Eslovenia arrancó su presidencia de turno de la Unión Europea, que se extenderá en los próximos seis meses, con un claro aviso de Bruselas. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, exigió al Gobierno de Janez Jansa respecto al Estado de derecho y a la libertad de prensa ante las denuncias de las organizaciones de periodistas por los ataques del primer ministro contra los medios públicos del país. La alemana también instó a Jansa a nombrar a sus dos funcionarios nacionales para la Fiscalía europea ante la llegada de más fondos comunitarios al país. El primer ministro esloveno sostuvo que lo hará, pero pidió “no exagerar” al considerar que los fondos públicos europeos no corren peligro con las leyes eslovenas.
El inicio de la presidencia eslovena se produce justo cuando la UE se halla inmersa en una batalla con Hungría y Polonia por sus ataques contra el Estado de derecho. La ley húngara que pretende borrar cualquier contenido LGTBIQ+ de allí donde haya menores, inspirada en una norma rusa de 2013, ha encendido las alarmas entre la mayoría de los socios. No fue el caso de Eslovenia, que, junto a Polonia, defendió la posición del líder húngaro, Viktor Orbán, al opinar que se estaba abordando el derecho de los padres a educar a sus hijos. Algo que en la rueda de prensa de este jueves ha reiterado. Y que Von der Leyen, en una muestra de la tensión entre Bruselas y Liubliana, ha vuelto a negar.
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Jansa, próximo a Orbán, se ha comprometido a actuar como un “mediador honesto” en la cuestión del “respeto a los derechos humanos”, pero también por “las diferencias culturales” entre los Veintisiete, puesto que a su juicio no todos los países pueden pensar del mismo modo. Aun así, en la reunión que mantuvo con Von der Leyen y todos sus comisarios, desplazados hasta Liubliana, la alemana puso sobre la mesa todos aquellos puntos que inquietan a Bruselas: el Estado de derecho, que es la “esencia de la UE”, la libertad y la independencia de los medios, que deben ser “debidamente financiados”, y el respeto a la independencia judicial y a todos los partidos políticos. Von der Leyen también quiere avanzar en otra carpeta que suscita opiniones controvertidas de Jansa: la inmigración.
La presidenta de la Comisión se refirió a todos ellos durante la rueda de prensa. De forma prudente al principio, y mucho más tajante durante el turno de preguntas. Fue entonces cuando un periodista de la Agencia Eslovena de Noticias le recordó que todavía no había hecho los pagos pendientes a su medio. Jansa, que esta semana ha vuelto a recibir las críticas de las organizaciones internacionales de periodistas, respondió que estaba pendiente de un documento para proceder al pago. También tranquilizó a Bruselas sobre su retraso en nombrar a los dos funcionarios nacionales para la fiscalía europea, pero lamentó que las quejas de la encargada de encabezar la nueva institución comunitaria, Lausa Kövesi, no ayudan.
La incomodidad, no obstamte, era obvia. Según fuentes comunitarias, la reunión de Jansa con los comisarios previa a esa rueda de prensa fue tensa. En un momento del encuentro, el primer ministro mostró una fotografía en la que aparecían juntos dos jueces y dos eurodiputados socialdemócratas señalados. Con la imagen, pretendía demostrar que la justicia está politizada. El vicepresidente primero y líder de los socialistas europeos, Frans Timmermans, decidió por ello no posar en la tradicional fotografía de familia y dejó vacío el hueco que se le había asignado. “Simplemente no podía estar en el mismo podio que el primer ministro Jansa después de su ataque y su difamación a dos jueces y dos eurodiputados socialdemócratas”, afirmó el holandés en una declaración.
La presidencia de la UE no da más poder a un país, pero sí implica que redacta borradores, busca construir mayorías y trabaja por sacar adelante asuntos urgentes. Por ello, Portugal pisó el acelerador en cuestiones de transparencia de las grandes multinacionales o el despliegue del fondo de recuperación. La gran prioridad de Jansa será la ampliación a los Balcanes Occidentales. Algo que Von der Leyen sí vio con buenos ojos. La alemana, eso sí, acudió con un regalo de bienvenida a Liubliana: el cheque de 2.500 millones de euros que supone la luz verde al plan esloveno de recuperación.
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