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Biografía de la joven heroína acusada de brujería

Juana de Arco, también conocida como la Doncella de Orleans, fue una joven campesina que tuvo un papel crucial en la Guerra de los Cien Años, por el que se la considera una heroína en Francia. Un grupo de nobles franceses aliados con los ingleses la capturaron en mayo de 1430, y fue declarada culpable por varias acusaciones.

El 30 de mayo de 1431 el duque Juan de Bedford la quemó en la hoguera de Ruan, cuando tenía 19 años. En 1456 el papa Calixto III autorizó un tribunal inquisitorial que analizó el juicio, anuló los cargos que pesaban en su contra y nombró a Juana de Arco mártir. En 1909 fue beatificada y en 1920 se le canonizó.

¿Qué fue la Guerra de los Cien Años?

La Guerra de los Cien Años fue un conflicto armado entre Inglaterra y Francia que comenzó en mayo de 1337 y finalizó en octubre de 1453. Duró 116 años. Tras el ascenso al trono de Inglaterra de Enrique II en 1154, los monarcas ingleses habían acumulado un gran número de de territorios franceses.

El conflicto empezó por resolver el asunto de quién controlaría estas tierras. Inglaterra salió victoriosa, y las tropas inglesas tuvieron que retirarse de las tierras francesas, a excepción de la ciudad de Calais.

Biografía de Juana de Arco

Juana de Arco nació en el seno de una familia campesina acomodada en enero de 1412, cuando las batallas entre Inglaterra y Francia estaban en su punto más álgido. Se enfrentaban Enrique VI de Inglaterra y Carlos VII.

Cuando tenía 13 años empezó a experimentar una serie de fenómenos divinos, y la joven afirmó haber visto a Santa Margarita, San Miguel y Santa Catalina. Unas visiones que decidieron su futuro ya le llevaron a seguir una vida «piadosa y devota». Pocos años más tarde, Dios le ordenó que ayudará a Francia a recuperar el trono.

En 1428 se dirigió hacia el lugar donde estaban las tropas de Carlos VII, Vaucouleurs, y pidió alistarse en las filas. Sin embargo, le rechazaron. Pero ella siguió insistiendo. Varios meses después el ejército francés se trasladó al municipio de Chinon después de que los ingleses se hicieran con el poder en el asedio de Orlenas.

Juana de Arco fue hasta allí y le pidió al propio Carlos VII que le permitiera formar parte de sus tropas para informarle de cuál era la situación. Teniendo en cuenta que el ejército francés estaba cada vez más debilitado frente a los ingleses, Carlos VII aceptó su petición.

En 1429, después de una orden divina, la joven dirigió el ejército de más de 5.000 hombres, lo que permitió la coronación simbólica de Carlos VII como rey de Francia. Francia empezó a ganar posiciones frente a Inglaterra gracias a esta victoria, y poco a poco fue recuperando los territorios perdidos.

Condenada a muerte por herejía

Una vez cumplida su misión, quiso volver a casa. Sin embargo, el batalla de Compiègne fue capturada por el duque de Borgoña el 24 de mayo de 1430. Luego, la vendió al ejército inglés para que la procesaran. Trasladaron a Juana de Arco a Ruán, donde un tribunal eclesiástico la juzgó. La joven aseguró que las voces que oía eran divinas y que procedían de Dios y de los santos. Pero el tribunal afirmó que las voces no eran divinas, sino que eran del diablo, y la acusó de brujería.

El juicio duró cerca de tres meses, durante los cuales el tribunal eclesiástico no le dio ninguna posibilidad de defenderse a Juana de Arco. Los historiadores indican que Carlos VII, a pesar de la gran ayuda que recibió de la joven, tampoco hizo nada para ayudarla.

Finalmente la condenaron a muerte. El 30 de mayo de 1431 fue quemada en la hoguera en la plaza de Ruán. No fueron las llamadas las que acabaron con su vida, sino el monóxido de carbono por la combustión de la leña que se utilizó para encender la hoguera.

Sus cenizas se arrojaron al Sena para evitar que sus restos atrajeran a personas que quisieran rendirle culto. 23 años más tarde su familia pidió que se analizara de nuevo el caso, y el Papa Calixto III nombró a una comisión para hacerlo. Esta comisión declaró que los jueces que habían condenado a Juana de Arco eran herejes.

En 1909 el Papa San Pío X la beatificó en la catedral de Notre Dame. En 1920 el Papa Benedicto XV la declaró santa en una ceremonia de canonización en la Basílica de San Pedro a la que acudieron entre 60.000 y 70.000 personas. En 1920 también fue declarada patrona de Francia.

A pesar de haber transcurrido varios siglos desde su muerte, continúa siendo un completo misterio el por qué oía voces. Expertos creen que podría haber sufrido alguna enfermedad, como la esquizofrenia.


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