Bambino, la resurrección del artista salvaje

Las crónicas apócrifas cuentan que el guitarrista Paco de Lucía, después de recorrer medio mundo y ya viviendo en el Caribe mexicano, sentía que todos los días despertaba en Algeciras, su ciudad natal. Igualmente se fabula sobre la cantaora Bernarda de Utrera, invitada en Nueva York para dar un recital. Fue durante esa visita, un día en el que la llevaron a contemplar las vistas de Manhattan desde el Empire State Building. Allí encaramada, la respuesta de esta leyenda del cante jondo fue: “Pues desde aquí parece que no se ve Utrera”. Este ejemplo de artistas enormes que nunca supieron desprenderse de la raíz incrustada en la tierra que los vio nacer tiene su paradigma en Miguel Vargas Bambino (Utrera, Sevilla, 1940-1999), el artista total e irrepetible que revolucionó las salas de fiesta de Madrid en los años sesenta y setenta. “Miguel Vargas se fue a Madrid para ser Bambino y volvió a Utrera para volver a ser Miguel”.

Así lo afirma Paco Ortiz (Huelva, 1978), el director del documental Algo salvaje. La historia de Bambino, la primera aproximación, 22 años después de su muerte, a la figura de un artista de culto, siempre en la frontera entre la transgresión y la aceptación popular, banda sonora de Almodóvar, besado por Ava Gardner y homenajeado por Sabina, el rey de la rumba flamenca que conquistó las gasolineras y las noches de un país, dejando una legión de seguidores a su muerte.

Ortiz y el resto del equipo de la película recorren estos días las calles del barrio gitano de El Tinte, en Utrera, donde surgió el genio y a donde se replegó en el declive de su carrera y hasta su muerte en 1999. “Su legado es inmenso. Nos dejó una gran cantidad de canciones que ya son leyenda, sorprende la cantidad de temas de máxima popularidad que cantamos y que mucha gente no lo sabe, pero son de Bambino, cantados con un estilo musical nuevo y admirados por una cohorte de continuadores que pervive hoy día. Es hora de que el mundo entero conozca el legado de un genio irrepetible que revolucionó España, mucho antes de la Movida, pero con la misma o más intensidad porque, no olvidemos, aún había un dictador vivo”, recordaba este lunes el cineasta durante la inauguración de un gran mural en El Tinte que retrata al músico firmado por el grafitero Man-O-Matic, que además servirá de cartel de la película.

Para conocer a Bambino en toda su dimensión, aquella que deslumbró al Madrid del tardofranquismo, en la edad de oro de los tablaos, hay que viajar a Utrera, una localidad imprescindible en la historia del cante flamenco apenas a 30 kilómetros de distancia de Sevilla. Y es que cuando se les pregunta a los estudiosos de su figura quién fue su mentor, su círculo inmediato o esa guardia pretoriana que custodiaba la estrella de Bambino en Madrid, responden: “Todas las personas que lo acompañaban, su combo de artistas, eran de Utrera o de un radio de 20 kilómetros a la redonda: Morón de la Frontera, El Gastor… todos aquellos, los únicos que entendían el compás flamenco de Utrera, el que él necesitaba para cantar”, cuenta Ortiz.

La familia de Bambino, ante el mural del grafitero Man-O-Matic que retrata al artista en el barrio de El Tinte de Utrera. En vídeo, tráiler del documental ‘Algo salvaje. FOTO: ALEJANDRO RUESGA

No obstante, el documental, aunque enclavado igualmente en sus raíces, trata de desvelar “quién fue Bambino en Madrid y qué hizo durante 20 años de actuaciones casi diarias en la ciudad de la gran fiesta continua”. “Bambino crea un estilo propio”, explica el director del documental. Era capaz de encontrar el potencial desgarrador de las rancheras, los boleros, las coplas más conocidas, y transformar todo aquel material incandescente en bulerías y rumba flamenca. Pero aspiraba a contar con un repertorio propio. “Llegó un momento en el que necesitó compositores y a su lado estuvo Adolfo Santisteban, además de letristas como José Ruiz Venegas o Salvador Távora y arreglistas como Paco de Lucía. Se puede decir que entre todos ellos crearon el estilo Bambino, pero aun así todos ellos estaban de acuerdo en que el verdadero creador de sus canciones era él, su impronta era única”, asegura el director de Algo Salvaje.

El documental, que ha contado con el beneplácito de su familia, que nunca había dado antes permiso para hacerlo, viene a recuperar esta figura inconmensurable del arte popular español para el pueblo que lo vio nacer. Así lo reivindica su sobrina Frasca Vargas, hija de Diego, el hermano querido de Bambino. “En Utrera ha habido siempre una desidia, un olvido inexplicable”, asegura. Para Paco Ortiz la explicación es sencilla: “Bambino fue una persona incómoda para la sociedad, no era dócil, ni domesticado, de ahí el título del documental, Algo Salvaje”, explica el director, que añade: “Bambino representa todo lo excluido, se sitúa en los márgenes, no sólo de Utrera, sino de Andalucía y de España. Su sexualidad, ambigua siempre, también estaba excluida, así como su amor por la fiesta. Es inexplicable que cuando llega la democracia a España y con ella, la Movida, se olviden de Bambino. No hay nadie más moderno que él, que hizo todo y más con el dictador aún vivo”.

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Su condición de maldito, esquivo con la prensa y amante de la noche hace difícil diferenciar dónde acababa Miguel Vargas y donde empezaba Bambino, pero sin duda dejó un estilo que hizo propio y mil veces imitado. Sin él, aseguran sus estudiosos, nunca habrían existido María Jiménez, Los Chichos, Los Chunguitos o Estopa. Incluso Enrique Bunbury, que se declara ferviente admirador del utrerano en el documental. Suya es la rumba trágica que sigue levantando pasiones. También los aspavientos de chaqueta y mano o los ritmos desenfrenados de los bongos. Y así lo retrata ya el gran mural que viene a reivindicar en Utrera ―”donde no se le ha hecho aún ningún homenaje póstumo”, protesta su sobrina Frasca― a un artista que “se puso el mundo por montera, en una sociedad que no estaba aún preparada para él”.

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