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Blinken elogia la política migratoria de Colombia, que busca cerrar las heridas abiertas en su relación con EE UU

Iván Duque y Antony Blinken se saludan durante una declaración conjunta desde la Casa de Nariño, en Bogotá.Mauricio Dueñas Castañeda (EFE)

La política hacia los migrantes venezolanos se encamina a convertirse en uno de los principales legados del Gobierno de Iván Duque, y su mejor baza diplomática. De paso por Bogotá, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha destacado la “generosa” acogida desplegada por Colombia como un “modelo para la región y para el mundo”, luego de reunirse con el presidente en la Casa de Nariño. Con su visita de dos días, que concluye este jueves, el jefe de la diplomacia norteamericana se convirtió en el más alto funcionario del Gobierno de Joe Biden en haberse reunido con Duque, un aliado clave en América Latina empeñado en limar asperezas con la Casa Blanca.

“Colombia ha demostrado una enorme generosidad al recibir a unos dos millones de migrantes venezolanos desplazados por la actual crisis humanitaria en Venezuela”, señaló Blinken el miércoles al darle prioridad a ese tema –también asistió a una Conferencia Ministerial sobre Migración con 17 cancilleres de la región–, en medio de una agenda diversa que incluyó la implementación del acuerdo de paz, la política antidrogas, derechos humanos y cambio climático.

En su declaración conjunta con Duque, el jefe de la diplomacia estadounidense destacó a Colombia como “uno de los aliados más importantes” de su país y “la piedra angular de nuestro hemisferio compartido” –una frase que suele usar Biden, que en su dilatada carrera ha apoyado decididamente tanto el Plan Colombia como el acuerdo de paz con las FARC–. Duque aprovechó el espacio para redoblar sus críticas a la “dictadura oprobiosa, corrupta y narcotraficante” de Nicolás Maduro en la vecina Venezuela, un Gobierno que no reconocen ni Bogotá ni Washington. Colombia, por mucho el principal destino de una diáspora de más de cinco millones de venezolanos, ha puesto en marcha un elogiado estatuto temporal de protección, con una vigencia de diez años, que se propone regularizar a cerca de un millón de venezolanos indocumentados que ya se encuentran en su territorio.

Durante su encuentro en la Casa de Nariño, Duque y Blinken escenificaron una alianza sin fisuras, pero diversos observadores apuntan que, más allá de las declaraciones elogiosas, el difícil momento que atravesaron las relaciones bilaterales el año pasado solo se puede dar plenamente por superado cuando se produzca un encuentro entre los dos mandatarios. Consultado sobre esa posibilidad, el secretario de Estado solo declaró que el presidente Biden le pidió que fuera a Colombia en su primer viaje a Sudamérica. “Nosotros y él vemos en el presidente Duque un gran amigo de Estados Unidos”, añadió.

Las fricciones, sin embargo, se remontan hasta el propio proceso electoral que llevó al demócrata al poder. Duque, que cultivó el estatus de socio privilegiado de Donald Trump, fue también uno de los primeros presidentes de la región en reconocer la victoria de Biden en las traumáticas elecciones del pasado noviembre. Fue un primer esfuerzo por cerrar las heridas que dejó el indisimulado apoyo del Centro Democrático, el partido de Gobierno fundado por el expresidente Álvaro Uribe, a la fallida campaña de reelección del republicano en el crucial estado de la Florida –salpicada de desinformación y alusiones al “castrochavismo”–. Desde entonces, la Casa Blanca se ha comunicado con otros presidentes latinoamericanos antes que con el colombiano, como había sido tradición. La pregunta sobre el costo de esa injerencia, que irritó a muchos líderes demócratas, ha planeado sobre la diplomacia colombiana.

En los meses finales de su Gobierno –su mandato concluye el próximo 7 de agosto–, Duque ha intensificado una actividad diplomática que lo ha llevado a Corea del Sur, España, Estados Unidos en dos ocasiones y Brasil a comienzos de esta semana. La prioridad es recomponer la relación con Washington. Colombia incluso ha alineado su agenda con la de la Administración demócrata, al poner el foco en la migración y el cambio climático –en lugar de la seguridad y la lucha contra el narcotráfico–. Pero a pesar de que ya sostuvieron una conversación telefónica, Duque aún no ha conseguido retratarse junto a Biden.

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“Me sorprendería que Biden se encontrara con Duque, al menos antes del último segundo posible. Pero eso se debe principalmente a un gran problema político: la intromisión del partido de Duque en las elecciones estadounidenses. A nivel ministerial y operativo, la relación es más estrecha que nunca”, señala Adam Isacson, director para Veeduría de Defensa en la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés) y experto en las relaciones binacionales. “Una foto de Biden y Duque sonrientes enviaría el mensaje de que no hay consecuencias por la intromisión electoral”.

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