Podemos decir, sin demasiado temor a errar mucho, que Fernando VII ha sido uno de los peores reyes de la historia de España, y uno de los más lesivos para los intereses de su pueblo, que no los suyos propios.
Hijo de Carlos IV, nació en El Escorial, en 1784. Como Príncipe de Asturias, siempre tuvo mala relación con su padre, contra el que conspiró y por lo que fue condenado, aunque finalmente obtuvo el perdón de su progenitor.
Aun así, derribó al valido Godoy del poder en el Motín de Aranjuez y destronó a Carlos IV en 1808, año en que accedía a la corona española para verse desposeído de ella por la invasión de Napoleón, que le llevó a Bayona con la obligación de devolver la corona a su padre para que abdicara el trono en favor de José I Bonaparte.
Fernando VII como rey de España
Recluido en Francia, el pueblo español asumió la resistencia contra la ocupación francesa en un proceso que condujo a la creación de las Cortes de Cádiz, donde se elaboró en 1812 la primera Constitución española llamada popularmente la Pepa durante la Guerra de la Independencia entre 1808 y 1814.
Sin embargo, pese a que su cautiverio lo transformó en el Deseado como ejemplo de las aspiraciones nacionales, una vez recuperó el trono tras el Tratado de Valençay en 1813, el monarca no cumplió las expectativas de su pueblo.
La primera decisión fue aceptar la invitación del grupo reaccionario del Manifiesto de los Persas para restablecer la monarquía absoluta. Luego, eliminó la Constitución y todo cuanto había sido reformado por las Cortes de Cádiz.
A partir de 1814, Fernando VII lideró un movimiento que restauró las caducas estructuras del Antiguo Régimen, a lo que añadió una represión bastante violenta y agresiva contra los movimientos llamados de inspiración nacional.
Fernando VII vivió de espaldas a lo sucedido en 1808, agravó los problemas financieros del país por los privilegios fiscales y no tocó nada del sistema tributario tradicional pese a su insuficiencia. Al mismo tiempo, España perdía protagonismo en el gran escenario internacional.
También durante su reinado fue incapaz de reaccionar ante la emancipación de las colonias americanas, cuando prácticamente todas consolidaron su independencia.
Además, en 1820 reunió en Andalucía un ejército expedicionario que puso en marcha un proceso revolucionario. Este el hizo aceptar la Constitución de 1812 durante lo que se conoció como Trienio Liberal, hasta 1823.
Fingió admitir el papel de monarca constitucional, pero hizo cuanto estuvo en su mano para que el régimen fracasara obstaculizando todas las reformas surgidas de la Corte. Todo ello propició una nueva invasión francesa que le repuso como rey absoluto en 1823.
Hasta su muerte en 1833, apareció la Ominosa Década, en la que se vengó de cualquier atisbo de liberalismo, perdió todo el imperio español americano y aprobó la Ley Sálica, gracias a la cual las mujeres podían heredar el trono, lo que llevó al poder a su hija Isabel II de España años más tarde.
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