Suazilandia, cuyo nombre fue modificado a Esuatini hace tres años en un gesto más del autoritarismo con el que el monarca Mswati III dirige este país desde 1986, está viviendo una escalada de violencia. Las protestas se transformaron el pasado fin de semana en absoluto caos en al menos 10 localidades rurales, donde vive más del 75% de la población. Situado al nordeste de Sudáfrica y frontera con Mozambique, Suazilandia cuenta con una población que no llega al millón y medio de personas y sufre un elevado nivel de emigración por la falta de oportunidades y de libertades.
El rey de la última monarquía absolutista de África, donde desde 1973 no existen los partidos políticos y que se rige por un sistema de gobierno por decreto, abandonó el país en la tarde-noche del lunes, y podría estar previsto que sus hijos hicieran lo mismo, según una exclusiva de la televisión sudafricana SABC. Sin embargo, un portavoz del Gobierno de Mbabane, la capital, aseguró este martes que “el rey no ha huido del país a causa de los disturbios”. Pese a ello, las escenas de caos y los locales arrasados se sucedieron en las horas posteriores a la salida, aún por confirmar, del rey de este diminuto país en el que los consejos locales o tinkhundla, cercanos al monarca, son los que nombran a los diputados convirtiendo las elecciones en una absurda pantomima.
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El caos es tal que el lunes por la noche el Ejército se desplegó en Mbabane para controlar la situación. “Pocos minutos después de que el rey huyera en su jet privado los soldados empezaron a disparar causando un número indeterminado de heridos y daños materiales”, relata Swaziland News.
”Este acto bárbaro de la policía de Mswati indica claramente que el régimen está desesperado por aferrarse al poder (…) La policía atacó a los manifestantes en un intento de aplastar las protestas. Llamamos a todos lo trabajadores, a las organizaciones religiosas y movimientos progresistas para que intensifiquen la lucha por la democracia ahora”, declaró en un comunicado el Partido Comunista de Suazilandia que está convencido de que el monarca se encuentra en Sandton, una localidad cercana a Johannesburgo (Sudáfrica).
El mismo lunes, la primera página del periódico Eswatini Observer mostraba los destrozos en una tienda junto a un titular de una sola palabra: “¡Violencia!”. Las protestas se han sucedido en el país desde 2007, pero el seguimiento y las campañas que se han lanzado en los últimos días en las redes sociales han alimentado una situación insostenible, en especial para los jóvenes (el 37% de la población tiene menos de 15 años), que han salido a las calles para enfrentarse con las fuerzas de seguridad.
El pasado 8 de mayo Thabani Nkomonye, de 25 años, un estudiante de Derecho, murió en condiciones extrañas y su cuerpo no apareció hasta cinco días después, con el argumento por parte de la policía de que había sufrido un accidente de coche. La Unión Nacional de Estudiantes de Suazilandia convocó una manifestación de repulsa por lo que calificaron como un “asesinato”, y comenzó una campaña en redes sociales acusando a la policía de la muerte de Nkomonye. Fue durante esa protesta cuando otro estudiante, Phiwayinkosi Dlamini, recibió el impacto de una pelota de goma en el ojo y esta acción desató la ira de los jóvenes de la Universidad de Esuatini (UNESWA) que salieron a la calle burlando la prohibición decretada por el rey para que no se celebre ningún tipo de demostración pública prodemocrática.
Al mismo tiempo, el clima de tensión aumentó cuando el monarca ordenó el arresto de dos diputados prodemocracia, según confirmó Thulani Maseko, abogado a favor de los derechos humanos este martes. “El rey ha ordenado al Ejército que detengan a los dos miembros del Parlamento que están trabajando a favor de la democracia. Es importante garantizar su seguridad porque hasta ahora ningún político había sido detenido por el Ejército”, asegura Maseko.
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