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Casado, año cero después de Vox

El líder del PP, Pablo Casado, es ovacionado por los miembros de su grupo parlamentario tras su intervención en la segunda sesión del debate de moción de censura presentada por Vox.Mariscal / EFE

La peripecia de Pablo Casado al frente del PP puede resumirse en tres momentos o discursos: antes de ganar las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría en julio de 2018; la convención ideológica de enero de 2019, en la que anunció la vuelta de lo que llamó “el PP verdadero”, y la moción de censura de Vox, cuando rompió con la extrema derecha y se borró de la célebre foto de Colón junto a Santiago Abascal y Albert Rivera de febrero del año pasado. Entre el primero y el último, dirigentes del partido han lamentado que su líder se aproximara a la agenda de Vox y abandonase el centro. Este jueves todos ellos celebraron el “hasta aquí hemos llegado” que Casado le dirigió a Abascal en la tribuna del Congreso de los Diputados.

La euforia por el discurso del líder popular –”Ha ganado la moción”; “Vamos a ganar las elecciones”; “Pasará a la historia del parlamentarismo español”; “¡A tope!”- se extendió incluso entre partidarios de la abstención. Salvo Cayetana Álvarez de Toledo, que había hecho campaña contra el no. La portavoz cesada acató la disciplina de voto —había sido advertida previamente de que no hacerlo conllevaría una multa porque la moción no entraba en los supuestos de voto de conciencia —, pero en la reunión del grupo parlamentario posterior al debate y en un vídeo de Youtube manifestó su “grave inquietud” por la decisión de Casado. “Me pregunto si el proceso iniciado hoy conduce a la voladura de Vox o solo a la voladura de los puentes con los votantes de Vox”.

Los barones del PP consultados por este diario coinciden en que “no es la primera vez que Casado hace el discurso del viaje al centro”, pero creen que “la solemnidad” de su intervención de este jueves tiene difícil vuelta atrás. La dirección del partido habla de “punto de inflexión”, es decir, un antes y un después. “Ha demostrado con contundencia que la alternativa a Sánchez e Iglesias no puede ser liderada desde la ruptura, el populismo o la demagogia”, declaró el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo. “Ha quedado demostrado que España necesita a Pablo Casado de presidente y al proyecto que representa al PP”, añadió Juan Manuel Moreno, presidente andaluz y uno de los daños colaterales del discurso –Vox dejó en suspenso su apoyo a los presupuestos de la Junta-. “Este es el camino. Ahora nos tocará hacer mucha pedagogía, fuera y también dentro del partido, pero es el primer paso para recuperar el centro y a los votantes de Ciudadanos”, afirma otro presidente autonómico. “En este momento”, señala un presidente regional, “era necesario ese discurso, aunque ha habido demasiado cuerpo a cuerpo”. Preguntados por la posible revancha de Vox -que apoya los gobiernos populares en Madrid, Murcia y Andalucía-, asumen que las negociaciones serán “más complicadas a partir de ahora, pero forma parte de la política”.

“Me alegro mucho de la distancia, con argumentos y principios políticos, que está marcando Pablo Casado con Vox”, celebró Borja Sémper, que abandonó el partido el pasado enero desencantado con el “populismo reaccionario” que se había instalado en la política. “Ya era hora”, resume un exidirigente popular. “Con este cambio de tendencia, tenemos muchos más votantes que ganar que perder”, añade. “Ha quedado claro quiénes somos”, concluye otro diputado.

Las felicitaciones llegaron también de fuera: “Casado ha demostrado el liderazgo que España necesita. Un líder de centro sin alianzas con fuerzas radicales”, declaró Manfred Weber, presidente del PP europeo.

Hace dos años, en su campaña de primarias, Casado propuso regresar a la ley del aborto de 1985 (de supuestos) y planteó la ilegalización de los partidos independentistas, con el argumento de que era mejor prevenir que curar. También negó, ante Soraya Sáenz de Santamaría, que “ser mujer” fuera “un mérito”. Seis meses después, en la llamada “convención ideológica”, dejó claro que su prioridad era que los votantes de Vox volvieran “a casa”, “al PP verdadero”. Para ello pronunció un duro discurso en el que aseguró que “asesinos, violadores y pederastas están en la calle por el síndrome de Estocolmo de la progresía”; que “el poder político tiene que actuar a favor de la vida. Y si se equivoca, equivocarse a favor de la vida” y que “el socialismo vende España por un plato de lentejas”. Para escribirlo, contó con la ayuda de Javier Fernández-Lasquetty —quien dijo que Rajoy era “un mal recuerdo”— e Isabel Benjumea —que desde su laboratorio de ideas, Floridablanca, había pedido la dimisión del expresidente—.

Esta vez, Casado preparó solo su discurso, que compartió únicamente con su esposa y su equipo más cercano, así como el sentido del voto en la moción. “Sabía que se la jugaba y decidió dar la batalla”, celebra un presidente autonómico del PP. El líder popular que en abril de 2019 ofrecía ministerios a Abascal en su Gobierno si ganaba las elecciones – “¿Para qué vamos a estar pisándonos la manguera entre nosotros?”, dijo-, se dirigió este jueves al líder de Vox en estos términos: “No da la batalla de las ideas. Su única idea es arrastrar a los españoles a una batalla. La alternativa no se construye recitando hazañas bélicas y cabalgando un ejército de trolls. No está capacitado. Son puro populismo”.

El PP se dio licencia este jueves para celebrar la victoria frente a Abascal, sabiendo que el día después será más difícil. En la dirección admiten cierta preocupación por las encuestas y la reacción de los apoyos mediáticos de Vox. Saben, también, que aunque hayan salido airosos de la encerrona del partido ultra, el bloque de la investidura de Pedro Sánchez ha recibido un impulso para la negociación de los Presupuestos: “Querían cortar dos orejas al PP y han acabado de monosabio de Iglesias. Sánchez saldrá a hombros de los diputados de Vox con su tendido ovacionándole”, declaró Casado. “Vaya capote le ha echado, señor Abascal”.


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