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Bolivia sufre la peor epidemia de dengue en diez años

EL PAÍS


Una de las salas del Hospital del Niño en Santa Cruz, saturada de pacientes con dengue este martes.Juan Carlos Torrejón (EFE)

La muerte de tres bebés el mismo día mostró la gravedad de la epidemia de dengue que sufre Bolivia, en particular en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Ya se la considera la peor en diez años. Los niños, de apenas meses, murieron a las puertas de los hospitales, que no pudieron atenderlos por falta de espacio y recursos. Todos los hospitales cruceños han colapsado con los casi 5.000 casos confirmados y los aproximadamente 25.000 casos sospechosos que hay en esta ciudad, la más afectada por el brote. También se han registrado casos en otras ciudades bolivianas de clima tropical. La enfermedad se transmite por la picadura del mosquito Aedes aegypti.

“Los niños llegan sangrando y los médicos no alcanzan. Los niños están falleciendo por diferentes circunstancias, porque llegan en un muy mal estado general y aquí se hace lo que se puede”, declaró a la prensa Milkar Cáceres, la jefa de Emergencias del Hospital del Niño de Santa Cruz de la Sierra. El dengue se transforma con mayor facilidad en dengue grave o hemorrágico en los menores de 12 años. Se supone que el serotipo que está circulando es el DENV-2. Si se infectan con él personas que previamente han sufrido la enfermedad, pero a causa de otro serotipo, también pueden desarrollar dengue grave. Además de los tres pequeños niños que murieron el lunes pasado, se han registrado oficialmente otros 11 fallecidos desde principios de este año, cuando comenzó la epidemia. La mitad eran niños.

La historia de uno de los bebés fallecidos, que no había cumplido dos meses, conmovió a todo el país. Su madre, Mary Inés Cortez, ignorando que había una epidemia, se trasladó con toda su familia de un pueblo situado a 800 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, en busca de un mejor parto y una atención posnatal adecuada. “El sábado empezó con fiebre y el domingo la llevé al centro de salud donde la atendieron, pero no me la transfirieron a un hospital de segundo nivel. Según ellos, con el medicamento que le colocaron le iba a pasar la fiebre”. Como eso no pasó, el lunes acudió de nuevo. “Ya me la atendieron bien y la reanimaron dos veces para poder transferirla al hospital de Los Pocitos, pero ya llegó sin signos vitales; había fallecido en la ambulancia. Vine (a Santa Cruz) para buscar mejor atención y la voy a llevar en un cajón”, explicó la madre a medios locales.

El pasado fin de semana, autoridades municipales de la Gobernación de Santa Cruz y del Gobierno central pactaron una tregua en sus rencillas políticas y realizaron una “minga” –que es como se llama localmente al trabajo voluntario colectivo– para destruir casi un millón de criaderos de mosquitos ubicados en jardines, techos y parques. El Aedes aegypti pone sus huevos en agua limpia, así que cualquier recipiente que contenga la lluvia constituye un potencial peligro para la expansión de la enfermedad.

Los cruceños piden que el Gobierno de Luis Arce declare la emergencia sanitaria, lo que no ha ocurrido aún. Una declaratoria de este tipo tiene consecuencias presupuestarias importantes, y el país se encuentra en un momento económico delicado. Los subsidios a los carburantes, cuyos precios han subido en todo el mundo, pero se mantienen estables en Bolivia, significan una fuerte carga para el tesoro público.

Esta epidemia de dengue llegó cuando Bolivia comenzaba a salir de la pandemia de la COVID-19, que ya no es la primera preocupación de salubridad del país. Las enfermedades tropicales como el dengue son crónicas en Bolivia y han sido consideradas por varios economistas como uno de los principales obstáculos para su desarrollo económico. Su erradicación es difícil porque mantener a los mosquitos a raya no solo requiere de grandes recursos, sino también de una mayor educación y mejores condiciones de vida de la población.

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