Novias y novios pendientes de un decreto de la Generalitat hasta el último segundo para saber si el “sí, quiero” se tenía que posponer para más adelante. Con todo preparado, la ceremonia, los vestidos, los detalles, las flores, el convite… El cierre de bares y restaurantes decretado por la Generalitat dentro de un paquete de medidas restrictivas contra el incremento de los contagios de coronavirus ha tenido muchos efectos colaterales. Uno, la cancelación de bodas.
Algunas de forma total y aplazándolas a 2021. Otras, celebrando solo la ceremonia civil o religiosa y posponiendo el convite para cuando se levanten las restricciones. Tanto en uno como en otro caso, las cancelaciones han supuesto un disgusto notable para novios, familias y amigos. Amén de los salones y restaurantes donde se iban a celebrar que han tenido que afrontar como han podido la súbita cancelación con las neveras a rebosar.
En Villa Bugatti, unos salones de bodas y eventos de Cabrera de Mar, este fin de semana han cancelado dos bodas: “El verano empezó bien y en septiembre también trabajamos bien. Ahora, con estas restricciones, ya se ha acabado la temporada”, apunta Montse, directora comercial de la empresa que también ha visto como, para noviembre y diciembre, tampoco entran las reservas de cenas y comidas de Navidad de las empresas. “Un desastre”, resume.
Ana Hidalgo y Oriol Casamitjana ya habían elegido la fecha de su boda, el 17 de octubre, desde enero. Se iban a casar en Sant Vicenç de Montalt. “En febrero empezamos los trámites del registro y nos dieron hora para mayo. Pero como estábamos en estado de alarma llamamos para ver qué pasaba. Nos saltaba un contestador diciendo que todo se había anulado. La verdad es que no sabíamos qué hacer”, recuerda Ana. El registro dio señales de vida el 13 de julio: “Insistimos en sí estaría todo a tiempo porque la fecha era el 17 de octubre. Nos dijeron que sí. Y tuvimos el expediente listo a principios de septiembre, parecía que todo iba a salir bien, aunque también tuvimos que modificar la distribución de los invitados en las mesas porque se bajó de diez a seis por la normativa”.
Enlaces aplazados a 2021 o en dos tiempos por el coronavirus
A mediados de septiembre, la pareja pactó con el salón una segunda fecha por lo que pudiera pasar. Ya todo estaba listo —incluido el autocar para 30 de los 70 invitados— cuando los contagios empezaron a crecer en Cataluña. Con todo, no perdieron la esperanza hasta el final: “No hemos tenido otro remedio que pasar al plan B y nos casaremos en la segunda fecha, en abril del año que viene. Bueno… esperamos lograrlo”, ironiza, después de haber superado el disgusto.
La boda de Ana y Oriol no es la única que han anulado en el Turó del Sol, donde iban a celebrar la ceremonia y el convite. “Este año ha sido el de las cancelaciones. Hoy [por el viernes] hemos cancelado una y para el último fin de semana de octubre había otras que también se han anulado. Muchas se han trasladado a 2021 directamente y hay parejas que han anulado dos veces este año: una, en primavera y ahora. Un desastre”, explica Daniel Conesa, responsable de la empresa que estaba enfrascado en llegar a acuerdos con los proveedores.
El caso de Beth Lolo y Nacho Galobart es distinto: han decidido celebrar la ceremonia este sábado en el monasterio de Sant Cugat y aplazar el convite al 21 de noviembre. “Aguantamos a cancelar la comida hasta el último minuto, hasta que se publicó el decreto en la medianoche del jueves. Los dos estábamos de acuerdo en luchar hasta el final”, explica Beth. La fecha ya la habían fijado desde el año pasado y no podían imaginarse nunca lo que iba a ocurrir a 48 horas de su enlace. “La verdad es que varias amigas han tenido que cancelar sus bodas este año”, cuenta.
Los salones de bodas coinciden en que este año ha sido ‘desastroso’
De los inicialmente 222 invitados, confirmaron 156 y en la última semana diez desistieron por miedo a la covid, concreta. Ya lo tenían todo listo y los coches llenos con los detalles para las mesas, a punto para llevarlos al restaurante. Con el disgusto de la vida, en la noche del jueves enviaron un whatsapp a todos los invitados diciéndoles que se mantenía la ceremonia religiosa pero que no tenían otra opción que aplazar el convite para dentro de un mes. Superada la frustración, intenta ver el vaso más bien lleno: “Vamos a mirar lo positivo, nos vamos a casar dos veces. Es como una boda en dos tiempos. Y yo me pondré el vestido de novia dos veces”.
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