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Biden amplía el programa de cupones de comida para los 30 millones de estadounidenses que pasan dificultades


La tarjeta electrónica EBT es en el Estados Unidos del coronavirus el equivalente a los antiguos cupones de alimentos, o a la aún más vetusta cartilla de racionamiento. Dinero de plástico para comprar comida en la mayoría de los supermercados del país; el subsidio de beneficencia actualizado por la pandemia. Acuciado por un horizonte de empobrecimiento de la población cuando el virus, lejos de remitir, sigue matando, el presidente Joe Biden ha firmado este viernes dos nuevas órdenes ejecutivas, la primera de ellas para aumentar la ayuda alimentaria a millones de estadounidenses, muchos de los cuales engrosan las colas ante los bancos de alimentos. La segunda eleva a los 15 dólares la hora el salario de los empleados de la Administración federal, más del doble que el actual (7,25), congelado además desde 2009. “No podemos y no vamos a permitir que la gente pase hambre”, ha dicho Biden al anunciar las nuevas medidas. “Es una obligación moral y un imperativo económico, [porque] los beneficios van a superar con creces el coste”.

La crisis económica se está agudizando, avisó Biden, porque además “no podemos hacer nada para cambiar el curso de la pandemia en los próximos meses”. “Tenemos herramientas para ayudar a la gente, así que usémoslas. Debemos actuar decisiva y audazmente, como si estuviéramos en una emergencia nacional; y hacerlo unidos, como estadounidenses, no como demócratas o republicanos”, subrayó el presidente en una breve alocución antes de firmar los decretos.

A la espera de que el Congreso vote el ambicioso plan de ayudas de emergencia por 1,9 billones de dólares que presentó el jueves pasado, Biden sabe que no hay tiempo que perder y, en su segundo día completo en la Casa Blanca, ha vuelto a dejar patente la prioridad de su mandato, ese apoyo explícito a las comunidades más afectadas, a las familias y las pequeñas empresas amenazadas de cierre. Ampliar la moratoria contra los desahucios y la del pago de la deuda de los estudiantes universitarios -una carga insoportable, como el demócrata denunció repetidamente en campaña- son otras medidas, que al formularse vía orden ejecutiva evitan la demora de una tramitación parlamentaria.

Evaporado el rayo de esperanza que enmarcó su toma de posesión como presidente, Wall Street abrió este viernes en rojo y el Dow Jones de Industriales, su principal indicador, se dejaba un 0,59 % tras haber alcanzado esta semana niveles récord. Según los analistas, la euforia del mercado por la investidura choca ya de plano con la realidad de Washington, es decir, las dificultades que el nuevo presidente puede encontrar en el Congreso para sacar adelante el nuevo paquete de estímulos. A la reticencia de los republicanos se suma la de algunos demócratas, como el senador Joe Manchin, que ha cuestionado la cuantía del plan. La Administración planea debatir el lunes con un grupo de senadores la necesidad de aprobar esa ayuda.

“Casi 30 millones de estadounidenses sufren por no tener suficiente para comer”, dijo Brian Deese, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, en una reunión con periodistas previa al anuncio de las medidas. “Esto incluye a uno de cada cinco adultos negros y latinos, según el cómputo más reciente”. Uno de cada siete hogares pasa dificultades para comer adecuadamente. En un país donde las escuelas hoy cerradas proporcionaban comidas diarias a los estudiantes de familias desfavorecidas, se estima que alrededor de 12 millones de niños tampoco comen lo suficiente, de ahí la insistencia del presidente en reabrir los colegios cuanto antes, en sus primeros 100 días de mandato, una vez garantizadas las salvaguardas sanitarias decididas por su Administración.

Biden también quiere aumentar en un 15% la cantidad de dinero que el Gobierno deposita en las tarjetas EBT (siglas de Electronic Benefit Transfer) “para reflejar correctamente el coste de las comidas perdidas” por el cierre de las escuelas, subrayó Deese. Actualmente se ingresan hasta 5,7 dólares al día por niño en edad escolar. De la miseria pandémica no se libran los barrios acomodados, a la vista de la multitud de establecimientos en zonas acomodadas de Nueva York que aceptan, con carteles bien visibles, el pago mediante la EBT. Biden también solicitará al Departamento de Agricultura que amplíe su programa de alimentos para personas y familias de bajos ingresos y sin ingresos, conocido como SNAP en sus siglas inglesas, y uno de los pagaderos con la tarjeta EBT.

Con todo, se trata de una ayuda insuficiente, subrayó el jefe del Consejo Económico Nacional, un puesto que en su día ocupó Janet Yellen, la designada secretaria del Tesoro, que este viernes logró la aprobación unánime del comité de Finanzas del Senado como aval previo a la votación del pleno. “Estas son acciones concretas y ayudarán a las familias que necesitan asistencia ahora mismo. Pero no son suficientes para solucionar la crisis alimentaria que afrontamos”, admitió Deese. “De ahí la necesidad de un plan de rescate para la economía”, cuyas negociaciones comenzarán pronto en el Congreso.

La nueva Administración quiere también cerciorarse de que las ayudas directas aprobadas por el Congreso en diciembre, un modesto paquete de 900.000 millones de dólares, lleguen verdaderamente a las familias menesterosas, pues según el Consejo Económico Nacional, se han registrado problemas “para recibir la primera ronda de pagos directos, hasta ocho millones de hogares beneficiarios no recibieron los pagos”. Las irregularidades no resultarían de extrañar, si se tiene en cuenta que el equipo de Biden ha constatado a su llegada a la Casa Blanca la ausencia de un plan integral, sistemático, de vacunación.

Si 30 millones de estadounidenses pasan dificultades para comer, cerca de 18 millones viven de las prestaciones por desempleo, cuya tasa se situaba en diciembre en el 6,7%, casi el doble que un año antes (3,5%). Este subsidio se ha prorrogado hasta finales de septiembre, así como la posibilidad de tomarse una baja remunerada por enfermedad en caso de covid-19. Los trabajadores más precarios, los más expuestos al contagio -con sobrerrepresentación de afroamericanos y latinos-, evitaban en muchos casos realizarse la prueba del coronavirus para poder seguir trabajando. “Los trabajadores no deberían verse obligados a elegir entre el empleo y la salud”, ha dicho Biden en la Casa Blanca.

Como prometió que haría en el lapso de sus primeros 100 días de mandato, Biden firmó este viernes otra orden ejecutiva que obliga a la Administración federal a pagar, como mínimo, 15 dólares la hora -desde 2009 estaba congelada en 7,25- y a garantizar a los empleados la baja remunerada. “Estas medidas ayudarán a hacer del Gobierno federal un empleador modelo y restablecerán las protecciones sociales de los funcionarios de carrera que son tan esenciales para el país”, dijo el Consejo Económico Nacional en una nota.

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