El arte urbano es todo tipo de manifestación artística que tiene lugar en el espacio público, desde espectáculos callejeros de músicos, magos o mimos hasta murales y grafitis. Estas representaciones pictóricas que utilizan las fachadas como lienzo ayudan a crear un carácter especial en cada ciudad. Barcelona es un buen ejemplo de ello. La capital catalana fue puntera en el street art durante los años noventa y principios de los dos mil, compitiendo con la mismísima Nueva York. Y, aunque en la última década las políticas municipales hayan frenado su desarrollo artístico, sigue siendo un referente internacional del arte urbano. La agencia de marketing barcelonesa Estudio34 ha elaborado una guía interactiva para descubrir algunos de los murales más emblemáticos, elaborados por más de 40 artistas (estudio34.com/guiadearteurbanobarcelona).
La mayoría se concentran en el distrito de Ciutat Vella, en el casco histórico de Barcelona. Por las calles de barrios como el Gòtic, el Born o el Raval se pueden ver coloristas retratos a espray de mujeres tribales africanas como el que se encuentra en el pasaje del Crèdit, a la altura del número 4. Son obra del artista Akore, uno de los más activos de la ciudad desde la década de 1980.
Otro artista que lleva dejando su impronta en el centro de Barcelona desde hace años es El Xupet Negre. Sus famosos chupetes de distintas formas y colores se pueden ver, por ejemplo, en la calle de Ferlandina, 20, frente a la tienda de discos Paradiso, y a lo largo de la calle de Joaquín Costa, cerca del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. En 2014, esta institución reprodujo en su fachada Todos juntos podemos parar el sida, mural que el artista Keith Haring pintó en el Raval en 1989 con la colaboración del Ayuntamiento.
Sin embargo, la Administración local no siempre ha tenido esta buena sintonía con el arte urbano. Artistas de la talla de Banksy, Os Gemeos o The London Police dejaron sus huellas antes de que el Consistorio persiguiese esta práctica mediante una ordenanza municipal que se aprobó en 2005. Así lo cuentan en el documental BCN Rise & Fall (2013) el grafitero Aleix Gordo y el cineasta Gustavo López. Desde hace unos años, varios colectivos de la ciudad como Rebobinart —que también organizan rutas de arte urbano— trabajan con el Ayuntamiento para habilitar espacios donde los artistas puedan desarrollar su creatividad y borrar la etiqueta de vandalismo que se le impuso al muralismo hace tres lustros.
Aunque con menor representación, las mujeres grafiteras también tienen su protagonismo en las vías barcelonesas. La impronta de Anna Maga se deja ver en el número 13 de la calle de la Aurora. Los personajes característicos de la artista catalana saludan al visitante a su paso hacia el Raval con un “Benvingut” (bienvenido).
La guía de Estudio34, descargable en el teléfono móvil y que permite filtrar el recorrido por artistas, no solo recoge lo mejor del arte urbano local. También se encuentran obras de artistas internacionales afincados en la ciudad desde hace años, como los franceses Sebastien Waknine y Tim Marsh o el italiano TV Boy, conocido por su denuncia social. En homenaje a los migrantes que mueren intentando cruzar el Mediterráneo y a quienes les ayudan, como la ONG Open Arms, TV Boy les dedicó un mural frente a la Barceloneta, que también aparece en la guía.
Desde Madrid, el cuartero de artistas que componen el colectivo Boa Mistura fueron los responsables de crear un mural en uno de los patios de la Modelo, el antiguo centro penitenciario de la calle d’Entença que cesó su actividad en 2017. La obra se puede observar durante las visitas guiadas al interior de la prisión (requieren cita previa; lamodel.barcelona) o desde el exterior de la antigua cárcel. Otro artista madrileño, Ampparito, ironiza dibujando reclusas escalando sobre el muro exterior de la cárcel, y en la ronda de Sant Antoni (a la altura del número 36) utiliza el suelo como lienzo para crear una pista de atletismo con calles torcidas para reflexionar sobre la diversidad de capacidades de las personas.
Reivindicar los “no lugares”
El arte urbano también sirve para dar vida y reivindicar los “no lugares”, un término acuñado por el antropólogo y sociólogo francés Marc Augé que hace referencia a espacios de la ciudad transitorios o menos simbólicos, pero no por ello menos importantes. Desde 2018, un viejo solar de la calle de la Creu Coberta es lugar de culto para los seguidores de Rosalía, que acuden a contemplar el retrato del tamaño de toda una fachada que el artista Uriginal dedicó a la cantante catalana.
También merece una parada el gigantesco mural que homenajea a las personas mayores en Hospitalet de Llobregat (Blocs de la Florida, 3) de la artista Elisa Capdevila. Y en el mismo municipio se pueden ver los protagonizados por los personajes fantásticos de Zosen (calle de Montseny, 127) y la obra Política de lucidez, de Alberto Montes, sobre la fachada de la Fundación Contorno Urbano (Garraf, 31).
Crear obras de arte en la vía pública no siempre está remunerado, por eso muchos de los artistas que aparecen en la guía exhiben en galerías y centros culturales. El Centro Cívico Barceloneta (Conreria, 1) acoge el festival anual Del Mur al Llenç (Del Mural al Lienzo), donde se puede conocer más sobre el trabajo de muralistas locales e internacionales.
Madrid también es grafitera
Además de la guía de street art de Barcelona, la agencia Estudio34 ha editado otra para la capital española que recoge más de 100 murales, en colaboración con algunos de los eventos de arte urbano y contemporáneo más importantes de la ciudad como Urvanity, Arco, Justmad o Artmadrid.
Artistas como Suso33, Okuda, Antonyo Marest, Taquen o Boa Mistura conviven en esta guía con otros como Mina Hamada, Sara Fratini o Dos Jotas.
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