Burkina Faso, uno de los principales focos de violencia yihadista en la región del Sahel, se está acercando a la órbita del Kremlin. El posible despliegue de los mercenarios rusos de Wagner en el país africano, con el objetivo de luchar contra el yihadismo, ha generado una enorme polémica la pasada semana. Nana Akufo-Addo, presidente de Ghana, aseguró el miércoles en Washington durante la cumbre África-EE UU que existía un acuerdo entre el Gobierno burkinés y la compañía privada de seguridad y que, de hecho, los rusos ya estaban presentes en el sur del país. Dichas afirmaciones no han sido desmentidas ni corroboradas por las autoridades burkinesas, pero han provocado una crisis diplomática entre ambos estados. Días atrás, el primer ministro burkinés, Kyélem Apollinaire de Tambèla, llevó a cabo un viaje secreto a Moscú.
“Burkina Faso ya ha cerrado un acuerdo para usar fuerzas de Wagner, como Malí. Creo que se les ha asignado una mina en el sur de Burkina como forma de pago por sus servicios”. Estas palabras, dichas a los medios por Akufo-Addo este miércoles durante un encuentro con el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, son el origen de la polémica. Sin embargo, no fue el primero en hablar de esta posibilidad. Ese mismo día, en una entrevista concedida a la revista Jeune Afrique, la embajadora estadounidense en la ONU, Linda Thomas-Greenfield, manifestaba: “Escuchamos rumores sobre su despliegue en Burkina Faso y esto nos genera serias preocupaciones”.
Apenas 24 horas después, el Gobierno burkinés convocaba a Boniface Gambila Adagbila, embajador de Ghana en Uagadugú, para expresarle su “desaprobación” respecto a las afirmaciones de Akufo-Addo, a las que calificaba de “muy graves”, aunque no las desmentía. “Hemos escuchado al embajador de Ghana y le hemos hecho saber la posición del Gobierno, que considera muy graves dichas palabras que proceden de un jefe de Estado, además de un país amigo y vecino”, aseguró el ministro de la Cooperación Regional, Karamoko Jean Marie Traoré. Unas horas antes, Jean-Emmanuel Ouedraogo, portavoz del Gobierno, respondía a France Presse con una lacónica frase: “No tenemos ninguna reacción. Le dejo la responsabilidad de lo que ha dicho”.
Las afirmaciones del presidente ghanés alimentan la sospecha de que Burkina Faso podría haber pedido algún tipo de ayuda a Rusia en la lucha contra el yihadismo, el gran desafío que tiene ante sí este país africano, que ha perdido el control de dos terceras partes de su territorio frente a los grupos armados. El pasado 7 de diciembre, el primer ministro Kyélem Apollinaire de Tambèla viajó a Moscú vía Bamako, donde permaneció al menos hasta el lunes 12, en medio de un gran secretismo y sin dar explicaciones públicas de dicho desplazamiento. Ese día, el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Mijail Bogdanov, hizo público un comunicado en el que reconocía haberse reunido con el primer ministro burkinés para “un refuerzo de las relaciones” entre ambos países.
Precedente en Malí
El precedente maliense contribuye a alimentar la tesis de un acuerdo entre Wagner y Burkina Faso. La empresa privada de seguridad comenzó su despliegue en Malí hace aproximadamente un año, en medio de un gran oscurantismo y con la constante negación de los hechos por parte de la junta militar maliense, hasta la actualidad. Sin embargo, informes de organismos internacionales ―y de prácticamente todos los servicios de inteligencia occidentales― aseguran, no solo que Wagner está presente en Malí, sino que su papel es cada vez más relevante en la lucha contra el yihadismo en el centro del país y en la región de Ménaka. Los mercenarios rusos han ido ocupando el espacio que la retirada de los militares franceses ha dejado libre. Además, ha quedado acreditada la participación de la milicia en masacres de civiles.
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Burkina Faso, al igual que Malí, está regido por una junta militar. El propio golpe de Estado del pasado 30 de septiembre, que aupó al poder al capitán Ibrahim Traoré, deja trazas que apuntan hacia Moscú. En plena asonada militar, las primeras declaraciones del portavoz de la junta hablaban de la necesidad de diversificar los socios internacionales en la lucha contra el yihadismo, referencia velada a Rusia como aliado emergente frente a una Francia en declive. Las manifestaciones populares que apoyaron el golpe dirigieron su violencia contra las representaciones francesas en Burkina Faso, como la Embajada y las sedes del Instituto Francés de Uagadugú y Bobo-Dioulasso, que fueron atacadas e incluso saqueadas.
Uno de los apoyos más rápidos que recibió el putsh del capitán Traoré vino precisamente del magnate Yevgeny Prigozhin, fundador del grupo Wagner, quien expresó a través de las redes sociales su sostén a los militares burkineses. “Han hecho lo que era necesario y lo han hecho únicamente por el bien de su pueblo. Por eso felicito calurosamente y saludo al capitán Ibrahim Traoré, un verdadero hijo valiente de su patria”, manifestó el conocido como chef de Putin por sus vínculos con el presidente ruso. Wagner, a quien se considera un brazo armado de la política del Kremlin, está presente en la actualidad en países como la República Centroafricana y Malí y también ha desempeñado un papel fundamental en Libia y Mozambique en el combate contra grupos armados. En todos ellos su presencia ha estado marcada por masacres y graves violaciones de los derechos humanos.
Las señales de la intensificación de relaciones entre Burkina Faso y Rusia son cada vez más evidentes. A mediados de noviembre, el primer ministro burkinés, De Tambèla, había mostrado su intención de, “lo más pronto posible”, diversificar sus relaciones “hasta encontrar la buena fórmula para los intereses de Burkina Faso”. “Aunque no se trata de dejarnos dominar por un socio, sea cual sea”, añadió. Durante el cierre de la cumbre África-EE UU de la semana pasada, Anthony Blinken mostró, una vez más, su rechazo a los mercenarios rusos: “Desde que Wagner se despliega, los países se ven abocados a una posición más débil, más pobre, menos segura y menos independiente”, comentó.
Precisamente este viernes ―justo un día después de la retirada militar francesa de la República Centroafricana tras el desembarco de Wagner―, el director de la Casa Rusa en dicho país, Dimitri Siti, sufrió un intento de asesinato al recibir un paquete explosivo que le provocó heridas de gravedad. El magnate Prigozhin acusó a Francia de este atentado y pidió al Gobierno ruso que declarara a este país europeo como “patrocinador del terrorismo”. Sin embargo, la ministra francesa de Exteriores negó categóricamente que París pudiera estar detrás de los hechos. “Esta información es falsa y es un buen ejemplo de la propaganda rusa y la información fantasiosa que a veces la caracteriza”, dijo.
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