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China aumenta las patrullas en el estrecho de Taiwán tras la visita de la presidenta de la isla a EE UU

China aumenta las patrullas en el estrecho de Taiwán tras la visita de la presidenta de la isla a EE UU

La respuesta de China a la reunión de la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, con el líder de la Cámara de Representantes estadounidense, Kevin McCarthy, este miércoles en California, no se ha limitado a los habituales comunicados de condena: se ha traducido en un aumento de las patrullas en las aguas que separan la isla de la parte continental. La Administración de Seguridad Marítima de la provincia china de Fujián (en el sureste del país, la más cercana a la isla autogobernada) ha iniciado este jueves una “operación especial de patrulla e inspección” en la zona septentrional y central del estrecho de Taiwán. Los ejercicios navales, que durarán tres días, incluirán “inspecciones in situ” en buques de carga de ambas partes, lo que ha generado el rechazo de Taipéi, que acusa a Pekín de “obstruir el comercio” en la región. En la víspera, el Ministerio de Defensa taiwanés ya había alertado de la presencia de varios barcos de guerra chinos alrededor de su territorio.

Taiwán detectó el miércoles un portaaviones chino con sus buques escolta. Y este jueves, un helicóptero antisubmarinos y tres navíos de guerra. “El momento elegido es bastante delicado. Estamos estudiando qué pretenden”, informó el ministro de Defensa taiwanés, Chiu Kuo-cheng. Pese a que las autoridades marítimas chinas aseguran que las patrullas que han iniciado este jueves son para “garantizar la seguridad de navegación y velar por el funcionamiento organizado de los principales proyectos en estas aguas”, desde el Ministerio de Transportes taiwanés han pedido a los operadores navieros que rechacen someterse a estas inspecciones, que consideran un intento de intimidación por parte del gigante asiático. “Si la parte continental toma medidas unilaterales, nos veremos obligados a responder”, han asegurado las autoridades portuarias taiwanesas, sin aportar más detalles.

Pekín había amenazado con tomar represalias si la presidenta taiwanesa se reunía con el número tres en la jerarquía de Estados Unidos durante sus “visitas de tránsito” a esa nación —como las definieron ambas partes en un intento de rebajar las tensiones—. Estas visitas se programaron para la ida y la vuelta de un viaje más largo hacia Guatemala y Belice, dos de los 13 Estados que reconocen a Taiwán como una nación soberana. “En desacato a las repetidas advertencias emitidas por China a Estados Unidos, este país ha permitido el viaje y reuniones de alto nivel, además de proporcionar a Tsai una plataforma desde la que enviar mensajes erróneos a las fuerzas separatistas que buscan la independencia de Taiwán”, ha condenado este jueves el Ministerio de Relaciones Exteriores chino.

Para el gigante asiático, la cuestión de Taiwán es “la más roja” de todas “las líneas rojas” que Washington no puede sobrepasar, y se ha convertido en el mayor punto de fricción de unas relaciones cada vez más tirantes. “La independencia de Taiwán es tan incompatible con la paz y la estabilidad en el Estrecho como el fuego y el agua”, enfatizó el presidente chino, Xi Jinping, ante su homólogo estadounidense, Joe Biden, durante la cumbre del G-20 celebrada en noviembre en Bali (Indonesia). China considera que la isla autogobernada y de régimen democrático es una parte inalienable de su territorio, cuya unificación es “un deber inviolable de todo el pueblo chino” y para el que no descarta el uso de la fuerza.

El plan original era que el republicano Kevin McCarthy visitara la isla, pero ante el temor de que Pekín respondiera de manera similar a la del viaje de su predecesora en el puesto, la demócrata Nancy Pelosi, se produjo un cambio de guion para que fuese Tsai quien se desplazara a Estados Unidos. Aquella parada de Pelosi en Taiwán el pasado agosto desató la furia de las autoridades chinas, que respondieron con las mayores maniobras militares con fuego real en las cercanías de Taiwán de la historia.

Desde que restablecieron sus relaciones bilaterales en 1979, los lazos de las dos mayores economías del planeta se basan en el principio de Una Sola China, que implica precisamente eso: China no hay más que una, y esta incluye a Taiwán, donde se refugiaron en 1949 las tropas nacionalistas derrotadas por el ejército comunista en la guerra civil. No obstante, la interpretación de Washington es un tanto ambigua, puesto que reconoce el Gobierno en Pekín como representante de China, mientras que no determina el estatus de Taiwán. Con Taipéi siempre ha mantenido una relación “no oficial” y defiende una “ambigüedad estratégica”: le vende armamento para su autodefensa y no especifica si, en caso de ataque de China, sería su mayor aliado militar. Durante la rueda de prensa junto a Tsai, McCarthy afirmó: “Debemos continuar con la venta de armas a Taiwán y asegurarnos de que lleguen en el momento oportuno”.

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El Ministerio de Exteriores chino recoge en su comunicado: “Estados Unidos se ha pasado de la raya y ha actuado de forma provocadora en asuntos como los intercambios oficiales, la venta de armas y los tratos militares con Taiwán, y ha creado oportunidades para que Taiwán amplíe su espacio internacional”. La cancillería zanja: “China tomará medidas firmes y efectivas para defender nuestra soberanía e integridad territorial”.

Siguiendo una línea similar, el Comité de Asuntos Exteriores de la Asamblea Popular Nacional (el máximo órgano legislativo) y la Oficina de Trabajo de Taiwán del Comité Central del Partido Comunista de China también se han opuesto con firmeza a “cualquier tipo de intercambio oficial entre las autoridades taiwanesas y estadounidenses”. El Ministerio de Defensa, por su parte, ha instado a Estados Unidos a respetar su “solemne compromiso político con China sobre la cuestión de Taiwán”, a dejar de “interferir flagrantemente en los asuntos internos de China” y ha hecho hincapié en que el Ejército Popular de Liberación “salvaguardará la paz y la estabilidad a ambos lados del estrecho de Taiwán”.

En enero de este año, el ejército chino organizó patrullas de preparación para el combate y ejercicios operativos en el mar y el espacio aéreo en torno a la isla, centrados en ataques terrestres y asaltos marítimos para poner a prueba “su capacidad de contrarrestar resueltamente los actos de provocación de las fuerzas externas y separatistas”, según recoge el Ministerio de Defensa chino.

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