Un cargador único para los móviles: el sueño no puede ser más loable, a la par que inalcanzable. Al menos hasta ahora. Esta ambiciosa iniciativa lleva dando vueltas por las instituciones de Bruselas desde hace una docena de años. Pero la Comisión Europea quiere aprovechar esta era pandémica de grandes acuerdos entre los Veintisiete –compra conjunta de vacunas, multimillonario fondo de recuperación, deuda mancomunada– para acabar de una vez por todas con uno de los asuntos más engorrosos de la vida cotidiana de sus ciudadanos: la carga de los aparatos electrónicos. El Ejecutivo comunitario ha presentado este jueves una propuesta de regulación para “armonizar la interfaz de carga” de los teléfonos móviles y otros equipos similares “de modo que puedan recargarse utilizando un receptáculo de carga común”. El objetivo es que todos los móviles y demás dispositivos que se comercialicen en territorio de la Unión Europea sean compatibles con un cargador USB de tipo C, un conector ya habitual en muchos aparatos.
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El texto de la Comisión propone al Consejo y al Parlamento Europeo, los órganos colegisladores de la UE, que modifiquen una directiva de 2014 sobre la comercialización de equipos radioeléctricos de modo que esta incluya el requisito de que “los teléfonos móviles y los dispositivos de radio similares, si son capaces de recargarse a través de la carga por cable, estén equipados con el receptáculo USB Tipo-C”. La propuesta añade que si estos equipos requieren cargas a tensiones superiores a 5 voltios o corrientes superiores a 3 amperios o potencias superiores a 15 vatios, será necesario que incorporen el protocolo de comunicación de carga USB Power Delivery, una tecnología estándar para equipos de mayor formato, como portátiles, que es capaz de identificar las necesidades de los diferentes aparatos y permite cargas más rápidas y eficientes.
“Esta tecnología USB PD ya está ampliamente integrada”, ha dicho el comisario de Industria y Mercado Interior, Thierry Breton, en la comparecencia en la que ha presentado la iniciativa. “Sabemos que funciona extremadamente bien, es muy segura y se encuentra en un buen número de teléfonos inteligentes”. Breton también ha explicado que la propuesta pretende acabar con la imposición de algunos fabricantes que venden el dispositivo electrónico junto a un cargador de forma obligatoria. La Comisión prevé que esta iniciativa, que hará que no haya que adquirir necesariamente un cargador cada vez que uno compra un producto electrónico, supondrá un ahorro de 250 millones de euros.
De 30 tipos de cargador a tres
La propuesta de Bruselas parte de reconocer una derrota parcial: asume que lleva desde 2009 empujando para “limitar la fragmentación del mercado de las interfaces de carga”, cuando sin embargo “esas iniciativas solo dieron lugar a regímenes voluntarios que no son jurídicamente vinculantes y, por tanto, no garantizan una aplicación coherente y uniforme”. No todos los esfuerzos han sido en balde. Los distintos acuerdos de entendimiento firmados por Bruselas con los productores y fabricantes han permitido reducir “el número de soluciones de carga para teléfonos móviles de 30 a solo tres”, asegura el texto de la propuesta. El Ejecutivo de Bruselas asume todo ese corpus heredado del pasado para darle un nuevo impulso. Y confía, esta vez, en tener éxito: “Porque ahora estamos impulsando una regulación y no una autorregulación”, según un funcionario que ha seguido de cerca la propuesta.
El texto presentado también tiene en cuenta la futura evolución tecnológica y se compromete a que la armonización dé respuesta “a los avances”, incluida la posibilidad de la carga sin cables. Y propone evitar que los usuarios finales “estén obligados a adquirir un nuevo dispositivo de carga cada vez que compren un nuevo teléfono móvil o un equipo de radio similar”.
Apple, fabricante de los móviles iPhone, que no usan este tipo de conexión, sería una de las grandes compañías afectadas. “Nos sigue preocupando que una regulación estricta que obligue a un solo tipo de conector ahogue la innovación en lugar de fomentarla, lo que perjudicará a los consumidores en Europa y en todo el mundo”, ha protestado la tecnológica estadounidense a través de un comunicado recogido por Reuters.
El comisario Breton ha respondido que las empresas tendrán, además del tiempo que lleve el debate parlamentario, dos años para adaptarse, entre el plazo de trasposición de la directiva y el período de transición previsto. “Es tiempo suficiente”, ha añadido, asegurando que la reforma no tiene en el punto de mira a Apple, sino que se ha sacado adelante pensando en los próximos 20 años. “He estado en contacto con Tim Cook [consejero delegado de Apple] y mi puerta está abierta”, ha enfatizado Breton, quien ha asegurado que varios productos de Apple ya son compatibles con cargadores USB tipo C.
Los estudios aportados por la Comisión muestran que un 76% de los ciudadanos opinan que la fragmentada situación actual es “inconveniente” y un 63% está de acuerdo en que la Unión “ejerza su poder regulador para obligar a adoptar un cargador estándar”. Pero el constante cambio y desfase de cargadores no es solo una cuestión de incomodidad. Este mundo que nos hemos construido lleno de cestos con marañas de cables que pronto devienen inservibles tiene también un elevado coste ambiental. “Los dispositivos de carga de teléfonos móviles fueron responsables de alrededor de 11.000 toneladas de residuos electrónicos en 2018 y las emisiones del ciclo de vida asociadas fueron de alrededor de 600 kilotoneladas de CO₂″, según el Ejecutivo comunitario.
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