Bombas, la estrategia de terror que usan grupos criminales en zonas indígenas

Por Ángeles Mariscal

Chiapas. El 7 de julio a las 4 de la tarde, Alejandro Aguilar vio volar el techo de su casa, la puerta de entrada, y todos los utensilios que tenía en la cocina y la sala. Él, su esposa y sus cinco hijos, llevaban más de 12 horas escondidos en el cuarto trasero de su vivienda ubicada en la calle conocida como “Entrada al Coplar”, del barrio El Encanto, en la cabecera municipal de Pantelhó.

El impacto, dice, los dejó con el cuerpo temblando y los oídos sordos. Aún así, tardaron dos horas más en salir de la vivienda y buscar refugio en otro lugar, hasta que dejaron de escuchar los disparos y las detonaciones.

Cuando salieron, su sorpresa fue aún mayor, porque la casa de sus vecinos de enfrente estaban completamente destruida por el impacto de la bomba, había un coche incendiándose, “y la gente que podía, estaba saliéndose de sus casas para huir a las montañas, para irse a donde podían”.

Para Alejandro no hay duda de quién y por qué puso esa bomba. “Son los narcotraficantes, los que ya no dejan hacer vida en el pueblo, la pusieron para que no entraran las autodefensas”, explicó. La casa que fue destruida ya no se encontraba habitada, porque dos meses antes, mataron a los cuatro hombres de esa familia, y las mujeres tuvieron que huir del pueblo.

“Don Tino”, José, Julián y Benito, habían sido asesinados a balazos a unos 20 metros de su vivienda, “eran gente pacífica, pero aquí ya no se puede vivir”, explica Alejandro, y no puede evitar que se le quiebre la voz y se le humedezcan los ojos.

Su esposa también llora quedito, su hijo de seis años la abraza, mientras recogen del traspatio unos chayotes y hierbas comestibles. Alejandro cuenta que se quedaron si nada, porque el único patrimonio que ha logrado fincar de su trabajo de albañil, es esa vivienda de la que ahora solo quedan unas paredes.

La bomba no solo le destruyó la vivienda, también le arrancó la tranquilidad, y le sembró el terror. “Si tuviéramos dinero ya nos habríamos ido de aquí, pero ni para el transporte tenemos; solo conseguimos que nos prestaran una casita en otro barrio (de Pantelhó), porque aquí ya no podemos vivir”.

Alejandro y su familia son unas de las pocas personas que transitan por las calles de la cabecera municipal de Pantelhó. En este lugar, a una semana del enfrentamiento que se dio entre las llamadas “Autodefensa del pueblo”, y el grupo que la población ubica como el grupo que se dedica, entre otros delitos, al narcotráfico, hay más militares y policías, que pobladores.

A dos cuadras de la vivienda de Alejandro hay una casa que destaca por sus portones de tres metros de altura, por las cámaras de seguridad instaladas, por los muebles lujosos que se observan por una ventana. También porque en la puerta tiene una hoja con una leyenda que indica que fue cateada por la Fiscalía de Justicia de Chiapas. Enfrente de esa vivienda, al menos seis camionetas con militares y un remolque que lleva un contenedor de bombas, se mantienen alertas.

Los militares piden mantenerse a distancia, fijarse dónde se camina, no tocar ningún objeto. Advierten que puede haber más bombas, porque un segundo artefacto explotó a unos 700 metros del barrio El Encanto. Esa segunda explosión dejó un boquete en el piso, y al decir de los habitantes, con ella explotaron también tres personas que la transportaban el día 7 de julio.

La Fiscalía de Justicia de Chiapas emitió un comunicado el 13 de julio negando que hubiera “auto bombas”, y que tres personas murieron durante la explosión. Sólo reconoce los cateos, decomiso de armas, cartuchos útiles, equipos de radio comunicación, droga y vehículos. No habla sobre la situación que se vive en esa región de Chiapas.

A tres cuadras de la presidencia municipal de Pantelhó, en la calle Obregón, hay seis viviendas, una tras otra, con sellos de que fueron cateadas. Pero frente a ellas hay una más -sin sellos de haber sido revisada por las autoridades- que llama la atención porque los vidrios de la puerta están rotos, y en su interior, hay una pistola tirada en el piso, restos de droga y botes de cervezas; todo a simple vista.

 

Más bombas en Simojovel

El martes 6 de julio, un día antes del enfrentamiento en Pantelhó entre “Autodefensas del pueblo El Machete” y presuntos narcotraficantes; en el poblado Nuevo Israelita, del municipio vecino de Simojovel, pobladores localizaron dos artefactos explosivos fabricados en botes metálicos de unos diez litros, detonadores y dinamita.

Nuevo Israelita es la comunidad donde vivió Simón Pedro Pérez, exdirector de la organización Las Abejas de Acteal, quien fue asesinado el 5 de julio. La población se encontraba en la ceremonia de velación, los acompañaban habitantes de comunidades vecinas.

Algunos fueron a ver las viviendas de dos familias a las que vinculan con los grupos de la delincuencia organizada, quienes habían abandonado el pueblo dos días antes del asesinato de Simón Pedro.

En el interior de las casas encontraron dos artefactos explosivos. Los pobladores dieron aviso a la Fiscalía de Justicia; llegó personal del Ejército mexicano, pero fue hasta el 8 de julio, cuando los militares, al no poder desactivarlas, las hicieron detonar de manera controlada.

Las viviendas donde se encontraban, y las de los vecinos, quedaron destruidas, “pero no hubo lesiones hacia las personas”. Lo que sí sucedió, explicó el sacerdote Marcelo Pérez, es que quedó el miedo en las comunidades, de que puedan atacarlos con explosivos, “hay temor de que estén más bombas, incluso entre sus campos de cultivo”.

La tranquilidad entre la población de toda esa región que abarca al menos seis municipios, quedó rota. Por ello, hasta el 14 de julio, habitantes de varias comunidades donde identifican hay presencia de grupos criminales, siguen saliendo.
No hay un censo de población desplazada, porque se dispersaron en los lugares que sienten seguros de los municipios de Chenalhó, Sitalá, San Juan Cancúc, Tenejapa y San Cristóbal de Las Casas.

El delegado de Protección Civil del municipio Chenalhó, Alfredo Pérez, explicó que además de la población desplazada, también hay “afectados indirectos”, se trata de personas que viven en comunidades de estos municipios, quienes por el temor de ser atacados, no han podido salir de sus viviendas para ir a sus campos de cultivo o trabajos.

La Fiscalía de Justicia de Chiapas dio a conocer que detuvo a una persona presuntamente relacionada con el asesinato de Simón Pedro Pérez; no ha reportado si hay otros detenidos relacionados con los grupos delictivos a los que los habitantes identifican como los autores de la colocación de bombas y las actividades ilícitas en la región.


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