El presidente Jair Bolsonaro, que llegó al poder en Brasil en 2019 con un discurso que prometía acabar con la vieja política, ha entregado este martes su ministerio más preciado a un veterano parlamentario que encarna todo lo que, a su juicio, entonces apestaba y prometía eliminar. El senador Ciro Nogueira, de 52 años, será el nuevo ministro de la Casa Civil, el encargado de coordinar a los miembros del Gobierno. Con la vista puesta en la reelección, Bolsonaro prefiere olvidar que en la última campaña de las presidenciales Nogueira le criticó por “fascista y por tener prejuicios” además de alabar a Luiz Inácio Lula da Silva como “el mejor presidente de este país”.
El presidente Bolsonaro, un populista de extrema derecha, protagoniza un notable contorsionismo político para conseguir un segundo mandato dentro de 14 meses. Con este nombramiento, culmina su acercamiento al Centrão de Nogueira, (el gran centro, en portugués). Hasta ahora, la sensible cartera estaba en manos de un general retirado.
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Cuando Bolsonaro se lanzó a la campaña electoral para la Presidencia tras tres décadas como mediocre parlamentario, también tenía opiniones contundentes sobre el poderoso Centrão, una constelación amorfa de partidos sin ideología que dan apoyo en el Congreso al presidente de turno a cambio de cargos públicos con presupuesto. El Centrão “es la nata de todo lo que apesta”, dijo Bolsonaro entonces sobre los socios a los que ahora ha integrado en el corazón de su Gabinete. Ambas partes defienden sin pudor este matrimonio de conveniencia. Es lo que la analista Carol Pires definía en un artículo como “un show de chantajes con todo (lo necesario) para acabar en tragedia”.
Aunque Bolsonaro ha perdido popularidad en los últimos tiempos por la pandemia, que ha matado a 550.000 brasileños, y la resurrección política de Lula, los bolsonaristas más fieles justifican el constante incumplimiento de promesas con el argumento de que el sistema impide los cambios necesarios.
Esta designación confirma también el entierro definitivo de la lucha anticorrupción como bandera política. El nombramiento de Nogueira supone la entrada por la puerta grande en el Gabinete de un político investigado en la macroinvestigación de Lava Jato. El próximo ministro fue acusado en 2020 por la Fiscalía General del Estado de recibir un soborno de la empresa constructora Odebrecht de siete millones de reales, más de un millón de euros.
El senador Nogueira, hijo, nieto y yerno de políticos de larga trayectoria, ha agradecido al mandatario en un tuit el nombramiento, aún pendiente de formalizar: “Acabo de aceptar la honorable invitación para asumir el cargo ministro de la Casa Civil del presidente @jairbolsonaro. Pido la protección de Dios para afrontar este desafío”, ha escrito Nogueira. Es el ministerio que Lula encomendó a Dilma Rousseff en su segundo mandato, antes de designarla su heredera política.
Nogueira pertenece al partido Progresistas, cuyos diputados son, pese al nombre, conservadores. En Brasil es frecuente que las formaciones políticas sean bautizadas con nombres que poco o nada tienen que ver con el perfil de sus parlamentarios.
Bolsonaro, que de joven abandonó las Fuerzas Armadas para entrar en política, logró presentarse en la campaña electoral de 2018 como un antisistema que prometía acabar con la tradicional política de intercambio de favores tan arraigada en Brasil. Pero en cuanto empezaron a surgir los primeros problemas —investigaciones judiciales y falta de respaldo parlamentario para sacar adelante sus planes— inició su acercamiento al Centrão.
El primer paso fue nombrar a algunos de sus diputados en puestos secundarios de la Administración con jugosos presupuestos. Después apoyó a sus candidatos a las presidencias tanto de la Cámara de Diputados como del Senado. Ambos fueron elegidos. Especialmente vital para cualquier presidente de la República brasileña es tener el respaldo del presidente de la Cámara de Diputados porque no importa cuántas peticiones de impeachment se acumulen, es la persona que tiene el poder de iniciar su tramitación.
El actual, Arthur Lira, es un estrecho aliado del nuevo ministro de la Casa Civil que tiene guardadas en un cajón más de un centenar de solicitudes para someter a Bolsonaro a un juicio político. Dilma cayó al perder el apoyo del Centrão, que en cambio mantuvo a su vicepresidente y sucesor, Michel Temer, en el cargo pese a la avalancha de sospechas por corrupción.
Bolsonaro ha tenido que renunciar a sus ministros más ideológicos en los últimos meses mientras los militares retirados mantienen sus carteras y enorme influencia. La misión del nuevo ministro de la Casa Civil es, además la de neutralizar las peticiones de impeachment, garantizar apoyo parlamentario para sacar adelante los proyectos legislativos y reducir en la medida el desgaste del Gobierno por la comisión de investigación sobre la pandemia, que ha descubierto indicios de corrupción en la compra de vacunas además de documentar la indiferencia e ineptitud que han marcado la gestión de la crisis sanitaria.
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