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Caótico Barça


El Granada ha hecho la vida imposible a Koeman como entrenador del Barça. Jamás había ganado el equipo nazarí en el Camp Nou hasta que el 29 de abril impidió que los azulgrana alcanzaran el liderato y remontaran 12 puntos en la Liga: 1-2. Aquella derrota puso al técnico en el punto de mira del presidente Laporta. La continuidad de Koeman queda más cuestionada que nunca después de que su equipo volviera a tropezar con el Granada en un partido diseñado para la recuperación barcelonista después de la tormenta del martes en la Champions. El 1-1 delata la miseria azulgrana y el partido resume el desquiciamiento de Koeman.

El abatimiento fue tan rotundo que la hinchada solo se quejó cuando pusieron a todo volumen el himno del Barça. La afición prefirió aplaudir entonces al coloso Araujo. El uruguayo evitó a última hora la derrota del Barça y dejó al equipo y al club en tierra de nadie, pendiente de que pase algo sin que se sepa qué cosa, metido en una sala de espera que aguarda a Laporta. Nadie sabe ahora mismo qué puede hacer el presidente ni que será del superado Koeman.

Asustado ante el Bayern, el Barça salió muy valiente contra el Granada. Koeman alineó a varios jóvenes, especialmente en la defensa, cuya media de edad apenas superaba los 20 años, sobre todo por la ausencia de Piqué y la presencia de Balde, sustituto del lesionado Alba. Quiso quedar bien el entrenador, no se sabe muy bien si con el presidente o con la crítica, acosado como se siente desde el palco y una parte del campo, así como de la tribuna de prensa, y al minuto y medio el equipo ya había encajado un gol después de un centro de Escudero cabeceado por Duarte.

Aunque el error partió de Dest, nadie señaló a los juveniles sino a los veteranos por la pasividad de De Jong y la vista de Ter Stegen. A la pitada de un sector de la grada, le siguieron los cánticos en favor del Barça mientras una pancarta se desplegaba con las letras Força Koeman. El técnico no parece tener un plan ni una formación estable sino que junta a los futbolistas en busca de un punto de inflexión mientras la confrontación y la desorientación son manifiestas en el Camp Nou. Juega el Barça dos partidos, contra el rival y frente a sí mismo, falto de juego y de futbolistas, expuesto a cualquier contrariedad, como fue el gol del central Duarte.

El tanto agrandó a la zaga del Granada y empequeñeció a la ofensiva del Barça. A los azulgrana les faltaba desequilibrio, colectivo e individual, porque no había línea de pase para asociarse ni regate para superar la tupida defensa de ayudas de Robert Moreno, técnico catalán, socio culé y buen conocedor del vestuario del Barça. Tampoco Coutinho y De Jong se animaban con el remate de media distancia y solo percutía Dest.

El Barça no llegaba al área ni siquiera por atropello hasta que apareció Araujo. A balón parado, el central se arrimó antes del descanso con un cabezazo que encendió al Camp Nou. La réplica de Maximiano fue tan extraordinaria como el remate del charrúa, el mejor del Barça. Mingueza se apuntó al arrebato y por unos momentos pareció que cedería el Granada. No se achantó el portero para frustración de un equipo azulgrana que no encontraba la manera de dar ritmo al partido, enfadado por las interrupciones y pérdidas de tiempo del adversario, solo afilado por el margen izquierdo con Machís.

El escenario era tan descorazonador que se imponían cambios profundos en el Barça. La cuerda siempre se rompe por el mismo sitio: Sergi Roberto dejó su sitio a Luuk de Jong mientras Demir y Memphis se abrían a los costados y Frenkie de Jong y Busquets formaban un doble pivote en un 4-2-3-1. Aunque la consigna era poner centros para que rematara el ariete, el gol no llegaba para desespero de la hinchada porque no había más señal ofensiva que la bravura de Araujo. El delicado Coutinho tomó el camino del vestuario y entró en escena Gavi.

No había ni opción de chutar ante el desbarajuste del Barça. El desespero de Koeman llegó hasta tal punto que acabó por recurrir a Piqué y al inédito Riqui Puig. El volante no sumó sino que la noticia fue que Piqué se situó de segundo delantero centro junto a Luuk de Jong. Una imagen que pareció una claudicación más que una declaración de intenciones en un equipo como el Barça. El único que marcó por insistencia fue Araujo. Un tanto que permite seguir especulando con el futuro a corto plazo después de fracasar ante un rival que suma tres puntos en la Liga. El Granada, esté donde esté en la tabla, es un martirio para Koeman.

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