Cuando falta menos de un mes para el Día de la Inauguración, ese en el que el nuevo presidente de Estados Unidos jura su cargo en las escalinatas del Capitolio, Joe Biden ha estallado contra su rival en las pasadas elecciones acusándole de ejercer una fuerte obstrucción a su equipo de transición de poder. En concreto, el presidente electo ha declarado desde Wilmington (Delaware), donde tiene su residencia, que ni el Departamento de Defensa ni la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés) están colaborando a través de los líderes políticos bajo el mando de Trump con los demócratas para facilitar la transición.
Biden ha distinguido entre los profesionales de carrera intachable que trabajan en estas agencias -quienes están colaborando enormemente- frente a las personas situadas en cargos por el presidente saliente. El comportamiento que han mostrado las agencias gubernamentales ha sido “ejemplar” en la cooperación. Sin embargo, solo ha habido cortapisas por parte de los cargos políticos del Gobierno de Trump en su hora de partida. “No podemos permitirnos malgastar el tiempo”, ha enfatizado Biden.
En opinión de Biden, las cortapisas y los obstáculos que su equipo de transición está sufriendo son cuando menos “una irresponsabilidad”. El próximo mandatario de EE UU hizo estos comentarios después de mantener una reunión con cerca de 20 de sus asesores en materia de seguridad nacional. “En este momento no estamos obteniendo toda la información que necesitamos de la Administración saliente en áreas claves de seguridad nacional”, declaró el demócrata.
El presidente electo insistió en la resistencia que su equipo confronta y advirtió que todos estos retrasos lo único que hacen es abrir brechas para que los enemigos de EE UU puedan entrar por ellas, citando el masivo ciberataque que comprometió el corazón de la Administración norteamericana a principios de este mes.
Tradicionalmente, las administraciones colaboran con el equipo del candidato que gana los comicios para llevar a cabo un traspaso suave de poder, especialmente para preservar la seguridad nacional, pero el actual inquilino de la Casa Blanca, lejos de hacer eso, se niega a reconocer su derrota en las elecciones del pasado 3 de noviembre. Trump insiste en que se ha producido un fraude electoral y ha descartado reunirse con Biden. Tampoco está claro que vaya a asistir a la toma de posesión de su rival.
La tarea que le espera a Biden cuando llegue al poder es de proporciones colosales. No solo tendrá que hacer frente a una pandemia que ya se ha cobrado 330.000 vidas, sino que tendrá que reconstruir una economía que sufre la peor crisis desde la Gran Recesión de los años 30. “Hemos aprendido con gran dolor este año las consecuencias de no estar preparados”, dijo el futuro mandatario en referencia a la crisis de la covid-19.
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