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Caminar descalzo: ¿Es bueno?

Desde el punto de vista de la osteopatía, disciplina que estudia la estructura anatómica y los trastornos mecánicos del cuerpo, caminar descalzo nos proporciona diversos beneficios, más aún si lo hacemos sobre superficies planas, rugosas y horizontales.

El pie se adapta perfectamente a las superficies lateralmente inclinadas, pero se pueden producir cierto tipo de sobrecargas musculares en la cadera, los glúteos o la región lumbar, por lo que se recomienda evitar caminar a lo largo de zonas inclinadas lateralmente.

Ventajas y desventajas de caminar descalzo

Caminar descalzo durante algunas horas en el día en un lugar limpio y protegido como el interior de nuestra casa es muy beneficioso: la piel transpira naturalmente y las articulaciones descansan del uso de tacos y hormas estrechas.

Si tenemos la oportunidad de caminar en la arena podremos comprobar que además de relajar los músculos, libera a la piel de durezas actuando además como limpiador y exfoliante.

Pero los pies, al contacto directo con el suelo, están desprotegidos y expuestos al medio en el que tomen contacto, así como ocurre con la piel del rostro o de las manos. La piel descubierta se deshidrata fácilmente y los pies entonces necesitarán de cuidado especial.

Es importante tener en cuenta que la ausencia de calzado disminuye la amortiguación y aumenta la presión que el cuerpo ejerce sobre los pies.

Caminar descalzo hace que la biomecánica producida en el pie genere naturalmente una reorganización tensional estructural que alivia la presión producida por el calzado. Por ello, es muy recomendable para recuperar la alineación de las articulaciones y el espacio anatómico.

Caminar descalzo es también un hábito muy saludable en los bebés, pues promueve su desarrollo motriz y les ayuda a reconocer el terreno, a ubicarse mejor en el espacio y a afianzar su seguridad.

Para los ancianos y para las personas que están sometidas a tensión muscular día a día, también es fundamental que tengan unos momentos al día con los pies desnudos en el suelo.

Lo ideal es caminar sin zapatos y sin calcetines una hora al día, por lo menos, sobre superficies naturales como la arena, la tierra, las piedras o el césped, pues de esta forma se fortalecen los músculos y los ligamentos.

Pero para fortalecer a todo el pie en su conjunto es recomendable también realizar algunos ejercicios, con cierta precaución, como caminar descalzo con los bordes externos del pie, sobre los talones y también de puntillas.


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