BEIJING — Australia y Canadá se han unido a la creciente lista de países que exigen que los viajeros procedentes de China pasen una prueba de detección del COVID-19 antes de embarcar en su vuelo, mientras la nación combate un brote de coronavirus tras suavizar bruscamente las restricciones que llevaban en vigor casi toda la pandemia.
Las autoridades sanitarias australianas dijeron el domingo que a partir del 5 de enero todos los pasajeros procedentes de la China continental, Hong Kong o Macao deben presentar una prueba negativa de COVID-19 realizada en los dos días previos a su partida.
Canadá anunció medidas similares, que también entrarán en vigor el 5 de enero, en un comunicado fechado el sábado.
Estados Unidos, Gran Bretaña, India, Japón y varios países de la Unión Europea impusieron también medidas más duras contra el COVID-19 a los viajeros chinos ante la preocupación por la falta de datos sobre los contagios en el país y el temor a la propagación de nuevas variantes del virus.
China, que durante la mayor parte de la pandemia adoptó una estrategia de “cero COVID” con duras restricciones para erradicar el virus, alivió de forma abrupta el protocolo en diciembre. Las autoridades chinas habían anunciado antes que, a partir del 8 de enero, los viajeros procedentes del extranjero ya no tendrían que hacer cuarentena a su llegada al país, lo que allanó el camino para que la población volviese a salir del país.
Hong Kong se está preparando también para el final de la norma y tiene previsto reanudar los controles fronterizos el 8 de enero, según una publicación del jefe de seguridad del territorio, Eric Chan, en Facebook. Además, se mantendrá la cuota que limita el número de viajeros entre los dos lugares.
En China, la relajación de las restricciones permitió que los residentes celebrasen el Año Nuevo en reuniones multitudinarias que estuvieron prohibidas durante gran parte de la pandemia, a pesar del aumento de los contagios en gran parte del país.
El epidemiólogo jefe del Centro de Control de Enfermedades de China, Wu Zunyou, declaró este jueves que la ola de contagios de COVID-19 que sufre el país ya “ha llegado a su pico” en Beijing, Tianjin (noreste) y Chengdu (centro).
“Todavía hay preocupación, más o menos”, dijo Wu Yanxia, un residente en Beijing de 51 años que trabaja en una empresa de logística. “Espero que el próximo año todo sea normal, como los viajes nacionales”.
Otros esperan que 2023 traiga cosas mejores tras un año complicado.
“Hemos vivido un año muy desigual, especialmente inolvidable, con muchas cosas que no podíamos imaginar”, señaló Li Feng, un profesor en Beijing, agregando que 2022 fue un año difícil tanto para la población como para el gobierno.
“Pero creo que hemos salido adelante y todo irá bien”, afirmó. “Todos seremos cada vez mejores tanto en el trabajo como en la vida”.
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