Las elecciones regionales holandesas han dado este miércoles un vuelco al panorama político nacional. Foro para la Democracia, un partido euroescéptico que aboga por cerrar las fronteras, frenar la inmigración y proteger los valores autóctonos, ha irrumpido en el Senado con 13 escaños. No tenía ninguno hasta ahora, pero ya es la nueva extrema derecha, encabezada por Thierry Baudet, de 36 años, que sí cuenta con dos diputados en el Congreso desde 2017. Dispuesto a desbancar a su rival más conocido, Geert Wilders, el líder xenófobo del Partido para la Libertad, Baudet ha conseguido que la coalición de centro derecha en el poder perdiera la mayoría en el Senado. Está fijada en 38 asientos (de un total de 75) y al final se han quedado juntos en 31. Aprobar leyes les costará mucho más esfuerzo.
En Holanda, los partidos escogidos en las elecciones regionales eligen a su vez a los senadores. Baudet ha arañado votos a Wilders y a los liberales de derecha, el mayor grupo del país y del que forma parte el primer ministro, Mark Rutte. El líder antimusulmán ha conseguido 5 escaños y Rutte 12. También aguó la fiesta a Izquierda Verde y a su jefe, Jesse Klaver, que parecía ir lanzado durante la campaña electoral. Aunque pasa de 4 a 9 senadores, y supera al resto de la izquierda, no pudo con él.
La noche del miércoles, con el recuento de votos fresco, Theo Hiddema, diputado junto con Baudet en el Congreso, habló de “una nueva primavera y una nueva melodía”. Su jefe se hizo esperar. Preparaba un discurso de vencedor, y durante 20 minutos aseguró en tono presidencial que “hemos sido llamados a primera fila porque el país nos necesita y la etapa de las cesiones políticas ha concluido”.
Alabó al “magnífico pueblo del que formamos parte, con cientos de miles de años de historia y al que le han fallado sus gobernantes”. Criticó “la entrada de miles de personas que vienen de culturas opuestas a la nuestra, por si no tuviéramos bastantes problemas con la inmigración”. Descartó “la hechicería del clima, la idolatría de lo sostenible, y el adoctrinamiento de la izquierda”, y dijo: “Somos el partido del renacimiento [de Holanda y de la democracia]”. Vestido de azul con corbata a juego, su dedo índice derecho levantado era a la vez un signo de fuerza y una advertencia a sus rivales.
Caída del ultraderechista Geert Wilders
Desbancado por el joven casi recién llegado, Geert Wilders, de 55 años, acusó el golpe e intentó revolverse. “Ahora que un nuevo partido suena parecido al nuestro, la pérdida de escaños (pasó de 9 a 5) es más contenida. El estilo único del partido seguirá notándose”, dijo, con aspecto cansado. El político se separó en 2004 de los liberales de derecha para fundar su Partido para la Libertad, y es la segunda fuerza política de Holanda. Wilders tiene 20 escaños en el Congreso, pero nadie quiere pactar con él. De ahí que toda su carrera política se haya desarrollado en la oposición, excepto en 2010. Sostuvo desde el Parlamento al primer Gabinete Rutte, que estaba en minoría. La crisis financiera le pasó factura, y en 2012 Wilders retiró su apoyo. El Gobierno cayó y se convocaron elecciones.
Mientras el discurso de Wilders se ha centrado siempre en su rechazo al Islam, Baudet ha sido más sutil. El primero defiende cerrar todas las mezquitas del país. El segundo apuesta por reducir sus sus minaretes, porque según él en la tradición cultural holandesa lo que predominan “son las iglesias grandes”. Lo que ambos comparten son una postura euroescéptica y el rechazo al gasto derivado de la lucha contra el clima, aunque da la sensación de que el recién llegado coquetea con ciertos temas porque resulta más provocador desde la derecha. Es verdad que se ha aprovechado de la legitimidad democrática obtenida por el discurso de Wilders, pero ha sabido convencer al electorado de que son el motor mismo del cambio, no solo una víctima. Está por ver hasta dónde querrá Baudet que se le asocie a la ultraderecha europea a partir de ahora, y si su evidente nacionalismo es más cívico que étnico, como sucede con su oponente.
Baudet, un neófito que toca el piano en su despacho
Comparado con esto, y con la protección constante que rodea al líder xenófono, amenazado de muerte, Thierry Baudet es un neófito. No ha sufrido aún el escalofrío de su bautismo político. Baudet es el único que no suspendió la campaña electoral tras el tiroteo del pasado lunes en Utrecht, saldado con tres muertos y cinco heridos graves y del que aún no se sabe si fue de índole terrorista. Licenciado en Historia y doctorado en Derecho, es hijo de un pedagogo musical. Presume de hacer citas en latín y tocar el piano en su despacho oficial. Su llamada al votante “a hacer algo por Holanda”, ha puesto en aprietos el Gobierno.
De momento, solo sube y sube. En 2017, su partido tenía 1.863 afiliados. En 2019 pasaban ya de los 30.000. Por otra parte, la democracia directa a base de referéndums que propugna, y su deseo de formar un Gobierno “con expertos apolíticos”, le reporta buenos resultados entre el electorado. Rutte tuvo que pelear duro para acceder al cargo y ha optado por evitar cualquier referencia al rival. Felicitaciones aparte, prefiere subrayar que “los liberales de derecha seguimos siendo el primer partido, el verdadero partido del pueblo”. Baudet, que tiene prisa, le ha llamado “hombrecito dispuesto a todo por un pacto”.
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