivo regional, ese número se eleva hasta los 25.321.
A esas cifras, y después de un año y medio, hay que sumar otras. Contagiados que ahora sufren covid persistente, autónomos que tuvieron que cerrar sus negocios, personas que perdieron sus empleos, colas del hambre, niños y jóvenes que vieron retrasado su aprendizaje en escuelas e institutos y universidades por las circunstancias, listas de espera que crecen en pruebas diagnósticas y que se alargan hasta las dos semanas en atención primaria, operaciones que no se hicieron, consultas que se cancelaron, tumores que no se detectaron, centros de salud que siguen cerrados en festivos y fines de semana o problemas de salud mental crecientes entre la población y entre los profesionales sanitarios son algunas de las cuestiones que dejan estos meses y que no permiten un contexto parecido al de antes de que llegara el virus.
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