Carlos III quiere imponer un estilo distinto al de su madre, Isabel II, a la hora de afrontar los asuntos incómodos. Ya no vale aquel lema atribuido a la difunta reina de “Never Complain, Never Explain” (nunca quejarse, nunca dar explicaciones). El Palacio de Buckingham ha admitido oficialmente que el monarca británico está dispuesto a investigar los vínculos históricos de la casa real con el comercio de esclavos. Lo hacía a través de una respuesta al diario The Guardian, que estos días lleva a cabo una auténtica exposición pública de sus propios pecados, pero también de otras instituciones de la nación.
El pasado 28 de marzo, Scott Trust, la fundación propietaria del periódico líder en la defensa del Estado de derecho, las libertades públicas y las causas de la izquierda, pidió perdón por los vínculos de sus fundadores con el tráfico esclavista. John Edward Taylor, un periodista y comerciante de algodón de la ciudad de Mánchester —entonces una potencia textil mundial— fundó en 1821 The Manchester Guardian (el nombre original del diario, hasta el cambio de 1959). Tanto Taylor como al menos nueve de los 11 socios fundadores que pusieron dinero para la puesta en marcha de la publicación tenían vínculos con el comercio de esclavos.
El diario se ha comprometido a destinar millones de libras al fomento de la diversidad y al aumento de información sobre las minorías étnicas, así como sobre el pasado colonial del Reino Unido y sus vínculos con la esclavitud.
En esa línea, The Guardian ha publicado esta semana un documento inédito que demuestra cómo Edward Colston, el vicegobernador de la Real Compañía Africana, que tenía entre sus negocios el tráfico de esclavos, transfirió acciones por valor de 1.000 libras esterlinas al entonces monarca Guillermo III. La estatua de Colston erigida en su localidad natal de Bristol fue derribada el 7 de junio de 2020, durante las protestas del movimiento Black Lives Matter (las vidas negras importan) que agitaron el Reino Unido. La de Guillermo III, sin embargo, sigue presente en el palacio londinense de Kensington, residencia habitual de los príncipes de Gales, Guillermo y Kate. La construcción de una de las atracciones turísticas más visitadas en la capital británica —porque también fue la vivienda habitual de Lady Di— fue probablemente financiada con el dinero del esclavismo. Tanto Carlos III como su hijo han expresado en los últimos años su “profundo pesar” por la “escandalosa atrocidad” que supuso el comercio de esclavos. Sin embargo, su respuesta no había pasado, hasta la fecha, de esa condena.
Una investigación “real”
Aunque el Palacio de Buckingham no ha querido hacer ningún comentario expreso sobre el documento histórico revelado por The Guardian, en su respuesta oficial al diario ha admitido, por primera vez, que el rey ha dado órdenes expresas de que se investiguen los vínculos entre la institución que representa y aquel periodo tan oscuro del Reino Unido.
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“Su Majestad se toma este asunto profundamente en serio. Ya dijo a los jefes de Gobierno de la Commonwealth en la recepción celebrada el año pasado en Ruanda: ‘No puedo describir el alcance de mi dolor personal ante el sufrimiento de tantos, a medida que profundizo en mi entendimiento del constante impacto que tuvo la esclavitud”, ha dicho la casa real. “Historic Royal Palaces (Palacios Reales Históricos) [la organización encargada de preservar los palacios] se ha asociado con un proyecto independiente de investigación, que comenzó el pasado octubre, para explorar, entre otras cosas, los vínculos entre la monarquía británica y el comercio transatlántico de esclavos durante los siglos XVII y XVIII (…) La casa real apoya esta investigación a través del acceso a las colecciones y archivos reales”, ha asegurado Buckingham.
Carlos III ha hecho de este asunto una causa prioritaria de su discurso público. En noviembre de 2018, cuando todavía era el príncipe heredero, decidió incorporar a su agenda la visita a un antiguo fuerte que había sido centro del comercio de esclavos. En su discurso de Ruanda ya sugirió que debía encontrarse el modo de que el Reino Unido “reconociera su pasado”, en el que incluyó la esclavitud, “el periodo más doloroso”.
Los historiadores consultados por The Guardian han celebrado este primer paso de la casa real británica, aunque lo consideran aún tímido e incompleto, y reclaman a Carlos III que vaya más lejos. “Otras instituciones nacionales ya han iniciado, encargado y financiado investigaciones muy serias sobre su propia implicación en esta historia”, ha dicho William Pettigrew, el director del proyecto Register of British Slave Traders (Registro de comerciantes de esclavos británicos). “La monarquía debe liderar este esfuerzo haciendo mucho más”, ha pedido.
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