Bocadillos requisados en frontera por el Brexit

Un ferri de la compañía Stena Line, el pasado día 21 en el puerto de Róterdam.
Un ferri de la compañía Stena Line, el pasado día 21 en el puerto de Róterdam.PIROSCHKA VAN DE WOUW / Reuters

Un grupo de camioneros neerlandeses toman un refrigerio en una gasolinera en ruta hacia el puerto de Róterdam (Países Bajos), el mayor de Europa, y coinciden en que la incertidumbre ante el fin del periodo de transición del Brexit, el 1 de enero, es general. “Nosotros estamos al final de la cadena y preparados; ya veremos qué tal va todo”, repiten casi a coro.

En sus vehículos hay carga variada, desde alimentos y flores hasta mercancía seca destinada al sector industrial. Desde este viernes, todos los transportistas tendrán que llevar consigo un permiso de exportación en regla para moverse fuera del espacio comunitario si quieren cruzar al Reino Unido. Si no, tendrán que dar media vuelta, y apurarse para lograrlo en el plazo de 24 horas mientras sus vehículos están aparcados en las plazas extra dispuestas ya para ello.

“Entre las cuatro y las seis primeras semanas de enero habrá congestión en el puerto, sobre todo debido a las firmas pequeñas, que tal vez no se hayan puesto al día a tiempo”, calcula Bob van’t Klooster, portavoz de la aduana portuaria. Para afrontar la nueva situación, el servicio ha sumado 900 empleados más a los 1.200 ya en activo. Estiman que una de cada cuatro compañías no tendrá algún documento. “Si bien puede parecer que las compañías de menor tamaño son más fáciles de controlar, se trata de bastantes camiones con muchos productos de toda clase y pueden crear atascos considerables”, afirma. Y luego añade: “El acuerdo comercial del Brexit es una buena noticia. En la aduana estaremos preparados el 1 de enero para esta nueva situación histórica, y urgimos a las empresas a que hagan lo mismo”. Para contener el efecto de lo que se avecina, una buena relación entre ambas orillas será esencial.

Una fuerte lluvia descargaba estos días sobre el puerto de Róterdam, donde se respira cierto ambiente de incertidumbre, ahora más controlada gracias al pacto comercial alcanzado entre el Reino Unido y la UE a días del fin del periodo de transición que evita un Brexit duro. El puerto tiene cinco terminales de ferri en varios puntos, y unos 10.000 camiones son llevados a diario a enclaves británicos como Harwich, Killingholme, Immingham o Hull. Desde Hoek van Holland, que forma parte del complejo portuario y es también una localidad que mira al embarcadero, la compañía naviera Stena Line hace tres viajes diarios a puertos británicos, y Ruud Nijhout, portavoz de la empresa, explica la situación de este modo: “Se puede embarcar en un minuto, pero imagínese 250 camiones en fila esperando y los transportistas sin los papeles en orden”. Con una playa de 3,5 kilómetros de largo y 250 metros de ancho, muy popular en verano, la economía local arriesga a su vez mucho con el Brexit, y si hay algo que nadie desea son las carreteras llenas.

Las actividades portuarias suman el 6,2% del PIB neerlandés, y por los muelles de Róterdam pasan 40 de los 54 millones de toneladas anuales de carga que se mueven entre ambos países, de ahí que sus responsables lleven dos años preparándose para el Brexit. Una visita en barco por el puerto —un servicio ahora anulado por la pandemia— puede durar dos horas y media y llega hasta la zona de contenedores, pero solo abarca una fracción de sus 42 kilómetros de longitud total, aprovechada también para almacenar aceites, productos químicos o crudo.

En 2019, el puerto trasladó un total de 469 millones de toneladas de bienes y casi 15 millones de contenedores. De sus terminales, entraron y salieron por mar 29.491 buques, y otros 100.000 barcos arribaron de rutas fluviales, y entre empleos directos e indirectos dio trabajo a 385.000 personas. En un complejo de este tamaño, que recibe también cargamentos de otros Estados miembros de la UE destinados al Reino Unido, el reto de aplicarle a partir del 1 de enero las normas aduaneras de países que no son socios comunitarios se ha afrontado de dos maneras: un sistema digital de notificación previa del vehículo y su mercancía para acceder al ferri, y un ensayo general de los nuevos controles fronterizos sobre el terreno.

La notificación previa ha sido publicitada con el envío de 80.000 cartas a empresas neerlandesas para que estén preparadas. Pero, sobre todo, a través de una campaña más amplia y una página web específica llamada en inglés Get Ready for Brexit (prepárate para el Brexit), que explica los pasos necesarios para tenerlo todo a punto.

El ensayo general se ha traducido en una serie de simulaciones destinadas a analizar qué pasará si llegan los camiones sin los requisitos aduaneros en orden. “En un día cualquiera, salen de las cinco terminales entre 2.500 y 3.000 vehículos de carga en dirección al Reino Unido. Estas últimas semanas ha sido casi un 30% más, porque parece que los británicos hacen especial acopio de productos”, dice Leon Willems, portavoz de asuntos financieros y accesibilidad de la Autoridad Portuaria. “Suele ocurrir en Navidad, pero ahora influye también la cercanía del fin del periodo de transición del Brexit. En las simulaciones, calculamos que unos 250 vehículos podrían llegar a diario sin los formularios completos, y como el acceso al transbordador no se puede taponar, hemos acondicionado 700 nuevas plazas de aparcamiento”, añade.

Las obstrucciones de ida y vuelta vuelven a ser aquí la congoja a evitar. Willems cree que en el puerto se han preparado lo mejor posible, pero necesitan la colaboración de los sectores logístico y de transporte porque gestionan una cadena ahora bien engrasada. Con el Brexit, “habrá que seguir trabajando igual, como hacemos con los países de fuera de la UE”, dice.


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