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Carmelo Mesa-Lago: “China y Vietnam demuestran el fracaso del modelo socio-económico cubano”

EL PAÍS


El economista cubano Carmelo Mesa Lago en una imagen de 2009.Gorka Lejarcegi

Con decenas de miles de horas de investigación a sus espaldas y 95 libros publicados, la mayoría de Cuba y sobre temas de seguridad social, el catedrático y economista Carmelo Mesa-Lago (La Habana, 1934) es una figura indispensable para entender e interpretar la realidad cubana y su futuro. Profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh y consultor de numerosas instituciones internacionales, miembro de la Academia Nacional de Seguridad Social de EE UU y de la Academia de Ciencias de América Latina, Mesa-Lago es respetado por su rigor científico a ambos lados del estrecho de La Florida. Se exilió en 1961, pero desde que llegó a Estados Unidos se pronunció por la moderación y contra la política de embargo norteamericano y por eso fue criticado por el exilio duro.

Considera que Cuba está viviendo una de las peores crisis de su historia y que las tímidas reformas económicas implementadas hasta ahora han fracasado y son insuficientes para sacar al país del caos y sentar las bases del desarrollo. Acaba de terminar una ingente investigación —en la que ha trabajado durante más de dos años— en la que compara dos modelos de economías socialistas: Cuba, todavía con su plan central y reformas parciales e infectivas, y el exitoso modelo de socialismo de mercado de China y Vietnam, así como el impacto de estos modelos en la protección social de los tres países. “Sabemos que los dos países asiáticos han superado ampliamente a Cuba en su desempeño económico, pero lo que prueba mi trabajo es que lo mismo ha ocurrido en el plano social, a pesar de que cuando ocurrieron sus revoluciones, China y Vietnam estaban muy por debajo de Cuba en indicadores sociales”, apunta.

Pregunta: Cuba ha pasado por numerosas crisis, pero usted asegura en sus últimos artículos que esta es una de las más graves de su historia…

Respuesta: La crisis de los años noventa fue causada fundamentalmente por el colapso de la URSS y el socialismo real en Europa Oriental. La primera otorgó a Cuba 65.000 millones de dólares entre 1960 y 1990, incluyendo suministro de petróleo, inversiones cuantiosas, créditos comerciales blandos y subsidios substanciales, así que el golpe fue devastador. La crisis actual no tiene una causa única sino muchas entrelazadas, pero la principal es el ineficiente modelo económico cubano y el fracaso de las modestas reformas de mercado implementadas. Además, es una crisis extendida por un largo período de tiempo, precedida por un estancamiento (de 2009 a 2018), culminando en una fuerte caída del PIB en 2019-2020. En los años noventa, Fidel encabezaba el país e introdujo reformas que lograron parar la crisis en 1994 e iniciar una recuperación parcial después. Ahora no hay un dirigente de su calibre, ni reformas profundas para salir de esta situación.

P: Cuál es la magnitud real de esta crisis?

R: Según los últimos datos estadísticos ofrecidos por Cuba, entre 2019 y 2021 la economía se contrajo a un ritmo anual de -3,3%. En 2020, el PIB cayó un 10,9%, el peor desempeño en América Latina después de Venezuela. El Gobierno admite que en 2021 la inflación fue del 60%, pero los expertos estiman que realmente se disparó entre un 270% y un 470%, una de las mayores del mundo. La depreciación de la moneda cubana —después de la unificación monetaria— se considera la peor entre las 15 monedas más depreciadas internacionalmente. La producción industrial disminuyó 45 puntos porcentuales entre 1989 (víspera del colapso de la URSS) y 2021. La producción agrícola mermó un promedio de -7,7% anual entre 2016 y 2021. La zafra azucarera 2021-2022 fue de 420.000 toneladas métricas, la peor en la historia, sólo un 5% del promedio de 8 millones de toneladas que se producían en la década del ochenta. El valor de las exportaciones de mercancías en 2021 fue 67% inferior al nivel de 1989. En el plano social, el salario ajustado a la inflación menguó 46% entre 1989 y 2020, mientras que la pensión promedio cayó un tercio. Ninguna de las dos puede satisfacer las necesidades alimenticias básicas. En 2021, el 35,2% de la inversión total del país se asignó a actividades empresariales, inmobiliarias y de alquiler (mayormente construcción de hoteles) comparada con el 2,7% destinado a la educación y la salud. Desde 2007, el gasto social se ha recortado de manera substancial.

