Cien años y un día después de que Emilia Pardo Bazán falleciera en Madrid, la Real Academia Española (RAE) la ha homenajeado con “una jornada literaria” en la que ocho académicos han glosado la vida y obra de la autora de Los pazos de Ulloa. El acto, presidido por la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Carmen Calvo, ha tenido un ambiente de desagravio hacia la escritora gallega, que en mayo de 1912 envió una carta a la Academia en la que enumeraba sus méritos para ingresar en ella, una petición que permitían los estatutos de la casa. Sin embargo, fue rechazada, pese a tener entonces más de 50 obras publicadas y figurar como gran renovadora de la novela realista. El motivo, como quedó registrado en una misiva que está en el archivo de la RAE, fue básicamente por ser mujer.
Detrás de esa negativa estuvo una votación que “por 14 votos contra ocho no tomó en consideración que se la aceptara como candidata”, ha recordado el académico Darío Villanueva, exdirector de la RAE en su intervención. Villanueva ha declarado a EL PAÍS que esa votación la recogió, con documentación de la RAE, la revista La Tribuna, que la Real Academia Galega dedica monográficamente a Pardo Bazán. “Fue un error estratégico de ella porque optó por la petición personal, cuando podía haber seguido el camino habitual, el apoyo de tres académicos a una candidatura”, ha añadido Villanueva, editor de las obras completas de la novelista. Para él, la oposición al ingreso de Pardo Bazán “es el mayor error de la Academia en sus más de 300 años de historia”.
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El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, se había referido antes a esta cuestión como “el conflicto que doña Emilia tuvo con la Academia”. “Las señoras no eran entonces recibidas en esta institución, por razón de sexo. Así eran las cosas en cualquier sitio importante. Si no, habría sido la primera mujer en esta casa. Con toda justicia, doña Emilia podría estar en la silla 47 de la RAE [ahora tiene 46 puestos académicos]”. Villanueva negó a este periódico que los estatutos impidieran en 1912 a una mujer entrar en la RAE. “No decía nada al respecto”. En su intervención, Villanueva se remontó al comienzo de Pardo Bazán como escritora. “Fue bien recibida por los críticos, pero cuando se vio que iba en serio, se cambió por la condescendencia”. La calificó de “cosmopolita” —puso como ejemplo sus traducciones del filósofo John Stuart Mill— y “radical feminista, como ella misma se definía”.
En una convocatoria con público, al que recibía un cartel con una fotografía de la escritora de joven y el lema “Emilia Pardo Bazán en la RAE”, Carmen Calvo subrayó que “para las mujeres es importante reconocernos en su activismo y vida”. “Doña Emilia decía que si en su tarjeta hubiera puesto don Emilio su vida habría sido más fácil. Ella supo ver cuál iba a ser la evolución de la mujer, y fue feminista, siendo conservadora”. La vicepresidenta recordó la bravura de la autora cuando fue a un congreso feminista en París y proclamó: “A mí aquí no me ha mandado venir nadie, me he mandado yo venir”.
Madrid y Cataluña
En su intervención, el académico Miguel Sáenz se refirió al vínculo de Pardo Bazán con Madrid, de la que fue cronista, mientras que Carme Riera habló de la relación de la novelista con Cataluña, adonde viajó en varias ocasiones, una de ellas con el empresario y coleccionista José Lázaro Galdiano, con quien mantuvo una relación amorosa. Luis Mateo Díez recordó la novela Un viaje de novios, la segunda que escribió Pardo Bazán, protagonizada por una joven leonesa de 18 años.
La segunda mesa comenzó con José María Merino, quien disertó sobre “la narrativa breve” de la homenajeada. El dramaturgo Juan Mayorga comentó la obra El vestido de boda, un monólogo teatral que doña Emilia escribió para la actriz Balbina Valverde, estrenado en febrero de 1898. Manuel Gutiérrez Aragón mencionó las adaptaciones a la pantalla de la obra de Pardo Bazán, en especial, la versión para televisión de Los pazos de Ulloa, que dirigió en 1985 Gonzalo Suárez.
Finalmente, Soledad Puértolas hizo hincapié en las numerosas colaboraciones de la escritora en la revista La ilustración artística, “auténticas joyas en las que demostró que nada social le era ajeno”. De esos textos, destacó uno en que abominaba de la violencia contra cualquier ser vivo, incluidos los animales, y otro en el que clamaba contra las injusticias sociales. Una analista que “recelaba del socialismo de Estado, pero reconocía que en numerosos países los partidos socialistas eran los que más habían impulsado los derechos de la mujer”.
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