El rey Carlos III saludó a la multitud desde el balcón del Palacio de Buckingham junto a la reina Camila y sus familias, pero sin su hijo menor Harry, apartado de las funciones oficiales de la realeza.
Tampoco ha aparecido en el balcón el príncipe Andrés, hermano de Carlos III, a quien también se apartó de la familia real por sus escándalos sexuales relacionados con el empresario Jeffrey Epstein.
Sobre las cabezas de los presentes sobrevolaron aviones y helicópteros de las Fuerzas Armadas británicas, aunque la exhibición aérea debió ser recortada por las malas condiciones climatológicas en Londres.
Una de las pocas incógnitas en una ceremonia tan pautada y previsible como la coronación era precisamente saber quiénes comparecerían en el balcón del céntrico palacio londinense.
Y el misterio se resolvió poco después de las 13.30 GMT, cuando las familias de Carlos y de Camila salieron a saludar a las miles de personas congregadas con la sobresaliente ausencia de Enrique.
Ya se sabía que la mujer del duque de Sussex, Meghan Markle, no participaría en la ceremonia para quedarse en California (EE.UU.) con sus hijos Archie y Lilibeth.
Pero Enrique sí acudió a la Abadía de Westminster para la solemne coronación aunque, según el tabloide “Daily Mail”, partió directamente del templo al aeropuerto nada más acabar el servicio religioso.
En una información sin confirmar, el “Daily Mail” señaló que Enrique embarcó en un vehículo negro tras el ritual y puso rumbo al aeropuerto de Heathrow, en las afueras de la capital, escoltado por un convoy policial.
La tradición de saludar desde el balcón se remonta a 1851, cuando la legendaria reina Victoria apareció allí en medio de las celebraciones por la inauguración de la Exposición Universal ese año.
Desde entonces, ese saludo ha servido para marcar ocasiones especiales en la historia de la monarquía británica, como los cumpleaños de la madre del soberano, Isabel II, las bodas reales, los jubileos de la reina o eventos de conmemoración históricos.
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