Entre los 30 regalos que Bill Clinton le hizo a Monica Lewinsky había un ejemplar de Hojas de hierba, de Walt Whitman. No tuvo el tirón mediático del vestido azul manchado de semen, pero sí un momento de gloria televisiva cuando la periodista Barbara Walters lo mostró durante la entrevista que le hizo a la joven en 1999. En unas horas, un clásico publicado un siglo y medio antes saltó en las listas de Amazon del puesto 411 al 280.
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El libro ha vuelto a las pantallas por el reciente estreno de Impeachment: American Crime Story, serie que recuerda otro escándalo sexual que reverdeció la fama de esos versos. Ocurrió también en Washington, en 1865, cuando Whitman trabajaba en la Oficina de Asuntos Indígenas. Uno de sus jefes encontró un ejemplar en su escritorio, le acusó de ser “un amante libre” y el poeta-funcionario acabó despedido.
Linda Tripp (izquierda) y Beanie Feldstein, en la serie ‘Impeachment: American Crime Story’.Tina Thorpe (AP)
Su popularidad aumentó, pero fue un mal trago para Whitman, criado en una familia donde tres de sus hermanos llevaban nombres de presidentes (George Washington, Thomas Jefferson y Andrew Jackson) y que acabó siendo llamado “el poeta de la democracia”. Por eso todos los presidentes del siglo XX lo citaron alguna vez. Constan en el Walt Whitman Archive Theodore Roosevelt, Lyndon Johnson, Ronald Reagan, Richard Nixon y, por supuesto, Kennedy, quien llegó a organizar un mitin en el que Marlon Brando debía leer fragmentos de Hojas de hierba, tarea que finalmente ejecutó el también actor Edward G. Robinson.
De la cita al silencio
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Si Obama lo mentó para hacer suya la “nación de naciones”, George W. Bush lo hizo para defender la lucha contra el terrorismo tras el 11-S, pero fue Clinton el que más lo citó: siete veces mientras gobernó. La última fue antes de que se conociera su relación con la joven licenciada en Psicología y tuvo lugar en una cena organizada por la comunidad gay en la que recitó versos de Calamus. Se trata de un poemario que unos definen como homoerótico y otros, como el crítico Harold Bloom, como onanista, pues Whitman dedicó bastantes rimas a la masturbación y al sexo oral, prácticas que aparecen en el informe que el fiscal Kenneth Starr redactó en el caso Lewinsky.
Tras el impeachment del que salió absuelto, Clinton no volvió a nombrar a Whitman. Sí a sus otros poetas favoritos: T. S. Eliot y W.B. Yeats, a quienes incluyó en unas recomendaciones literarias que le pidieron en 2013. En esa lista incluyó las memorias de Hillary Clinton, su esposa, a quien el político también regaló Hojas de hierba. A ella, en su segunda cita; a Lewinsky, en la penúltima.
Feminismo o mujeres
Whitman, que escribió cuatro elegías por la muerte de Abraham Lincoln, fue un gran defensor de la democracia, pero no siempre de los políticos: “Cada fideicomisario del pueblo es un traidor que busca solo su propio beneficio y fortalecer su partido. Las literas, incluida la Presidencia, se compran, venden, se postulan, se prostituyen y se llenan de prostitutas”. Se ve ahí el colmillo del periodista que siempre fue y que no usó cuando informó sobre el impeachment de Andrew Johnson, en 1868: “Es un hombre común. No diría que malo, o no deliberadamente malo: simplemente sin cerebro, sin consciencia”. Un enfoque parecido al de Nancy Pelosi, que en 2019 aún decía que el impeachment de Clinton se debió a que “fue estúpido”, olvidando mencionar los cargos de perjurio y obstrucción a la justicia.
Un retrato del escritor norteamericano Walt Whitman (1819-1892).Library of Congress (Getty Images)
No fue la única persona que lo defendió de esa forma. En 1998, Gloria Steinem tomó partido al decir que con aquella investigación perdía más el feminismo que Lewinsky, “cuyas relaciones con Clinton fueron consentidas”. Lo decía porque el 42º presidente de EE UU defendía el aborto; firmó en 1994 la ley de violencia contra las mujeres; hizo del cuidado infantil una prioridad, y nombró a más mujeres en altos cargos (10 de 21) que cualquiera de sus antecesores. Entre ellas, a Ruth Bader Ginsburg para la Corte Suprema.
Hojas escogidas
Esa preocupación de Clinton por la igualdad de derechos está en Hojas de hierba, donde Whitman habla “de hombres y mujeres”; se define como “el poeta de las mujeres tanto como de los hombres” y reclama más espacio para ellas: “Grande, grande, de hecho, mucho más grande de lo que ellos creen, es la esfera de la mujer”. Pero del mismo modo que al apropiárselo Bush no tuvo en cuenta que su idea de libertad chocaba en no pocos aspectos con la del bardo, Clinton también se quedó con las hojas de Whitman que le convinieron. Por ejemplo, no aplicó los versos en los que el escritor critica a los hombres que tratan con desprecio a las mujeres ni los que hablan de evitar la humillación, palabra clave cuando empezó a cuestionarse el trato dado a la exbecaria, a quien el presidente se refirió ante las cámaras como “esa mujer”.
Tras la emisión de la serie en EE UU, otras personalidades relevantes (David Letterman, entre ellas) que contribuyeron al escarnio de aquella becaria de 23 años también han revisado su comportamiento. A las disculpas han añadido frases como “los tiempos han cambiado”, a lo que Lewinsky podría responder con la nota que le envió al presidente tras regalarle el libro: “Como los de Shakespeare, los escritos de Whitman son tan atemporales…”.
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