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P: ¿Es posible salir de este hueco con las políticas que se están aplicando?

R: No es factible salir de la crisis con las políticas actuales pues, salvo pocas excepciones, son una continuación de las políticas de Raúl Castro, que no tuvieron éxito. La medida más importante, la unificación monetaria, que se estuvo pidiendo por los economistas académicos cubanos durante más de un decenio, se hizo en el peor momento y mal, y como resultado ha provocado la inflación mayor en la historia cubana. La autorización de las PYMES es positiva (ya 6.000 han sido aprobadas), pero insuficiente: equivale a 1% del número de cuentapropistas que tienen pequeños negocios.

P: ¿Cuánto influye la política de asfixia económica y el embargo de EE UU en la crisis actual?

R: Primero, yo he estado públicamente en contra del embargo desde 1970 y apoyé la política de normalización de relaciones del presidente Obama con Cuba. Segundo, creo que en este tema hay dos posiciones antagónicas, ambas simplistas, parciales y sesgadas: Cuba culpa de todos sus problemas al embargo o bloqueo, mientras que la derecha los atribuye al régimen comunista. En varios trabajos recientes he sostenido que en realidad es un conjunto de factores los que han provocado la crisis. Desde luego que ha influido negativamente el endurecimiento del embargo por Donald Trump, que activó la ley Helms-Burton, redujo de forma drástica los vuelos y prohibió los cruceros, impuso límites a las remesas y prohibió a la Western Union el envío de giros, además de endurecer las sanciones a bancos internacionales que hacen transacciones con Cuba. Biden ha flexibilizado algo esta política, pero mantiene la mayoría de las sanciones, aunque se especula con que está preparando un cambio de estrategia. Muy importante ha sido la crisis económica de Venezuela, que provocó una sensible reducción de su ayuda económica y el suministro de petróleo a Cuba. También la pandemia afectó gravemente al turismo, las remesas, etc, y están los efectos de la guerra de Ucrania. Pero por encima de todo está el ineficiente modelo económico cubano que, con variantes, lleva 62 años y ha fracasado en todo el mundo.

P: Acaba de terminar una investigación en la que compara los modelos económicos-sociales de Cuba, China y Vietnam. Los tres son países socialistas ¿tantas diferencias hay?

R: El modelo cubano se distingue por el plan central y grandes empresas estatales dominantes sobre el mercado y la propiedad privada, con reformas tímidas e incompletas que han resultado en dos severas crisis económico-sociales. Por el contrario, en el exitoso modelo de socialismo de mercado chino-vietnamita, las pequeñas, medianas y algunas grandes empresas privadas y el mercado predominan bajo un plan descentralizado, que es más una guía para el desarrollo que un plan central, donde el Estado regula la economía y controla las empresas más grandes. Por ejemplo, la participación del sector estatal en el PIB ha declinado substancialmente en las dos economías asiáticas: en 2019, las proporciones eran 27% en Vietnam y 31% en China, versus 91% en Cuba.

