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Carrera reñida, largas negociaciones por delante y verdes y liberales como partidos bisagra


Los resultados preliminares al acabar el domingo muestran que a Alemania le espera una carrera reñida y unas horas de nerviosismo. El conservador CDU/CSU y el socialdemócrata SPD, actualmente en el Gobierno como gran coalición, obtuvieron unos resultados casi parejos, con un 24,3% y un 25,9%, respectivamente, y los resultados definitivos no se conocerán hasta la mañana del lunes. Para la CDU y su partido hermano bávaro, la CSU, esto supone el peor resultado electoral de la historia del partido. El SPD, sin embargo, ha remontado significativamente después de unas predicciones de solo un 16% hace tres meses. Los Verdes parecen haber obtenido ganancias sustanciales en comparación con 2017, con alrededor de un 14,5%, siendo ahora el tercer partido en el Bundestag, a pesar de no estar a la altura de algunos de sus resultados más altos en las encuestas. La Izquierda tiene que temer por sus escaños en el Parlamento, ya que aún no está claro si consiguió superar la barrera del 5%. Los liberales han ganado ligeramente votos, que se estiman en un 11,5%, mientras que la derecha radical de la AfD ha sufrido pequeñas pérdidas con un 10,5% en los resultados iniciales.

Estas elecciones son excepcionales en varios aspectos. Marcan el fin de una era, ya que Angela Merkel deja el cargo tras 16 años de cancillería sin precedentes. Fue la primera mujer y la primera alemana del Este en ocupar este cargo y la primera canciller que se despide voluntariamente. Gracias a su estilo de liderazgo calmado y pragmático, gozó de altos índices de aprobación por parte de los votantes y del apoyo de la mayoría de los sectores políticos.

Después de casi dos décadas, que incluyeron la crisis del euro y la de los refugiados, deja un vacío que su potencial sucesor -Olaf Scholz o Armin Laschet- tendrá que llenar. Además, dado que Merkel decidió no volver a presentarse, ningún candidato ha contado con la ventaja del gobernante esta vez, un hecho que hizo que la vida del candidato de la CDU, Armin Laschet, fuese ciertamente más difícil en los últimos meses.

Predecir los resultados electorales ha supuesto un reto en los meses y semanas anteriores a las elecciones. Los sondeos han sido en gran medida volátiles, reflejando la larga sombra de la pandemia, varios escándalos políticos que afectaron a los candidatos y la siempre amenazante crisis climática. Cada uno de los principales candidatos, Annalena Baerbock, Armin Laschet y Olaf Scholz, lideró las encuestas en algún momento de los últimos meses, dejando mucho margen a la especulación sobre quién podría convertirse en el próximo canciller. Durante la fase crítica de la campaña, las empresas de sondeos de opinión informaron de que la CDU/CSU se encontraba a un nivel tan bajo como el 20%, un nuevo récord negativo para el partido desde el establecimiento de las encuestas profesionalizadas en Alemania. El SPD, que se ha enfrentado a un gran declive electoral en las últimas décadas, sorprendió a los observadores políticos con una remontada, con datos cercanos al 25% a partir de principios de septiembre. Si bien Los Verdes llegaron a superar a la CDU en torno a la designación de Annalena Baerbock como candidata en primavera, el partido no pudo mantener el nivel alto y ha obtenido alrededor del 14,5% en el fin de semana de las elecciones.

Sin embargo, lo más importante es que muchos votantes seguían indecisos hasta muy poco antes de las elecciones. Los encuestadores estimaron que, apenas una semana antes de las elecciones, el 38% de los votantes seguían indecisos. Además, se solicitó un número récord de votos por correo, haciendo muy probable que más del 40% de los votantes emitieran su sufragio por correo. Esto refleja una tendencia general en los últimos años que se ha visto impulsada por la pandemia. Un mayor número de votos por correo aumenta las imprecisiones en los primeros sondeos a pie de urna y probablemente retrasará la publicación de los resultados oficiales provisionales de las elecciones, que se esperan a primera hora del lunes.

Aunque la volatilidad de las encuestas garantizó más suspense y menos previsibilidad que en las últimas elecciones, los que esperaban un debate fructífero y relacionado con los grandes temas del país quedaron decepcionados. Muchos expertos políticos predijeron unas “elecciones climáticas” para 2021. Y el momento parecía ser el adecuado: desde las últimas elecciones de 2017, las marchas del Viernes por el Futuro han politizado a toda una generación y han movilizado a grandes masas en las calles alemanas, Los Verdes crecieron en las encuestas y las desastrosas inundaciones de julio crearon un impulso adicional para convertir el clima en el tema principal de la campaña.

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Aunque las cuestiones climáticas aparecieron en varios debates y ocuparon una parte importante de los manifiestos de la mayoría de los partidos, la mayoría de las declaraciones fueron solo superficiales y carecieron de una visión para mantener el objetivo climático del acuerdo de París. En general, las cuestiones de fondo -como la desigualdad social, la política exterior o la digitalización- solo han desempeñado un papel menor durante la campaña. Desde el principio, el debate político y mediático se centró en una serie de escándalos menores y más graves, desplazando así los asuntos más sustantivos.

Especialmente en las últimas semanas, la campaña se centró cada vez más en los debates sobre qué partidos podrían gobernar juntos. Gran parte del esfuerzo de la campaña se dedicó a motivar a los votantes para que actuaran estratégicamente y votaran de forma que pudieran evitar determinadas coaliciones. Ahora, con los primeros resultados, toda la atención se dirige a las posibles opciones de coalición. La multiplicidad de resultados potenciales es también una novedad en el sistema de partidos alemán. Estas posibilidades, que a menudo reciben nombres de banderas de países o esquemas de colores, incluían una coalición Jamaica (CDU/CSU-Verdes-FDP), una coalición Kenia (CDU/CSU-SPD-Verdes), una coalición Alemania (CDU/CSU-SPD-FDP), una coalición semáforo (SPD-Verdes-FDP) o una alianza de izquierdas (SPD-Verdes-La Izquierda). En las últimas elecciones fracasó una posible coalición jamaicana debido al abandono del liberal FDP tras varias rondas de negociación. Posteriormente, se formó otro Gobierno de Gran Coalición.

Tras la noche electoral, el casi empate entre el SPD y la CDU deja básicamente dos opciones: cualquiera de los dos partidos que gane por un pequeño margen partirá con ventaja a la hora de formar un gobierno junto con el Partido Verde y los liberales. Se cree que este proceso, al igual que en 2017, no será fácil y podría dar lugar a largas y acaloradas negociaciones. El papel de bisagra recae, pues, en los Verdes y los liberales, ya que el canciller no tiene por qué proceder del partido más votado. Ya anoche, Laschet subrayó que la Ley Fundamental alemana permite un gobierno dirigido por el segundo clasificado.

Todos los partidos potencialmente implicados aseguraron un proceso rápido señalando el deseo de formar gobierno antes de Navidad. Los Verdes y los liberales, que se encuentran en posiciones de negociación privilegiadas, subrayaron que intentarán defender sus demandas centrales en las negociaciones y se mostraron dispuestos a empezar a resolver sus diferencias de forma bilateral. Es de esperar que en las próximas semanas se sepa qué partidos se incluirán en la primera coalición de tres partidos de Alemania a nivel federal. Los resultados de este domingo también muestran que esto podría devolver la claridad política, pero, sin embargo, la transformación del sistema de partidos del país, con la disminución del poder de la CDU y el SPD y la aparición de más partidos de igual tamaño, continúa avanzando.

Sophia Hunger es investigadora en el WZB-Berlin Social Science Center y analista de Agenda Pública

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