Hace tiempo que la Unión Europea ve con preocupación ―y creciente hastío― los constantes desmarques de Hungría de la posición de los Veintisiete hacia Rusia por su ofensiva bélica en Ucrania. El hecho de que lo haya vuelto a hacer en plena escalada de las tensiones, con una Rusia esgrimiendo el arma nuclear contra Occidente, parece haber agotado la paciencia de Bruselas. La Comisión Europea ha afeado este viernes a Hungría la decisión de que su ministro de Exteriores, Péter Szijjártó, se reuniera en los márgenes de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York con su par ruso, Serguéi Lavrov.
Tal como ha revelado el Gobierno húngaro en las redes sociales, el jefe de la diplomacia de Viktor Orbán, que también visitó Moscú este verano, en plena guerra, es el único ministro de la UE que ha roto el consenso europeo de no hablar cara a cara con el representante ruso en la cita anual en Nueva York; este incluso abandonó su asiento en el Consejo de Seguridad en el momento en que los otros participantes tomaron la palabra durante una reunión especial dedicada a Ucrania.
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“Hay un consenso en la UE de que, en estos momentos, no tiene sentido establecer relaciones bilaterales o a nivel de la UE con representantes rusos en la ONU”, ha declarado el portavoz de la Comisión para Asuntos Exteriores, Peter Stano, este viernes en Bruselas. Aunque, en último término, es “responsabilidad, competencia y decisión” de cada país miembro decidir con quién se reúne o no en Nueva York, esta cita tiene lugar “en un contexto de recientes pasos de escalada de [Vladímir] Putin que demuestran claramente a toda la comunidad internacional, incluida la UE y sus Estados miembros, que no está interesado en la paz, sino solo en seguir incrementando esta guerra ilegal con consecuencias para todo el mundo”, ha recordado. Además, el presidente ruso “está amenazando con el uso de armas nucleares”, en un intento de “intimidar a los países que apoyan a Ucrania”, empezando por los vecinos europeos. Y eso es, ha subrayado el portavoz parafraseando a los principales responsables de la UE en los pasados días, “irresponsable e inaceptable” para Europa.
En su cara a cara con Lavrov en Nueva York, el ministro húngaro reconoció que es “improbable” en estos momentos la celebración de conversaciones de paz, aunque subrayó que “no se conseguirá la paz sin diálogo”, aseguró este viernes el secretario de Estado de Comunicaciones Internacionales del Gobierno húngaro, Zoltán Kóvacs, en Twitter. En una serie de mensajes en la red social, el portavoz también destaca que Szijjártó ha sido “el único ministro de Exteriores de la UE en reunirse con Lavrov” y justifica esta línea de diálogo abierta indicando que “el pueblo y la economía húngaros necesitan la energía rusa este invierno”. “Te puede gustar o no este hecho, pero sigue siendo un hecho”, según el jefe de la diplomacia húngara, que también ha colgado en su cuenta de Facebook un vídeo del encuentro con su par ruso.
Ambos se vieron ya en Moscú el pasado julio, cuando Zsijjártó viajó por sorpresa a la capital rusa para pedirle al Kremlin que aumente sus envíos de gas a Hungría, cuyo Gobierno sigue siendo uno de los principales apoyos de Putin en el seno de los Veintisiete. La visita se produjo justo un día después de que la Comisión Europea pidiese ahorrar luz de cara al próximo invierno en plena “guerra del gas” con Rusia.
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Hungría ha sido además el país que más obstáculos ha puesto a la imposición de sanciones a Rusia por la guerra de Ucrania, aunque, como ha recordado este viernes Bruselas, “todos los 27 Estados miembros” de la UE acordaron en una reunión de urgencia en Nueva York esta misma semana enviar más armas a Ucrania y plantear “lo antes posible” un nuevo paquete de sanciones. No obstante, Orbán ha vuelto a poner una piedra en el engranaje europeo: el líder ultranacionalista anunció que va a convocar una “consulta nacional” sobre la conveniencia de las sanciones, algo que Bruselas ve con escepticismo. “Hay un marco legal muy específico a la hora de imponer sanciones, es un proceso fijado por tratados y la legislación de la UE, no es algo que se pueda hacer sobre la base de referéndums”, ha recordado este viernes la Comisión a través de sus portavoces.
El pulso entre Budapest y Bruselas es largo y va más allá de sus alianzas con Rusia: procede de la deriva autoritaria del Gobierno del partido ultraconservador Fidesz. Esta misma semana, la Comisión propuso la suspensión de 7.500 millones de euros de fondos de cohesión de la UE para Hungría por propiciar la “corrupción sistemática” en la gestión del dinero procedente del presupuesto comunitario, hecho que ha llevado a Budapest, muy necesitado de esos fondos, a prometer la aplicación inmediata de 17 medidas correctivas. Bruselas, no obstante, ha dejado claro que espera mucho más que promesas.
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