El hijo de Isabel II, el hasta ahora príncipe de Gales, que en noviembre cumplirá 74 años, es el primero en la línea de sucesión al trono británico una vez fallecida la reina. El monarca ha elegido el nombre de Carlos III para su reinado. Su madre mantuvo su nombre de bautismo, pero, por ejemplo, su abuelo Alberto prefirió el nombre de Jorge VI.
Uno de los elementos más destacados será el tratamiento de Camila, la esposa de Carlos. Desde su matrimonio, en 2005, esta no ha utilizado el título de princesa de Gales, que le corresponde por derecho por ser la mujer del heredero, presentándose como la duquesa de Cornualles o la duquesa de Rothesay (en Escocia), otros dos títulos que tiene su esposo. Durante muchos años se ha especulado con cuál habría de ser el tratamiento de la futura reina, hasta que Isabel II zanjó el asunto el 5 de febrero, la víspera de su 70º aniversario en el trono, al afirmar que esperaba que Camilla adoptase el título de reina consorte que le corresponde; así lo ha hecho, aunque un sondeo publicado hace siete meses indicaba que solo el 14% de los británicos estaba de acuerdo.
Los preparativos tras el fallecimiento de la reina han permanecido durante mucho tiempo en secreto, y el Gobierno británico lleva décadas organizándose para este momento. La muerte de la reina madre, en 2000, y del duque de Edimburgo, esposo de la reina, el año pasado, sirvieron como guía. Estos planes se han filtrado en alguna ocasión (The Guardian los publicó en 2017) y eran revisados periódicamente. Al haber fallecido en Balmoral, en Escocia, la prensa británica indica que lo más probable es que la monarca sea velada como reina de Escocia. Esto sería con una capilla ardiente en el palacio de Holyrood, en Edimburgo, un cortejo fúnebre por la célebre Royal Mile de la capital escocesa, y un funeral en la catedral de San Gil. Terminado ese procedimiento, se entiende que sus restos mortales serán trasladados a Londres, donde se le rendirá un nuevo homenaje con un nuevo funeral de Estado en la abadía de Westminster, y posteriormente será enterrada en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor, adonde también se trasladará el cuerpo de su esposo.
Inmediatamente después de la muerte de un monarca británico, se convoca lo antes posible (generalmente, en un plazo de 24 horas) un Consejo de Ascensión, que por norma general se reúne en el palacio de Saint James, la más tradicional de las residencias de la familia real en Londres. El Consejo de Ascensión está presidido por el lord presidente del Consejo de Estado, que en este caso es la recién nombrada Penny Mordaunt, la líder del Gobierno en la Cámara de los Comunes. Tradicionalmente, más de un centenar de personas (en la ascensión al trono de Isabel II fueron 191) forman parte del Consejo, entre los que están, entre otros, el primer ministro, los ministros de Economía, Exteriores y del Interior, el alcalde de Londres y los altos comisarios (embajadores) de los 14 países que tienen como monarca al rey de Inglaterra, aparte del Reino Unido.
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Una vez certificado el fallecimiento del monarca, se celebra la segunda parte del Consejo de Ascensión, que es, en la práctica, el primer Consejo de Estado del nuevo rey. El Consejo de Estado (técnicamente, el Consejo Privado de Su Majestad) está formado por 719 miembros, casi todos políticos (del Gobierno y de la oposición, retirados y en activo), altos cargos de la Iglesia anglicana y juristas de prestigio. En esta sesión, el rey jura mantener la profesión de fe protestante, como manda la Ley de Establecimiento de 1701. La proclamación es después leída, primero en el balcón de Saint James, luego en la Torre de Londres, en Edimburgo, Cardiff y Belfast (capitales de Escocia, Gales e Irlanda del Norte) y en las capitales de los países que tienen como rey al de Inglaterra.
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Todo esto se producirá dentro del periodo de luto nacional de 12 días, por lo que no habría conmemoraciones oficiales. Sin embargo, ya para entonces habrán empezado los preparativos para la coronación del nuevo monarca, que puede producirse meses después de su ascenso al trono (la de Isabel II se llevó a cabo 14 meses después). En la coronación, que se lleva a cabo en la abadía de Westminster en Londres, el nuevo rey será ungido y coronado, y posteriormente se produciría la tradicional escena del balcón en el palacio de Buckingham. Probablemente, ya estén preparados diseños de los billetes, monedas y sellos de correos con la imagen del nuevo monarca. La prensa británica baraja que el nuevo rey, príncipe de Gales durante más de seis décadas y el primer monarca en generaciones que sabe galés, puede querer incluir una referencia a Gales en los símbolos reales, cosa que, hasta ahora, no tiene.
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