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Bruselas da el primer paso para que la UE sea autosuficiente ante grandes amenazas sanitarias


La pandemia de covid-19 ha destapado las graves carencias de la Unión Europea para afrontar grandes emergencias. En plena batalla con la farmacéutica AstraZeneca, Bruselas quiere acabar con esas limitaciones mediante la creación de una gran autoridad que permita una respuesta contundente y autosuficiente en una futura crisis. Según la evaluación de impacto que la Comisión Europea ha hecho llegar a los actores del sector, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, ese organismo podría incluso “planificar, coordinar y construir” un “ecosistema de capacidades públicas y privadas”. El documento, que propone varias opciones para desarrollar ese proyecto, aboga por que la agencia tenga las competencias “legales y financieras” necesarias para desplegar a tiempo medidas de lucha contra cualquier emergencia.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya se comprometió en su discurso del Estado de la Unión del pasado mes de septiembre a crear una agencia comunitaria a semejanza de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado (Barda, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Ese organismo federal, que se ha encargado de las crisis derivadas del ántrax o el ébola, lideró la carrera por las vacunas de la covid-19 e incluso provocó una conmoción en Francia al asegurarse una eventual vacuna tras alcanzar un acuerdo de financiación con la compañía Sanofi.

Bruselas ha dado ya el primer paso para la creación de la que, por ahora, ha bautizado como la Autoridad europea de preparación y respuesta ante emergencias sanitarias (Hera), que junto con la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) constituirá uno de los pilares de la Unión Sanitaria que impulsa Von der Leyen. La Comisión ha lanzado esta semana el informe de evaluación de impacto para que los principales actores le trasladen sus puntos de vista hasta el 24 de febrero. El Ejecutivo comunitario espera abrir una consulta pública formal en marzo y lanzar la propuesta legislativa después del verano. Von der Leyen, de hecho, tiene previsto reunirse este fin de semana con los máximos responsables del sector farmacéutico europeo.

Para que la UE supere la descoordinación que cree que ya fue evidente en 2009 con el brote de H1N1 y que ahora ha aflorado de nuevo con la covid-19, el documento plantea varias medidas (como reforzar la coordinación entre países) pero desarrolla con especial esmero la creación de una estructura estable común, una nueva agencia que esté dotada y preparada para lanzar las “contramedidas” sanitarias necesarias ante una emergencia, ya sean de origen “natural” o “deliberado”.

Medios financieros y de compra

El Ejecutivo de Von der Leyen, de hecho, esboza tres posibles modelos de autoridad, también dependiendo del grado de ambición de los países. La primera pasaría por una agencia con meros fines operacionales, que integraría los mecanismos comunitarios de almacenaje y distribución, el desarrollo de tecnologías y las medidas de respuesta ―es decir, desde fármacos y vacunas hasta material sanitario— que aseguren una respuesta efectiva en toda la Unión. A pesar de ser la opción más modesta, Bruselas advierte de que esa agencia requeriría de medios financieros y competencias para realizar adquisiciones, así como para poder crear asociaciones entre el sector público y privado.

La Comisión sugiere, sin embargo, que se puede ir más allá y, en un segundo paso, dotar también a esa autoridad de competencias sobre la infraestructura sanitaria europea, dándole la potestad de decidir de forma “centralizada, flexible y escalable” sobre la capacidad industrial y de innovación, incluyendo materias primas. En caso de una amenaza sanitaria transfronteriza, la autoridad podría activar de inmediato esas capacidades. En plata: debería asegurarse de que todas las medidas de las que dispone la UE para hacer frente a una crisis están disponibles.

Bruselas, sin embargo, piensa también en un organismo más ambicioso, con capacidad para “planificar, coordinar y crear” un ecosistema de capacidades públicas y privadas al que, en caso de crisis, se le darían más poderes y financiación para responder a la pandemia. Ello debería permitir hacer frente a los problemas de suministros con los que, según admite el documento, se topó la UE y que en primera instancia llevaron a una respuesta proteccionista de las capitales. La agencia se encargaría, además, de tratar con los principales actores internacionales. Es decir, asumiría el papel que ha desempeñado la Comisión de acordar contratos de financiación y distribución de vacunas con las grandes farmacéuticas.

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