WASHINGTON — La jueza nominada a la Corte Suprema de Estados Unidos, Amy Coney Barrett, no quiso decir el miércoles si la práctica del gobierno del presidente Donald Trump de separar a niños migrantes de sus familias en la frontera con México estuvo mal.
Barrett fue cuestionada por el senador Cory Booker sobre dicha práctica durante su audiencia de confirmación, a lo que respondió que no podía ser arrastrada a un debate en torno a la política de inmigración del gobierno de Trump.
La jueza se ha negado a tomar parte en varios temas —por ejemplo: si el presidente Trump tiene el derecho de postergar las elecciones— argumentando la necesidad de independencia del poder judicial.
El gobierno de Trump separó a más de 2,500 niños migrantes de sus padres en la frontera sur del país durante la primavera y verano de 2018.
La práctica fue ampliamente considerada como inhumana por dirigentes, legisladores y grupos religiosos de todo el mundo, incluido el papa Francisco.
Investigaciones posteriores concluyeron que probablemente miles más fueron separados de sus familias, pero la falta de registro del gobierno hizo imposible saber realmente cuántos.
El gobierno sigue enfrentando un proceso en los tribunales en torno a la política.
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