El pasado noviembre, Britney Spears informaba a través de sus redes sociales de la enfermedad neurológica que padece: parestesia, un trastorno que le está afectando a las manos produciendo una serie de cosquilleo en los nervios tan agudo que se convierte en doloroso. Tal y como comunicaba la cantante, no hay cura conocida, “excepto Dios”.
El viernes por la noche, la ‘princesa del pop’ y su marido, Sam Asghari, visitaron un restaurante en el Valle de San Fernando, en Los Ángeles, llamado ‘JOEY’. No obstante, el buen rollo que parecía protagonizar la velada rápidamente se disipó y la cita terminó convirtiéndose en una guerra de gritos.
Según notificaba ‘TMZ’, la cantante de Mississippi fue rápidamente reconocida por los comensales del establecimiento, quienes no dudaron en sacar sus móviles. Tanta atención abrumó a la intérprete de ‘Single Ladies’, pues empezó a actuar de “forma maníaca”.
Algunos de los presentes han explicado que Spears comenzó a gritar y a decir cosas sin sentido. Su marido, según muestran los vídeos grabados por los consumidores, no pudo con tanta atención y con la actitud de su mujer, quien parecía no calmarse, y terminó abandonando abruptamente el restaurante.
La intérprete de ‘Toxic’ se quedó sola en la mesa, pero no dejó de murmurar un sinfín de sinsentidos que las personas a su alrededor no fueron capaces de entender y que acabaron calificando en redes sociales como “tonterías”.
Finalmente, fue el guardaespaldas de la estadounidense quien tuvo que recogerla, calmarla, y acompañarla a su casa. No obstante, y debido al altercado, el segurata se vio obligado a volver al establecimiento para saldar la cuenta que la pareja había dejado impagada.