A la par, la participación del sector privado en el PIB ha crecido rápidamente en China y Vietnam y es hoy el factor más dinámico en la economía. En Cuba, la pequeña expansión del sector privado se ha obstaculizado con trabas burocráticas, regulaciones, fuertes impuestos y se enfrenta a la incertidumbre creada por los vaivenes de las reformas. En Cuba, por ejemplo, los profesionales (ingenieros, arquitectos, médicos, etc.) no pueden practicar su profesión como particulares, pero sí trabajar arrendando una vivienda a los turistas, o como taxistas o dueños de restaurantes, lo que fomenta que muchos profesionales dejen sus puestos estatales que pagan un salario misérrimo y se muden al sector privado donde ganan mucho más, o se marchen del país. Estas prohibiciones no existen en China ni en Vietnam. En estos dos países, un agricultor puede libremente decidir a quién vender y fijar el precio por la oferta y la demanda. En Cuba, todos los productores no estatales están obligados a vender una parte de su cosecha al Estado (a veces hasta un 70%) a precios fijados por el Gobierno por debajo del precio de mercado. China, que históricamente sufrió hambrunas periódicas, hoy es autosuficiente en alimentos y Vietnam genera un amplio excedente agrícola que exporta. Ya es el segundo mayor exportador mundial de arroz. Si Cuba siguiese una política agraria similar, en pocos años terminaría la enorme escasez de alimentos y la necesidad de importar cerca del 80% de lo que consume, al costo de 2.000 millones de euros anuales.

P: ¿Cuál ha sido el desempeño económico y social de estos dos modelos?

R: En mi investigación, que espero saldrá publicada como libro a finales de este año, utilizo 20 indicadores económicos y diez sociales para comparar el desempeño de los dos modelos. Mientras Cuba ha sufrido un estancamiento y caída en su economía, en el periodo 2009-2020 la tasa promedio anual del PIB de China creció casi ocho veces el promedio de Cuba y la de Vietnam cinco veces. La producción industrial entre 1989 y 2020 en China aumentó 153 puntos porcentuales y en Vietnam 57 puntos, mientras que en Cuba decreció 45 puntos. La salud en Cuba es usualmente considerada una de las áreas de mayor progreso. Esto era cierto en 1989, cuando la Isla se colocaba entre los primeros países latinoamericanos y entre los socialistas europeos, pero las crisis de los noventa y la actual han provocado un severo retroceso. Por ejemplo, la tasa de mortalidad materna por 100,000 nacidos vivos, que en 2017 era de 39,1 en Cuba, en 2021 se disparó a 176,6, lo que supone una regresión al nivel de los años 50, mientras que en China era de 17,8 y en Vietnam 46. Entre 1989 y 2020, el salario promedio ajustado a la inflación anual aumentó 289% en Vietnam y 217% en China, pero descendió 46% en Cuba. Los indicadores sociales son especialmente relevantes, pues hay que tener en cuenta que, al tiempo de sus revoluciones, los dos países asiáticos tenían un nivel de desarrollo económico-social mucho menor que el de Cuba, por lo cual, requirieron un esfuerzo mayor para igualarla y superarla. Basado en el promedio del ordenamiento de los 20 indicadores de mi investigación, China se ordenó primera, Vietnam segunda y Cuba tercera.

P: En su trabajo también se compara el desempeño de los tres países en cuanto a seguridad y protección social, ¿puede explicar esto?

R: Me concentro en los tres programas principales: pensiones, salud y asistencia social. Para evaluar el desempeño utilizo 150 indicadores agrupados por los principios de la seguridad social desarrollados en más de un siglo por la Organización Internacional del Trabajo: cobertura de la fuerza de trabajo en pensiones, de la población total en salud y de la población adulta mayor en asistencia social; suficiencia de las prestaciones o beneficios; solidaridad social y equidad de género; eficiencia administrativa a un costo razonable; y sostenibilidad financiera y actuarial del sistema. Algunos ejemplos de dichos indicadores: la pensión promedio mensual estimada en dólares en 2020 en China era 27 veces el promedio de la cubana y la de Vietnam once veces; los pensionados por asistencia social como proporción de la población de 60 años y más, en China era 18 veces la de Cuba y la de Vietnam cuatro veces; las pensiones en China y en Vietnam se ajustan anualmente a los salarios o a la inflación, pero no en Cuba, por eso han perdido un 33% de su valor; la pensión asistencial en China era 3,5 veces la de Cuba y la de Vietnam 1,8 veces, y mientras que en los dos países asiáticos dicha pensión supera el umbral de la pobreza, en Cuba era inferior. Entre 2008 y 2019, el número de hospitales en China creció 79% y 11% en Vietnam, pero en Cuba declinó en 32.

