Biden advierte de que las trabas al voto son el mayor desafío de la democracia

El presidente de EE UU, Joe Biden, durante su discurso en Filadelfia.
El presidente de EE UU, Joe Biden, durante su discurso en Filadelfia.Drew Angerer / AFP

Desde Filadelfia, la ciudad en la que se firmó en 1787 la Constitución de Estados Unidos, Joe Biden aseguró este martes que la nación se enfrenta “al mayor desafío de la democracia desde la Guerra Civil”, debido a las maniobras de los republicanos en los Estados en los que son mayoría para restringir el derecho al voto en todo el país, bajo el pretexto de aumentar la seguridad electoral. Los demócratas sostienen que el objetivo es socavar el voto de las minorías en particular. Con emoción y mucha efervescencia, el mandatario declaró entre aplausos y vítores que “no hay nada más patriota que defender el derecho al voto”.

Biden comenzó su alocución recordando cuáles son las tres primeras palabras con las que comienza la Constitución: We the people (Nosotros el pueblo). Con esa idea de autogobierno que proclama la Carta Magna, el presidente declaró que la protección del derecho al voto era el corazón que mueve su presidencia, lo que le llevó a hablar a los norteamericanos desde el Centro Nacional de la Constitución, donde en paneles de cristal está redactada la Carta Magna que nació en Filadelfia.

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Presionado por activistas y demócratas, el mandatario se ha visto obligado a dar un paso al frente y tratar de evidenciar que tiene el músculo político necesario para hacer de este reto una “causa moral” que marque su mandato, a pesar de las enormes dificultades que va a encontrar para poder sacar adelante la Ley del Voto en el Congreso y la llamada Ley de Derechos Electorales John Lewis, ambos proyectos de ley que por mucha exaltación y arenga que exhiba el presidente no tienen un recorrido viable en el Capitolio de Washington.

Porque más allá de apelar a acciones para proteger “el derecho constitucional y sagrado al voto”, la Casa Blanca no ofreció un plan de ruta viable que pueda lograr su objetivo, debido a la necesidad de los famosos 60 votos necesarios para aprobar legislación, conocido como filibusterismo. Hacia finales de junio, la gran reforma electoral a la que aspiraba Biden, moría en el Senado incluso antes de comenzar su debate. El paso por la Cámara de Representantes fue un paseo, ya que los demócratas tienen mayoría. Pero el Senado está partido a partes iguales (50-50), con el voto de desempate en manos de la presidenta de la Cámara, que recae en la vicepresidenta Harris, en cualquier caso insuficiente para alcanzar los 60 sufragios.

“Autoritarias y antiamericanas”

Biden ha calificado las restricciones al voto, que ya han aprobado al menos una docena de legislaturas estatales, de “autoritarias y antiamericanas”. A la vez, la Casa Blanca se comprometió a redoblar su compromiso de utilizar todas las herramientas posibles en su poder para continuar luchando por la protección del derecho fundamental de los estadounidenses a frenar la avalancha de leyes de supresión de votantes.

Pensilvania, donde se encuentra la ciudad de Filadelfia, bastión demócrata, fue en las pasadas elecciones presidenciales de 2020 uno de los campos de batalla en los que Donald Trump, tras su derrota en ese Estado, logró prender la mecha de que los comicios habían sido un fraude “Cosas malas suceden en Filadelfia”, dijo entonces el hoy ya expresidente.

Cuna del primer y segundo Congreso Constitucional, en 1774 y 1775 respectivamente, que concluyeron con la Declaración de Independencia de la metrópoli y precipitaron la Revolución Americana, Filadelfia está cargada de un simbolismo que encaja a la perfección con el discurso del presidente de que negarle a la gente el derecho al voto “es una forma de represión y de censura”.

La Casa Blanca calificó la alocución del presidente como “un importante discurso”, que llegó el día después de que un grupo de demócratas del capitolio de Texas abandonaran su Estado rumbo a la capital de Estados Unidos, para evitar que hubiera quórum en la votación que debía efectuarse ayer. Aterrizados en la noche del lunes en la capital de la nación, los legisladores tenían previsto este martes entrevistarse con la vicepresidenta, Kamala Harris. El objetivo fundamental de estos demócratas es aumentar la presión sobre el presidente y el Congreso para que actúen y aprueben la conocida como Ley del Pueblo y la llamada Ley de Derechos Electorales John Lewis, “para proteger a los texanos, y a todos los estadounidenses, de la batalla nacional que están librando los republicanos seguidores de Trump contra la democracia”.

En Texas, para bloquear el quórum legislativo, no solo se requiere abandonar el capitolio estatal, hay que salir del Estado. Si los legisladores hubieran seguido en Texas, las fuerzas del orden, incluidos los Rangers, podrían haber sido desplegadas para forzarlos a que regresaran al Congreso para proceder a la votación. De momento, el Gobernador de Texas, Greg Abbott, republicano, ha amenazado con detener a los demócratas que huyeron del Estado para romper el quórum en el momento en el que regrese.

Hace solo un mes, los demócratas negaron de nuevo el quórum a la mayoría republicana después de que un plantón en la Cámara de Representantes frustrase el primer impulso para imponer nuevas restricciones de votación en Texas, incluyendo prohibir los centros de votación de 24 horas, nuevos requisitos para el voto por correo y endurecer las condiciones para identificarse, entre una batería de medidas que, según los defensores de los derechos civiles, perjudican especialmente la participación de las minorías raciales en los procesos electorales. “Es el momento de llevar la lucha al Capitolio de nuestra nación. En Texas tenemos las horas contadas. Necesitamos que el Congreso actúe ahora”, dijeron entonces.

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