La Antigua Roma nos ha dejado un gran legado que incluso ha perdurado hasta nuestros días. No solo en los aspectos culturales, sino también el nombre de personajes históricos que marcaron el rumbo del Imperio Romano. Como por ejemplo Cayo Julio César Augusto Germánico, más conocido como Calígula. Fue el tercer emperador, desde marzo del 37 d.C. hasta el 41. Pero ha pasado a la historia por las locuras que realizó.
Ascendió al poder tras la muerte de Tiberio, el padre adoptivo de su padre, Germánico. Aunque su reinado lo comenzó con Tiberio Gemelo, su primo y nieto de Tiberio. Curiosamente, se le describe como el primer emperador a quien el pueblo romano amó en su ascenso al poder. Pero su reinado comenzó con una grave enfermedad, que le hizo cambiar completamente su forma de ser.
Las locuras de Calígula
Lo primero que mandó hacer fue ejecutar a todos aquellos que habían dicho que darían su vida a los dioses si el emperador se recuperaba. Se cuenta que obligó a suicidarse a su esposa, a su suegro y a su primo, Tiberio Gemelo. Pese a esta imagen interna, de cara al exterior Calígula estuvo muy volcado en ayudas al pueblo.
La vida de Calígula empezó a estar manchada por sus locuras. Algunos historiadores han apuntado a que el emperador tuvo alguna enfermedad mental. Entre sus locuras destacó, sobre todo, el placer por el asesinato. Pero también torturó a varios senadores y familiares.
Además, también usaba las contribuciones del Imperio para su propia diversión. La construcción de barcos gigantes o incluso una bañera repleta de monedas de oro son algunas de sus locuras más destacadas. Sin olvidarse de que regaló a su caballo favorito, Incitatio, su propia casa y esclavos, e incluso le quiso nombrar cónsul.
Esto llevaron a iniciar una conspiración contra Calígula por parte de senadores y pretorianos. El 24 de enero del año 41 d.C. fue asesinado. Ese mismo día se nombró como sucesor a su tío, Claudio, quien mandó ejecutar a todos los asesinos que hicieron caso a su sobrino.
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