La sostenibilidad financiera del sistema de seguridad social a corto, mediano y largo plazo, es fundamental para garantizar la continuidad de los otros principios, y la evaluación demostró que era superior en China y Vietnam que en Cuba. Cuba tiene gastos en seguridad social proporcionalmente tres veces mayores que los otros dos países, pero sus contribuciones (por empleadores y trabajadores) son la mitad que las de China y Vietnam. Estos dos países poseen reservas para enfrentar el pago de las pensiones futuras, pero Cuba carece de reservas. Los problemas se agravan porque el grado de envejecimiento de la población cubana es muy superior al de China y aún más que el de Vietnam. Basado en los 150 indicadores de seguridad social, el ordenamiento de los tres países fue: China a la cabeza, seguida de Vietnam y Cuba a la zaga.

P: Rusia y Cuba anunciaron el mes pasado un acuerdo para que la primera asesore una reforma económica siguiendo el modelo ruso. ¿Lo ve viable?

R: El acuerdo se anunció por el millonario Boris Titov, empresario y político de derecha ruso, asesor de Putin, tras un viaje a La Habana donde se reunió con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, que había sostenido antes un encuentro con Putin en Moscú. Se creará un Centro de Transformación Económica, asesorado por tres entidades económicas rusas. El modelo ruso es de una hegemonía de oligopolios de grandes empresas privadas apoyadas por el Gobierno, con escasa competencia y abundante nepotismo, una variante de capitalismo de Estado. Esto sería ideal para GAESA, el conglomerado económico-militar cubano que controla el sector del turismo y muchas otras empresas, así como para los dirigentes cubanos que reforzarían su poder. Al parecer, La Habana apuesta a que ese acuerdo logre mayor apoyo ruso en suministro de petróleo, inversiones y expansión del comercio con Cuba. Si en definitiva se aplica el modelo ruso, Cuba copiaría por segunda vez a su exbenefactor, con resultados dudosos, pues la reforma en ese país ha generado grandes deformaciones económicas y desigualdades sociales.

P: ¿Entonces qué debería hacer Cuba para salir de una situación tan crítica como la actual?

R: He probado que el modelo chino-vietnamita tiene la capacidad de salvar a Cuba del caos actual y de la situación que ha vivido desde los años noventa, y enrumbarla en la senda del desarrollo económico-social sostenible. Además podría hacerlo manteniendo el poder del partido comunista. Sin embargo, ello requiere un cambio significativo de mentalidad en la dirigencia cubana y no creo que esto pueda ocurrir hasta que desaparezca la actual generación octogenaria y nonagenaria, pero entonces habrá que ver si el partido, las fuerzas armadas y GAESA están dispuestos a ceder parte de su poder para mejorar el nivel de vida de la población. Las razones de rechazar el exitoso modelo chino-vietnamita no son económicas sino básicamente políticas. Fidel de manera sistemática objetó el modelo chino porque él era renuente a la delegación del poder económico que hizo China. Raúl visitó varias veces a China y reconoció públicamente su progreso, pero después de asumir la presidencia dijo con cautela que Cuba no quería copiar de nuevo un modelo económico, pero que no se ignoraba las experiencias de otros países y se aprendía de ellas. Probablemente Raúl quería seguir el modelo chino-vietnamita, pero carecía del control absoluto que gozaba Fidel y tuvo que compartir el poder con otros dirigentes que se oponían tozudamente a ese modelo, lo cual en buena parte explica que las reformas hayan sido parciales, lentas, con vaivenes y sin resultados. Personalmente yo preferiría un modelo híbrido (mercado con regulación estatal) con democracia, como el Estado de Bienestar de los países escandinavos o el modelo seguido en la mayoría de los países de la Europa Oriental que estaban bajo la órbita soviética y hoy gozan de un nivel económico superior al de Rusia y con predominio de la democracia. Pero creo que si es difícil que Cuba adopte el modelo chino-vietnamita, más lo será transitar a un modelo de economía híbrida con democracia. Ojalá que me equivoque.

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